Mafe siempre había pensado que era herpetofóbica, porque jamás habría pensado que iba a estar tan contenta de ver a una rana.
El carnero se derrumbó con el golpe de la esfera y cayó de lado, pese a la apariencia liviana de aquella pelota de luz, el golpe había sido suficiente para interrumpir el giro de los piñones mecánicos en la cabeza del carnero, donde al igual que un humano, poseía su centro locomotor. La flecha voló hacia Mafe pero Rana extendió una de sus patas delanteras y la hizo detenerse en el aire y clavarse contra el suelo. Bustos finalmente soltó su agarre de la silla de montar, viendo como tenía sus manos rojas y con pequeñas ampollas, pero tan pronto alcanzó a ver a la rana, sonrió y se permitió finalmente perder la consciencia. Rana cayó a los pies de Mafe y le preguntó si podía subirse a su hombro, Mafe se agachó para soltar a Arturo, que seguía rígido y la dejó hacerse. Le parecía que se veía aún más cómica con la pequeña capa roja que llevaba.
Llegó hasta Bustos y logró despertarlo con un par de palmadas y un golpe en la frente con los nudillos. El carnero parecía completamente frito porque tenía los ojos apagados y las planchas habían dejado de resonar. El peligro que representaba parecía haber terminado.
-Es un autómata y es... no me digas que llegó Yvain- dijo Rana tocando el cuerpo de la bestia.
-¿Quién?- Preguntó Mafe.
-¿Los perseguía de casualidad una guerrera que usaba un arco gigantesco de diamante rojo?
-No sé qué es diamante rojo, pero sí, una tipa como dices me dejó este brazo así- susurró Bustos.
-Te lo curaré, pero primero debo abrir el vórtice- Rana miró hacia donde estaba la salida. -Yvain es de los sabuesos del rey más eficaces, un monstruo creado para perseguir y destruir de la manera más eficaz.
-¿Cual rey?
-El rey Sefos, el señor de la Gran caravana, la mano de la noche, guía de los mayores y dignos de sentarse en su mesa...
-No, no me suena de nada, pero a ver ¿porqué la sicaria del rey ese está aquí?
Rana se volteó y señaló el sombrero de "50" tirado en el suelo.
-Esa cosa pronunció mi nombre a pesar de que le dije que no lo hiciera. Probablemente el rey lo supo al instante y la envió a través de un vórtice.
-No me digas, el rey ese es una de las personas que te siguen.
Rana encogió sus hombros.
-Como sea, es hora de abrir el vórtice, la varita se resistirá a mí al principio, sin embargo creo que será sencillo abrirlo ¿ya llegaron sus amiguitos?
-Están afuera, con las mirlas.
-Bien entonces ¡Mirla! Nos iremos en el momento en el que pongan un pie aquí.
La mirla que inteligentemente se había posado en una de las vigas metálicas del techo del centro comercial bajó revoloteando, lo que le dio cierta rabia a Bustos, pero no podía culparla, pues era un ave y había estado a punto de morir ya. Rana le dijo y al instante la mirla cerró los ojos.
-Espera, espera, sí, nos vamos ¿y qué? ¿Y Arturo?
Los tres voltearon a mirar el niño, que parecía que seguía en shock porque se le escurría la baba por el mentón. Mafe le puso una mano en el hombro y con una voz más clara de lo que le había escuchado nunca Bustos dijo:
-¿Dónde está tu mamá?
-¿Las mujeres que nos ayudaron luego no vinieron?- Preguntó Rana.
-No...-dijo el niño
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Vórtices
FantasyLa vida de Sebastián Bustos da un giro de 180° el día en el que conoce a una rana parlante mágica y la ayuda a escapar de unos misteriosos sujetos. Juntos unirán fuerzas para emprender la búsqueda de un libro de hechizos capaz de hacer que la rana...