Capítulo 4

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La primera semana de octubre pasó en un parpadeo y él no podía evitar sentirse emocionado ante la cercanía de su cumpleaños. Claro que no era el único, compartía el mismo día que Menma. Aun así no dejaba de sonreír cada vez que observaba el calendario, específicamente la cruz marcada en la casilla en la cual se leía un enorme 10.

Hacía un par de días que Naruto recibió la llamada de su madre. Ésta, como de costumbre, le preguntó acerca de todas las novedades. Naruto se encargó de contarle casi todo, omitiendo cosas que no era mejor compartirle a su progenitora. Luego Kushina no dejaba de comunicarle que la casa se sentía sola sin ellos. Después la animada personalidad de su madre volvía y le preguntaba qué se le antojaba para comer el día de su cumpleaños, avisándole que le haría una gran cena para festejar. Naruto se sintió emocionado de probar el sazón de su madre, en la comodidad de la casa donde creció toda la vida pero tenía ya un compromiso.

A pesar de eso su madre le dijo que podía pasar al día siguiente y comer lo que hizo, que no importaba mucho apegarse demasiado a las costumbres y que ellos celebrarían el cumpleaños de ambos incluso dos días seguidos.

Él rio por las ocurrencias de su madre, pero no le rechazó al saber que añoraba sentirse en casa de nuevo.

No era que sintiera nostalgia frecuentemente pero convivir bajo el mismo techo con el silencio de Menma era agotador en ocasiones; el lugar no era así de animado como su hogar, con la risa escandalosa pero animada de su madre y la mirada amable y sonrisa calmada de su padre. En la sala tenían la costumbre de reunirse a ver sus programas favoritos o ir de picnic cuando los cerezos echaban flor. Los sábados despertaba por el ruido de su madre abajo gritarle de que ya iba tarde a su entrenamiento de soccer y luego pelearse con el baño por Menma cuando éste le ganaba primero.

La condición para que sus padres les permitieran independizarse fue vivir juntos. A Naruto no le importó mucho la cláusula en aquel momento; había vivido con Menma desde que estuvieron en el vientre materno, hacerlo por unos cuatro años más no le mataría.

Por obvias razones a Menma le desagradó por completo la idea, intentando ganarse el punto de sus padres al mencionar que él era capaz de hacerse cargo de sí mismo, incluso tenía ahorrada una buena cantidad para irse a vivir solo, pero Kushina no le dejó al explicarles que vivir en la capital del país era demasiado caro, especialmente para un par de estudiantes como ellos. Necesitarían conseguir un trabajo de medio tiempo para mantenerse.

Su familia no era poseedora de una enorme fortuna; su madre era dueña de un taller mecánico mientras que su padre dirigía una cafetería a dos cuadras de casa. Ambos negocios iban bien pero la popularidad de cadenas grandes como Starbucks o cadenas más especializados en la reparación de autos y venta de piezas lograban, de algún modo, opacar los comercios de sus padres.

Naruto como Menma sabían el esfuerzo que sus padres hacían cada día desde que ellos entraron a la universidad. No era que tuvieran que decirlo, lo entendían a la perfección e intuyeron que la razón por la cual sus progenitores les pedían vivir juntos era para solventar el gasto sin sentirse tan presionados. Menma tuvo que aceptar la idea y adaptarse a su nueva etapa de vida siendo acompañado por Naruto.

El miércoles él tenía una sola clase en la tarde. Pudo dormir hasta la una del mediodía, pero a pesar de eso no dejaba de sentirse un poco agotado; seguramente por las noches en vela que pasó haciendo tareas y proyectos.

Naruto era el único en el departamento pues Menma ya había salido. Y aunque no conocía completamente el horario de su hermano, sabía que si no estaba estudiando o adelantando tareas, estaba trabajando en el negocio de Juugo. No recordaba exactamente de qué se trataba pero Menma siempre llegaba molido.

Néctar de Lavandas [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora