10. Los policías.

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎.

Nix, con el corazón latiendo con fuerza, aprovechó el momento de distracción para escapar del automóvil. El sonido de las sirenas de la policía se acercaba rápidamente, pero Jeff no se quedó atrás. Atrapó a la joven antes de que pudiera alejarse y la arrastró consigo, también tomó a Liu, quien yacía herido en el suelo.

— Tú y yo nos vamos a un lugar seguro, mis dos adorables prisioneros. —sonrió siniestramente mientras avanzaba hacia una cabaña abandonada en medio del bosque.

Nix y Liu fueron forzados a entrar en la cabaña, donde los mantuvo cautivos. Una vez allí, se aseguró de atar sus manos y pies, dejándolos sin posibilidad de escape. La tensión en el aire era palpable, y la pelinegra sabía que debía mantener la calma para encontrar una manera de liberarse y proteger a su ahora nuevo amigo.

— ¿Por qué haces esto? ¿Por qué estás obsesionado conmigo? —intentó obtener respuestas, aunque sabía que la mente retorcida de su captor no sería fácil de entender.

Jeff rió, un sonido desagradable que le hizo estremecerse

— Oh, mi dulce Nix, no necesitas entenderlo. Solo necesitas aceptar que estás destinada a ser mía, sin importar lo que suceda. No importa cuántos obstáculos se interpongan en nuestro camino.

Liu, herido pero consciente, miró a su amiga con determinación. Sabía que debían encontrar una manera de escapar antes de que volviera y llevara a cabo sus amenazas.

La sirena de la policía se escuchó nuevamente, esta vez más cerca de la cabaña. Jeff maldijo en voz baja y se alejó de sus prisioneros.

— No se muevan de aquí. Voy a encargarme de esos malditos policías. Y si intentan algo, Nix, recuerda que Liu sufrirá las consecuencias.

Con un cuchillo en mano, se adentró en el bosque en busca de los policías que se habían aventurado en su territorio. Nix y Liu estaban solos, atados y asustados en la cabaña. El tiempo corría en su contra, y debían encontrar una manera de liberarse y escapar antes de que Jeff regresara.


Él se adentró en el espeso bosque, decidido a eliminar cualquier amenaza que los policías pudieran representar para su obsesión. La oscuridad del bosque parecía abrazarlo, y el sonido de sus propios pasos se mezclaba con el susurro de las hojas y el crujir de las ramas bajo sus botas.

El cuchillo que sostenía en su mano destellaba débilmente a la luz de la luna oculta tras las nubes. Cada paso que daba estaba lleno de determinación y sadismo. La búsqueda de los policías se convirtió en un juego retorcido para él, uno en el que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar.

La sirena de la policía se escuchaba más cerca, guiándolo hacia su objetivo. Jeff se movía con sigilo, aprovechando su conocimiento del bosque para evitar ser detectado. Sus sentidos estaban alerta, y su mente estaba llena de ansias de venganza.

Finalmente, avistó a los policías, quienes se adentraban más y más en el bosque. Se ocultó en las sombras, observándolos. Sabía que no podía enfrentarlos directamente, al menos no con el cuchillo como su única arma. Debía ser astuto y esperar el momento adecuado.

Los policías parecían confundidos, buscando a Nix y a Jeff sin éxito. La situación se volvía más tensa con cada minuto que pasaba. Aprovechó la oportunidad cuando uno de los policías se alejó del grupo. Se deslizó silenciosamente detrás de él y, con un movimiento rápido y preciso, lo inmovilizó.

El otro policía, alertado por la conmoción, se giró para enfrentarlo, pero no fue rival para la destreza y determinación del obsesionado hombre. Con rapidez, logró inmovilizar a ambos policías y los dejó atados y amordazados, antes de desaparecer nuevamente en la oscuridad del bosque.

Ahora tenía el control, había eliminado una amenaza, y estaba decidido a regresar a la cabaña donde tenía a Nix y Liu. La obsesión ardía en sus ojos mientras se dirigía de vuelta a su cautiverio, convencido de que ella nunca escaparía de su dominio.

[...]

Al entrar en la cabaña Nix levantó la mirada hacia él con determinación, mientras Liu, aunque herido, mantenía una mirada desafiante.

— No vas a salirte con la tuya, Jeff. La policía está cerca, y te atraparán tarde o temprano —habló con valentía, a pesar de la situación desesperada en la que se encontraban.

Sonrió con arrogancia, creyendo que tenía el control total. — Oh, mi dulce Nix, no importa lo que intentes. Siempre te encontraré, y nunca podrás escapar de mi obsesión.

Liu, con voz débil pero firme, intervino: — No importa cuánto intentes retenernos, Nix no será tuya. Y cuando la policía llegue, estarás acabado.

En ese momento, el sonido de las sirenas de la policía resonó nuevamente, esta vez mucho más cerca de la cabaña. Jeff maldijo entre dientes y miró hacia la puerta, donde la amenaza de su captura se acercaba peligrosamente.

— No pueden detenerme. No mientras tenga a ambos como rehenes. —gruñó, con el cuchillo en mano—. Además, ellos no son rivales para mí.

Le guiño un ojo y nuevamente salió del lugar.







𝗜𝗡𝗙𝗜𝗟𝗧𝗥𝗔𝗗𝗢 𝗘𝗡 𝗟𝗔𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦
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Infiltrado en las sombras ➝ Jeff The Killer [Creepypastas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora