Nunca quise perderle.

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Cada vez extraño más cosas de él. Como los besos con los que adornaba las caricias que me daba.

Y no quiero admitir que me hace perder el juicio por completo cada vez que tengo en presencia su mirada penetrante.

Porque mis escritos no hacen más que susurrarme su nombre, como aquella canción que tocaba en el fondo del silencio del parque, el chico de la guitarra.

Y es que las canciones románticas ahora me saben a él más que nunca, y nunca fue realmente cuando quise perderle.

Cruda realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora