Después de casi tres horas, el proyecto finalmente había sido terminado, todos recogían sus cosas, excepto Lisa, quien sólo tomo su mochila y se levantó del sofá, sin decir absolutamente nada, salió de la casa.
Jungkook no dudo en ponerse de pie y seguirá a fuera.
—Espera Lisa, déjame acompañarte a tu casa — Jungkook corrió hasta poder alcanzarla. La castaña se detuvo y giró a verlo.
—No, tengo que ir a otro lado antes de ir a mi casa — mintió, sonando completamente convencida. —Regresa a tu casa. Me voy.
—¿Estás segura? — preguntó. Lisa asintió, reanudando sus pasos.
Jungkook no volvió a insistir nuevamente, así qué regreso a su casa.
Mientras que Lisa, tomaba un autobús para ir directamente a su hogar.
Era media noche, cuando una muy agitada, asustada, desesperada y sudada Lisa se despertó de golpe, sintiendo aquella pesadilla en carne viva, su pecho se sentía presionado por el temor, no dejándola respirar correctamente.Todos aquellos que Lisa consideraba bufones en la sociedad, tenían a una persona a quien entretener y servir, en la edad media les decían Amos o les pertenecían a Reyes o personas de la corte con gran poder, pero Lisa, no tenía nada de eso, jamás podría considerar que esa persona fuera algo como eso.
Ella no había sido el bufón de un Rey, ni de alguien con gran estatus en la corte real, al contrario, ella tuvo a un verdugo que la marco hasta el alma, la lastimó hasta dónde pudo, se burló y se divirtió lo que pudo, antes de abandonarla y dejarla con miles de problemas.
Su padre, el vergudo que había marcado su vida para siempre, ese era el único culpable de todos los males que tenía.
Sus pies tocaron el piso, todo su cuerpo temblaba y no era a causa de la fría noche, sino de un ataque de ansiedad y terror que estaba empezando a desarrollar en plena madrugada. Sus piernas no soportaron su propio peso y termino cayendo al suelo, sentada, mientras sus ojos divagaban por el suelo y sus manos le daban calor a sus fríos brazos.
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»She 🥊 +18 [ Lizkook ]
Fanfiction"Jungkook no sabía quién era ella, la chica que se sentaba hasta el final de la fila, justo en el fondo del salón, con el cabello grasoso y con un golpe nuevo cada día en su mejilla por las peleas en las que se metía, sin embargo, tuvo la mala suert...