Aneeka
Todo habría sido mucho más sencillo si yo no tuviera consciencia, al igual que Fergus. Para ese punto no sabía que me atormentaba más, si las imágenes de aquellos soldados muertos en el camino, o el recuerdo del beso que aún me quemaba los labios. Me daba vueltas la cabeza intentando asimilar lo mucho que había cambiado mi vida en tan solo unas pocas horas. Aquel día había sido el fin de muchas cosas para mí; no solo habían muerto esos soldados, sino también la imagen que tenía de Fergus.
Desde hacía mucho tiempo era dolorosamente obvio que nuestra relación había cumplido su ciclo, pero no fue hasta los eventos de ese día que me di cuenta de que en mis intentos por salvarla solo estuve prolongando lo inevitable. Sosteniendo inútilmente algo que ya no tenía pulso. No tenía pulso... que expresión más desafortunada para usar.
El alba me sorprendió asomada a la ventana, con la mirada perdida sobre los techos de las otras edificaciones. Buscando entre tejas de terracota la estructura de aquel establo. ¿Me ayudaría a eliminar aquel pecado de mi mente si ese lugar fuera reducido a cenizas? No, la verdad era que yo no quería desaparecer ese sitio. Lo que yo quería en realidad era volver el tiempo; que las puertas de ese establo fuera una ruptura en el espacio que me permitiera regresar a ese momento, a la sensación de estar envuelta entre los brazos de Rata.
Quería regresar el tiempo porque sabía que era algo que no podría repetirse jamás. Muy a pesar de la traición de Fergus, de las atrocidades que había comedido en el camino, yo no era una persona cruel y sabía que un golpe así lo destruiría por completo. No podía abandonarlo y arrebatarle a su amigo más querido al mismo tiempo, aunque eso supusiera renunciar a lo que yo estaba sintiendo.
¿Qué era exactamente lo que estaba sintiendo? Podía ser solo la vorágine de emociones que me consumían por todo lo que había pasado. Solo que existía esta sensación de certeza que no lograba sacudirme de que no se trataba de algo que había surgido de la nada, sino que por el contrario era algo que había estado allí, oculto bajo la superficie, pero ahora estaba al descubierto. Tenía que descubrir de que se trataba ¿No me debía a mí misma llegar hasta la raíz de mis sentimientos? Descubrir porque el corazón me saltaba dentro del pecho cuando pensaba en él; en Rata. Tres golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.
—Déjame en paz, Fergus. Ya te dije que no voy a hablar contigo, así que lárgate —respondí sin siquiera levantarme.
—Soy Rata. —No habría tenido ni que decir su nombre, el solo tono de su voz me hacía temblar de emoción —. ¿Crees que podamos hablar?
Tal vez debí correrlo a él también. Después de todo, Rata sabía perfectamente de las andanzas de Fergus y se lo calló. Pero no podía juzgarlo tan duramente; Rata era tan amigo mío como de él, así que podía entender cuán imposible habría resultado tomar esa decisión, aunque me doliera profundamente que no se hubiera decidido por mí. Rata atravesó su mano por la abertura de la puerta, ondeando un pañuelo blanco. Sonreí.
—Ya déjate de tonterías —respondí, divertida —, pasa.
La puerta se abrió totalmente y Rata entró, trayendo consigo una charola de comida; un pedazo de pan y un cuenco de gachas. Algo simple, pero que tenía un significado especial para nosotros. Esa primera noche en la que Rata nos encontró en la calle a Fergus y a mí, fue precisamente eso, pan y gachas, lo que nos invitó a cenar. Pero no eran estas gachas perfectamente cocinadas que había preparado Rudek con su impecable sazón.
No, en ese entonces era Rata quien cocinaba pues vivía solo, y lo que nos presentó fue una especie de agua blanquecina, donde flotaban algunas hojuelas de avena, mientras que la mayoría reposaba sobre el fondo del cuenco creando una suerte de cama arenosa. Levanté mi cuchara; por más hambre que tuviera aquello no tenía aspecto apetitoso en lo más mínimo. Rápidamente intercambie una mirada con Fergus, que hacía eco en sus ojos de mí mismo desagrado.
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Las Crónicas de Trymar I: Serenata de Ladrones [Versión Español]
RomanceEn Winguard, Aneeka buscaba libertad junto a Fergus, pero encontró mucho más en Rata, un ladrón que les ofreció un refugio inesperado. Lo que comenzó como una alianza para sobrevivir se convirtió en una familia, hasta que la desilusión y el abandono...