Mi querida condena

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Hoy me doy cuenta que tus pesadillas pueden proyectarse en la realidad. Acaso, ¿todo se había terminado? Dos lágrimas recorrieron mis mejillas buscando mis labios. Tenía derecho a una explicación.

Me retiré sin más tardío. La impotencia y la tristeza son, ahora, mis acompañantes. Y mi corazón se preguntaba una y otra vez el por qué de tal repentina ruptura. No lograba aceptarlo, supo demostrarme demasiado en tan mucho, supongo que aquello era una de mis debilidades, y es que, ¿quién mejor que él, que me conozca hasta tal punto de la locura?

Mis ojos querían llover y a mí solo me mataba la intriga por saber las razones escondidas tras aquellas masivas palabras. Me sentía derramada sobre mi existencia, esa existencia que no era tan poderosa, ni famosa, pero por suerte para mí, muchos saben que no ha muerto.

Había recibido impulsos extranjeros para ir en busca de las tan buenas razones que se suponía que tenían que ser para hacer estremecer mi corazón y cortar los hilos de las ilusiones. Y, ¿podría decir que las había conseguido?

Bueno, sí, pero no eran razones coherentes, así que doy por sentado de que por muy simples que fueron sus palabras, tuvieron el poder de paralizar el tiempo como si fuese a venir el apocalipsis, y es que él fue mi apocalipsis.

Cruda realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora