Capitulo ocho - Esto es una verdadera locura

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Ya no sabía qué hacer; quería salir corriendo de ahí. Observé a mi alrededor, las personas sorprendidas por la acción de Levi al tomarme de la muñeca, tal vez era la primera vez que lo veían hacer eso.

De pronto, una persona aparentemente familiar de él se acercó y le dijo: "Levi, suelta a esa muchacha. Petra te está esperando." La sorpresa se apoderó de mí al escuchar el nombre.

Petra Ral, claro, ella era una de las amigas de la odiosa de Génesis. No podía olvidar ese nombre; esa mocosa era la primera en poner mi cabello de puntas. Con su sola presencia, lograba sacar lo peor de mí. Era discriminadora, creída y berrinchuda, la típica hija de papá.

—Oh, ¿tú? Mira nada más quién está aquí. Génesis, no puedo creer que tu sirvienta esté aquí.

—Deberías estar trabajando en mi casa. Me da pena ajena verte aquí.

Maldita sea, tenía que llegar Génesis y malograr todo. Ahora era la burla de todos, menos de Levi y Zeke, que me miraban con sorpresa. Tenía ganas de llorar, pero contuve mis lágrimas. Sin más que hacer ahí, quise retirarme, pero antes.

—Antes que nada, ya verás en la casa. Hablaremos con mamá, y muy seriamente, mocosa.

Levi intentó detenerme nuevamente, pero su pariente lo detuvo antes de que pudiera tocarme. Salí corriendo, para colmo estaba lloviendo y me resbalé, cayendo en un charco y embarrándome por completo. Grité fuertemente de rabia y no pude evitar contener las lágrimas. La mezcla de enojo, vergüenza y tristeza se reflejaba en cada gota de lluvia que caía sobre mí.

Mis lágrimas se mezclaban con la lluvia mientras corría empapada y embarrada.

Por otra parte, Levi, lleno de determinación, desafiaba a Kenny para salir en busca de Hange, la persona que ocupaba un lugar especial en su corazón. La ofensa hacia Hange solo aumentaba su impaciencia por encontrarla y asegurarse de que estuviera a salvo.

Zeke, preocupado por Hange, se cruza en el camino de ella, ofreciendo su ayuda.

—Sube, por favor, no te encuentras en condiciones de andar a solas por estas calles.

Sorprendida por Zeke, en ese instante anhelaba mi propio espacio, pero él insistía. Cediendo, subí a su auto y nos dirigimos a un parque cercano para conversar.

—Conocias a Levi, es sorprendente, porque ese hombre no tocaria ni al mismo diablo –Saca un cigarro y lo prende– primero que nada, no me pareció correcta la forma en la que tu hermana te hablo. Te dejo mal ante todos, lo poco que llevo conociéndote déjame decirte que eres una gran chica, con un gran potencial, me caes muy bien, te considero una amiga mía, te ganaste mi amistad, Hange

—Gracias Zeke, pensé que tú eras como los demás, osea que buscan tener ya sabes, solo acercarse a una mujer por provecho

Entre risas, Zeke aclaró que aunque pudiera parecerse a esa descripción, su intención era simplemente buscar lo mejor para sus amigos.

—Nuevamente te agradezco por considerarme amiga tuya, en mi también tendrás un consuelo, aunque no soy buena con las palabras.

Zeke, con su tono amistoso, le sugirió que fuera a casa y hablara con su madre sobre el comportamiento de su hermana. Además, reiteró su apoyo y se ofreció a llevarla a casa

Al llegar a casa, me encontré con Claire, quien al verme no dudó en acercarse y abrazarme, preguntándome qué había sucedido. Mis emociones se desbordaron mientras le contaba la desagradable situación en la fiesta.

—Oh dios mío, esa mocosa me está cansando, pero me va a encontrar. No puedo creer que haya dicho todo eso, es tan grosera. Hiciste bien en dejarla callada.

Claire expresó su frustración hacia el momento incomodo que pasó Hange

—Pude ver a Levi, él me observaba pero no hizo nada...

—Esto es sorprendente...–ambas escuchan un fuerte ruido de la puerta. –Miren quién llegó, la reina de la casa.

Claire miró con molestia a Génesis, su mirada transmitía odio y ganas de querer lanzarse a golpearla.

—Mira, Claire, contigo no pienso hablar, menos con esta.

Hange volteó a verla con molestia y le dijo,
—¿Cómo me llamaste?

—¿Estás sorda?, te llame esta, porque tu nombre me causa náuseas.

—¡Maldita!, estoy cansada –La abofetea

—¡¿Qué está pasando aquí?!— La voz de la madre interrumpe la situación. Ella toma a Hange del brazo y las separa.

—Mamá, me abofeteó –dice Génesis mientras su madre la abraza.

Mi mamá me observó con enojo, y yo me sentía tan mal. Quería llorar, realmente quería hacerlo, y no pude contenerme más. Rompí en llanto, mi cuerpo se tensó, y lo que más me dolió fueron las palabras que dijo mi madre.

–¡LÁRGATE DE MI CASA, AHORA! –La sentencia de mi madre resonó en la habitación, añadiendo una capa de dolor a la ya complicada situación.

—Mamá, ¿cómo puedes hacer esto? Es tu hija, TU HIJA. Mamá, razona.

—No digas nada, Claire. Quiero que se largue y que nunca más vuelva a esta casa.

—Yo me voy, Claire. Tranquila, pero eso si...–Se acerca a su madre y, ya frente a ella, le dice, –Estás muerta para mí. Te olvidas que tienes una hija. Ya no me importa nada. Ya sé lo que valgo para ti. Espero que algún día te des cuenta de que está no es Génesis. Adiós.

Hange subió a su habitación y cerró la puerta con fuerza, sintiendo el peso de las emociones. Mientras preparaba sus maletas, las lágrimas caían en silencio, deseando liberar la frustración acumulada y encontrar consuelo en la nueva realidad que se avecinaba.

—Hange, no te vayas por favor –Dijo Claire entre lágrimas

Hange abrió la puerta, tenía sus ojos rojos por el llanto. Miró a su hermana y, con voz entrecortada, dijo: –No puedo quedarme aquí. Necesito encontrar mi camino. Pero siempre seré tu hermana, Claire.

—Ella es mala, nos está separando Hange –Se lanza y abraza fuertemente a Hange– ¿Qué hago sin ti hermana?

Hange acarició suavemente la espalda de Claire y dijo con calma: –No dejes que nada ni nadie nos separe realmente. Aunque estemos lejos, siempre seremos hermanas. Encuentra fuerza en ti misma, y recuerda que te quiero mucho, Claire.

Después de unos segundos en esa posición, Hange se aventuró a abandonar la residencia. No volvería a poner un pie en esa mansión, donde guardaba gratos recuerdos y también momentos difíciles desde que llegó Génesis.

—Adiós...

Continuará

Los sueños si se hacen realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora