Cloé Monet
7:33 a.mCómo todos los sábados por la mañana, los Slytherins teníamos el permiso del profesor Snape para entrenar en el campo de Quiddich.
Joder, no creo llegar a tiempo. Cómo ya era bastante tarde, tomé una ducha rápida y corrí en dirección al campo.
Campo de Quiddich
Al llegar, me posicioné detrás de algunos jugadores para no llamar la atención y ganarme una sanción del capitán.
—Llegas tarde.— Draco se coló a mi lado mientras escuchábamos las estrategias del capitán del equipo para derrotar a Hufflepuff en el próximo partido.
Malfoy y yo eramos compañeros de clase y ambos jugábamos Quidditch, pero en muy pocas ocasiones cruzabamos palabras y miradas, era extraño que me hablara directamente.
—Lo sé, Malfoy.— Tomé mi escoba fingiendo prestar atención al capitán.
—Muy bien, en posicion... Ya saben que hacer.— Urquhart nos dió señal para comenzar a entrenar.
Me monté en mi escoba, y como guardiana del aro era mi turno de proteger mi área atrapando los Quaffles enviados por dos cazadores que pretendían ser del equipo contrario.
Durante la media hora de mi práctica individual, Draco observaba atentamente cada uno de mis movimientos, probablemente juzgando todo lo que hacia.
Una vez que terminé, descendí en mi escoba para tomar un descanso, estando a la mitad del camino, Draco a toda velocidad pasó a mi lado, haciéndome perder el equilibrio y caer de mi escoba.
—FÍJATE POR DONDE VAS, IDIOTA, ME PUDISTE HABER LASTIMADO O FRACTURADO UN HUESO.— Grité sobando mis rodillas.
Draco me sonrió malicioso. —¿De verdad lo crees? Me pareces bastante flexible. ¿Tal vez podrías darme algunas lecciones después de la práctica?— Volaba cerca de mi mofándose de mi.
Bajó de su escoba para tenderme una mano, no me iba a dejar de el, así que me levanté furiosa del pasto empujándolo haciéndo que retrocediera.
—No es culpa mía que tú culo se vea increíble montando la escoba, me ha distraído, querida.
—¡Cállate Malfoy, deja de ser repugnante, volvamos a la práctica!