Siete

5 3 0
                                    


Cuando era niña, los sirvientes solían engalanarme con una indumentaria recarga de adornos y trajes ajustados que pretendían marcar mi figura con corsés. Era agotador tener que lidiar con los mareos, pero al parecer no duró mucho; el corsé fue el principal cambio de vestimenta en mi vida. Los vestidos fueron cada vez menos pesados y las medias surgieron. La primera vez que me enfundé en el ligero tejido me encantó como la seda acariciaba mi cuerpo desnudo, aunque no tardé en darme cuenta de que dejaba una capa de sudor sobre mi piel.

Actualmente la costura de las medias se retuerce constantemente en la parte trasera de mis piernas y la tela es cada vez más escasa en la parte inferior del vestido. Mantener el aspecto adecuado ha dejado de resultar glamuroso, y ahora que voy a viajar con el embajador, es incluso peor. 

Desde su visita he dedicado poco tiempo a mis tareas. En vez de trabajar, me han estado, midiendo y enseñando normas del protocolo. Todo esto me está impidiendo emplear mis habilidades en la hermandad y también me está dejando mucho espacio para darle vueltas a mi mente. La imagen de mi pasado como exterminadora de vidas inocentes está grabada a fuego en mi mente. Podría pedirle a Elizabeth renovar mi memoria, pero influiría en ser una persona distinta y no quisiera terminar con un colapso cerebral. 

Es demasiado para asimilar todo, así que decido contar los vestidos y ver el tipo de maquillaje que voy a necesitar. Vestidos para la gala, vestidos para las entrevistas, vestidos para las fotografías. Vista la cantidad de seda y tul que va llegando a mi habitación, no estoy deseando ponerme ninguno.

------------------------------------------------------------A-----------------------------------------------------------------

Elizabeth se ha mudado a mi habitación.

 Se supone que debo conocer todo lo que Gustav y Adam solían aprenderse por mí. Tengo que memorizar a todos los oficiales de la hermandad, los nombres de sus esposas, donde residen y las principales exportaciones de sus secciones. Nebulous cuenta con un primer ministro y luego en cada sección hay un ministro de gobierno. Los puestos se heredan de padres a hijos, siempre que el hombre tenga un hijo varón. Un oficial de la hermandad jamás puede legar su cargo a una mujer por lo que en caso de no tener un primogénito varón se llevará un comunicado a los grandes oficiales de la hermandad en donde elegirán al sucesor y estará en consideración la heredera principal. Es demasiada información de la que aprendí en la institución y no me imagino para que me servirá. No voy a entablar más que conversaciones triviales y aunque en mi caso entra la última regla, sé que al estar en "consideración" es otra forma de decir que no lo estoy y sobre todo tratándose de un puesto tan importante como el de primer ministro.

- ¿No crees que es mucha información para un solo día? – le pregunto a Elizabeth después de la sexta hora de interrogatorio sobre Moorland.

- No sé ¿por qué no llamamos a el embajador y se lo preguntas? – exclama, claramente tan cansada de esto como yo, pero preocupada por enviarme sin una buena preparación.

- Entonces como acompañante, ¿no podré hablar con nadie el día de la gala? – pregunto recordando las reuniones en las que me acompañaba Adam y lo único que hacía era sentarse y permanecer en silencio.

- Solo si se dirigen a ti y únicamente para entablar una conversación informal.

- Esto es ridículo. – digo sin molestarme en expresar mi fastidio. – es decir, ¿el embajador no tiene el personal suficiente para que alguien más sea su vocero? Por qué a mi parecer seria lo mismo si yo no asistiera.

- Por supuesto que lo tiene, pero hay otro asunto entre todo esto. -Elizabeth vacila. – tu actitud con él es un tanto familiar, sobre todo con el asunto de dirigirse al embajador por su nombre.

Affliction - CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora