Evangeline Lovegood
9 PM.
Me vestí para la cena y revisé el reloj que colgaba en una pared, era hora de bajar y mis nervios estaban a flor de piel, que tal si el señor Malfoy quiere conversar conmigo y me pongo en ridículo de nuevo frente a él.
Salí de la habitación y me dirigí a las escaleras, en la parte inferior de los escalones, me encontré con mis amigas, quienes estaban sonriendo mirando a mi dirección.
Al entrar al comedor, el ambiente se sintió acogedor y afectuoso, en la mesa larga había un par de velas encendidas y un candelabro de lujo que colgaba del techo iluminando unos platillos con apariencia deliciosa.
El señor Malfoy entró al comedor con una botella de vino, no pude evitar mirarlo, fascinada por su elegancia y apariencia varonil. Llevaba una camisa blanca de botones que acentuaba el contorno de sus músculos. Mientras se acercaba, sus ojos se encontraron con los míos y sentí una oleada de calor en mi rostro que oculté evadiendo su mirada.
—Buenas noches, señoritas.— Lucius destapó el vino y llenó delicadamente cada copa con el líquido rojo intenso.
—Buenas noches, señor Malfoy.— Dijimos al unísono y Pansy me dedicó una mirada cómplice, sabía a lo que se refería pero no le presté atención.
Traté de no ponerme nerviosa, al ver qué el señor Malfoy se sentó a mi lado, en la cabeza de la mesa.
—Me disculpo por la tardanza, Théodore envío una carta, no podrán venir en un par de días.— Draco se apresuró a tomar asiento del otro lado de la cabeza de la mesa.
—¿Que? creí que solo vendría Blaise.— Hermione susurró pero lo escuché a la perfección.
Juro que podía sentir mi corazón latir en mi garganta.
—Blaise vendrá en unos días... Y no te preocupes por Nott, hablaré con él.— Susurró de vuelta tranquilo y comenzó a comer.
Al principio la conversación fue ligera mientras saboreaban el vino. Cuando la botella se acabo, Lucí fue por otra ganando una mirada de desaprovacion por su padre.
Pronto en la mesa se intercambiaban bromas sobre acontecimientos cotidianos. Sin embargo, de forma lenta pero segura, comenzaron a descubrir temas más profundos.
De vez en cuando el señor Malfoy servía más vino en la copa de Evangeline, provocando que sus mejillas se incendiaran en un color carmesí más intenso que el de el mismo vino.