15. La pesadilla.

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟓.

En el confuso umbral entre la vigilia y el sueño, Nix se sumergió en un paisaje onírico oscuro y distorsionado. El bosque se convertía en un laberinto interminable, donde los árboles se retorcían con formas grotescas, sus hojas susurrando secretos ininteligibles. Los susurros se mezclaban con risas siniestras, y en la penumbra emergía la figura de Liu, su amigo, pero su rostro estaba desfigurado, como si una sombra amenazante lo consumiera.

Ella corría desesperadamente entre los árboles retorcidos, su corazón latiendo con la fuerza de un tambor. Cada vez que se volvía para mirar hacia atrás, veía a Liu acercándose con una expresión vacía, sus ojos vacíos de todo rastro de humanidad. La risa de Jeff se intensificaba, envolviéndola en una cacofonía aterradora.

El bosque parecía no tener fin, y se sentía atrapada en un bucle surrealista de persecución. Los árboles se inclinaban hacia ella, sus ramas alargadas convirtiéndose en garras que intentaban atraparla. El suelo temblaba bajo sus pies, y el cielo, en lugar de estrellas, estaba lleno de ojos que la observaban con malévola curiosidad.

Finalmente, exhausta y sin aliento, llegó a un claro en el bosque. En el centro, Liu la esperaba, su figura distorsionada por las sombras. Se acercó lentamente, como una marioneta movida por cuerdas invisibles. Al mirar sus ojos vacíos, Nix sintió un frío penetrante que se apoderaba de su ser.

De repente, el claro se oscureció, y la risa de Jeff se convirtió en un rugido atronador. El contrario, ahora una marioneta poseída, la agarró con fuerza. Intentó gritar, pero no salía sonido de su boca. La risa siniestra resonaba en sus oídos mientras Liu la arrastraba hacia la oscuridad.

Justo cuando parecía que el abismo la consumiría, despertó con un grito ahogado. El sudor empapaba su frente, y su corazón aún latía con fuerza. Parpadeó, tratando de reconciliar la pesadilla con la realidad. La luz tenue del amanecer filtrándose por las cortinas reveló la habitación, pero algo no estaba bien.

Su mirada se encontró con la ventana, y allí, en la penumbra del amanecer, estaba Jeff. Su figura distorsionada se recortaba contra el vidrio, una sonrisa psicópata dibujada en su rostro. El terror se apoderó de la joven al darse cuenta de que el horror de su sueño se había fusionado con la realidad.

— No puedes escapar, pequeña. Siempre estaré aquí —susurró, su aliento empañando el cristal.

Nix, paralizada por el miedo, observó impotente mientras él desaparecía en las sombras. La pesadilla no había terminado; apenas comenzaba.

[...]

El eco de la risa siniestra de Jeff aún resonaba en la mente de Nix cuando, con el corazón aún acelerado, se incorporó en la cama. La oscuridad de la habitación la envolvía como un manto de incertidumbre. Se quedó inmóvil, recorriendo con la mirada cada rincón en busca de algún indicio del psicópata que la acechaba en sus pesadillas.

La luz del amanecer, pálida y fría, empezaba a filtrarse por las cortinas entreabiertas. Se esforzó por tranquilizarse, convenciéndose de que solo había sido un sueño. Sin embargo, la sensación de vulnerabilidad persistía, como si las sombras guardaran secretos oscuros.

De repente, la puerta de la habitación se entreabrió lentamente. El corazón de Nix latió con fuerza mientras se preparaba para enfrentar lo desconocido. Para su alivio, fue su madre quien entró, aunque algo parecía diferente. La mujer avanzaba con pasos lentos y torpes, sosteniéndose en una muleta debido a la enfermedad que la aquejaba.

— Mamá, ¿estás bien? —preguntó con preocupación al verla.

La madre de Nix, con una sonrisa amorosa, se acercó y acarició su mejilla. — Todo está bien, cariño. Estoy aquí, siempre aquí.

Aunque el encuentro era reconfortante, la lentitud de los movimientos de su madre contrastaba con la imagen de Jeff que aún persistía en su mente. Nix luchaba por reconciliar la realidad con las sombras de sus sueños.

— Tu amiga Claire está en la sala de estar. Parece preocupada. Ve a verla. Yo estaré bien —dijo con voz tranquila, como si leyera la inquietud en los ojos de su hija.

Asintió y se dirigió hacia la sala de estar, donde Claire la esperaba con ansias. Sin embargo, un susurro de duda persistía en su mente. La risa del pelinegro aún resonaba en su memoria, y la imagen de su madre moviéndose con dificultad la llenaba de un temor silencioso.

Claire se levantó al verla, abrazándola con fuerza. — ¡Nix, finalmente estás aquí! Estábamos tan preocupadas.

Ella, tratando de apartar los recuerdos oscuros, sonrió débilmente. — ¿Qué está pasando? ¿Cómo llegué a casa?

Le explicó que la policía encontró la cabaña abandonada, pero no había rastro de Jeff. Luego, un oficial la llevó de vuelta a casa, asegurándose de que estuviera a salvo. La normalidad de la explicación chocaba con la pesadilla que Nix había experimentado.

Justo cuando comenzaba a sentir un respiro de alivio, su madre ingresó a la sala, moviéndose con la misma lentitud. Claire le lanzó una mirada de comprensión, pero la madre de Nix se acercó y la abrazó.

— Todo está bien, mi amor. Estás en casa, a salvo.

Aunque la afirmación era reconfortante, su mente seguía lidiando con la dualidad entre los horrores de sus sueños y la realidad aparentemente serena. Mientras intentaba tranquilizarse, le susurró al oído:

— No temas, Nix. Siempre estaré aquí, protegiéndote.

El susurro resonó en su mente, un eco inquietante que dejaba preguntas sin respuesta. Mientras Nix se sumía en sus pensamientos, una sombra se deslizaba fuera de la ventana. Jeff, en la penumbra del amanecer, observaba la escena con una sonrisa retorcida. El terror persistía, extendiéndose más allá de los límites de la realidad y los sueños.





𝗜𝗡𝗙𝗜𝗟𝗧𝗥𝗔𝗗𝗢 𝗘𝗡 𝗟𝗔𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦
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Infiltrado en las sombras ➝ Jeff The Killer [Creepypastas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora