El Cambio

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Rata

—Mierda. Mierda. ¡Mierda! —maldijo Fergus en lo que salimos a la calle.

Hacia un frio de muerte, pero eso no era lo que me tenía temblando como una hoja al viento, y sabía que no pararía de hacerlo hasta que pudiera hablar con Aneeka.

—¿Aneeka está aquí? —Fergus fue quien preguntó una vez entramos a la casa, pero estoy seguro de que no esperaba una respuesta. En lugar de eso, arrasó con todo a su paso deseando desesperadamente encontrarla en alguna esquina.

—No la he visto desde que se fue contigo, Rata —contestó Rudek, bastante confundido.

Me quede en la primera planta, en lo que Fergus corrió hacia la planta de arriba. Necesitaba respirar un poco, para sacudirme el sentimiento de culpa que me carcomía dentro del estómago. Aneeka me había llamado traidor, y tenía toda la razón. Yo siempre supe de las escapadas de Fergus —todos lo sabíamos— y se lo oculté. Pero si se lo hubiera dicho entonces habría traicionado la confianza de mi otro amigo. Era una decisión imposible de tomar, pero en ese momento supe que tenía que enmendar las cosas con ella.

—¡Carajo! —exclamó Fergus regresando a la planta baja. De una patada, lanzó una de las sillas de la mesa de comedor contra la pared, haciendo que esta estallara en pedazos al impacto.

—Oye, ya para. Vas a destruir todo el lugar —intervino Kroenen, sosteniéndolo fuertemente de los brazos antes de que pudiera darle vuelta a la mesa.

Nunca había visto a Fergus tan encolerizado. Ni siquiera en esos momentos en los que la bebida le nublaba la mente. Pero su rostro se había tornado de una tonalidad imposible de rojo, y la vena en su frente pulsaba tan fuerte que temía que fuera a estallar en cualquier momento. Se volvió hacia mí, con la ira ardiendo en sus ojos.

—¡Me vendiste! —me reclamó, señalándome firmemente con el dedo.

Entonces fui yo quien sintió la ira hervir en su interior. Era él quien se la había pasado mintiéndole a Aneeka, engañándola, ¿Y ahora intentaba responsabilizarme a mí? ¿Cuándo todo ese asunto pudo bien haberme costado la amistad de una de las personas que más quería en el mundo?

—A mí no vas a culparme por esto, cuando prácticamente te estabas follando a esa mujer en la mitad de la calle sin importar quién te viera. ¿Como iba yo a saber que estabas ahí?

—¿Alguno de los dos puede explicarme que está pasando? —intervino Rudek.

—Que cuando Aneeka y yo salimos de donde Ollie, nos encontramos a Fergus besándose con Calyanna. Entonces Aneeka se metió al burdel y lo sorprendió en el acto.

—En el acto, tipo...

—En el acto, tipo en medio del asunto.

Rudek palideció tan pronto la crudeza de la escena se asentó en su pensamiento, pero ese no fue el caso con Kroenen. Toda la escena parecía sencillamente irritante para él, llenándolo de impaciencia.

—¿Y no podrías simplemente haberlo negado todo? —intervino Kroenen.

—Tenía una mujer desnuda retorciéndose y gimiendo encima de él. No creo que esa imagen dejara mucho espacio para la imaginación. —le respondí yo con gran ironía.

—¡Maldita sea! Si no está aquí ¿Entonces donde esta? —rugió Fergus.

—¿Por qué le das tanta importancia? Lo superará y volverá arrastrándose hacia ti. Es sólo una mujer, no es nada sin ti.

Si las miradas mataran, estoy seguro de que la que le di a Kroenen lo habría puesto a dos metros bajo tierra. Odiaba cuando hacía ese tipo de comentarios, no sólo porque los hiciera sobre Aneeka, sino porque siempre se refería así a las mujeres en general, y me hacía darme cuenta de lo ignorante y arrogante que era. También demostraba lo poco que conocía a Aneeka. Si lo hiciera, sabría que ella no necesitaba a ninguno de nosotros para sobrevivir; que éramos nosotros los que no éramos nada sin ella.

Las Crónicas de Trymar I: Serenata de Ladrones [Versión Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora