7. La obsesión.

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𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕.

Los dedos temblaban incontrolablemente mientras luchaba con las cuerdas que aprisionaban sus muñecas, como si su destino dependiera de ese preciso instante. La habitación se hallaba inmersa en un silencio opresivo, solo interrumpido por el sonido de las cuerdas rozando su piel. El sudor perlaba su frente, pero se obligaba a sí misma a contener la respiración, consciente de que cualquier ruido podría delatar su intento de liberación. A escasos metros de distancia, Jeff dormía, su respiración regular, ajeno al tormento de Nix.

—Vamos, vamos... —susurraba para sí misma, mientras sus dedos, aún temblorosos, se movían con una determinación feroz. Cada movimiento era una carrera contra el tiempo y la paranoia de que pudiera despertar en cualquier momento. Finalmente, con un último esfuerzo, logró que una de sus manos quedara libre. El alivio inundó sus sentidos, pero su corazón seguía latiendo con la intensidad del miedo.

Pero su alivio fue efímero, eclipsado por el terror que le provocó el rastro de sangre seca que surcaba el suelo de la habitación. La imagen era macabra y siniestra, una evidencia clara de que no era la primera ni la única persona que había sufrido en ese siniestro lugar. Cautamente, Nix se puso de pie y exploró la habitación con la mirada, preguntándose quiénes más habrían sido víctimas del tormento de Jeff. La idea de que él hubiera sometido a otros a este mismo calvario la llenó de un miedo insoportable.

La habitación, en su decadencia, se convirtió en testigo silente de atrocidades pasadas. Las paredes desgarradas estaban llenas de cicatrices, como si los lamentos de quienes habían estado allí antes se hubieran impregnado en cada centímetro de aquel espacio.

El tiempo no estaba de su lado, y su única vía de escape era una ventana que se erguía desafiante ante ella. Con manos que temblaban como hojas en el viento, la joven abrió la ventana con sigilo, dejando que el aire fresco de la noche llenara la habitación. La oscuridad del exterior la envolvió, y su mente se debatía entre el miedo y la determinación.

Sin pensarlo dos veces, saltó por la ventana. La caída fue brusca, y un dolor agudo le recorrió los tobillos al aterrizar en tierra firme. Maldijo en silencio su falta de previsión al no elegir una ubicación más baja para su fuga, pero el dolor era un precio que estaba dispuesta a pagar por su libertad. La adrenalina fluía por sus venas, y su mente ardía con una determinación inquebrantable.

Corriendo a través del bosque, los árboles se alzaban como gigantes oscuros que la acechaban. Sus hojas susurraban secretos ancestrales, y el viento jugaba con sus cabellos mientras su respiración agitada se fundía con la naturaleza que la rodeaba. El miedo la perseguía, como una sombra imposible de sacudir.

Mientras avanzaba, el sonido de los pasos de Jeff siguiéndola se hacía cada vez más evidente. Los crujidos de sus botas contra las hojas secas se mezclaban con el latido desbocado de su corazón. Jeff estaba decidido a atraparla, y ella sabía que debía encontrar ayuda, que no podía permitir que él la arrastrara de nuevo a la pesadilla de la que había escapado.

— ¡Nix! —la voz de Jeff la alcanzó, impregnada de una malicia y obsesión que la congelaron de terror—. ¿Dónde crees que vas, linda?

Se negó a mirar atrás, sabía que si lo hacía, quedaría atrapada en el abismo de su obsesión. Siguió corriendo, sus pensamientos llenos de preguntas sin respuesta. ¿Qué quería Jeff de ella? ¿Por qué la perseguía con tal determinación y sadismo?

Los árboles parecían cerrarse a su alrededor, y la oscuridad del bosque se volvía cada vez más densa a medida que avanzaba. Pero Nix no podía permitirse detenerse. El miedo la impulsaba, y la necesidad de escapar de la obsesión la llenaba de una determinación feroz.l

Mientras avanzaba, la obsesión se volvía aún más evidente. La voz de Jeff, llena de deseo y posesión, resonaba en su mente.

— Nix, eres poderosa. Eres la única que puede ser mi reina. Debes aceptarlo, querida. —Sus palabras eran como un susurro tenebroso que se entrelazaba con el murmullo del viento y el crujir de las hojas bajo sus pies.

Nix sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras las palabras de Jeff la acosaban. ¿Qué tipo de pesadilla era esta? No podía ceder ante sus insanos deseos, pero su determinación se veía desafiada en cada paso que daba.

Justo cuando parecía que estaba a punto de alcanzar la carretera, el mundo se volvió negro a su alrededor. El suelo desapareció bajo sus pies, y se sintió cayendo en un abismo sin fin. En medio de la oscuridad, solo escuchó la risa de Jeff, una risa cargada de locura y obsesión que retumbó en su mente.

Nix se hallaba atrapada en un mundo de pesadillas, un mundo donde la obsesión de Jeff se volvía más insondable y peligrosa con cada paso.




𝗜𝗡𝗙𝗜𝗟𝗧𝗥𝗔𝗗𝗢 𝗘𝗡 𝗟𝗔𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦
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Infiltrado en las sombras ➝ Jeff The Killer [Creepypastas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora