*advertencia aquí hay un poco de obscenidad leve*
El Gran Premio de Japón había llegado a su fin, y con ello, otro campeonato de constructores. Para Christian, había sido una gran semana, por supuesto. Había celebrado y se sentía orgulloso de su equipo, de Max y de Checo, por todo lo que habían logrado al volver a ser dominantes.
Sin embargo, al mismo tiempo, había estado preocupado durante la semana, ya que su esposo había sido operado de la rodilla debido a un accidente durante las vacaciones. Christian no había dejado de monitorear todo desde la distancia. Todos los días enviaba mensajes como: "¿Estás bien? ¿Has limpiado la herida? ¿Has dormido bien?" También había mensajes como: "Mamá irá a visitarte para ver cómo estás", porque Christian planeaba hablar con su madre y pedirle que visite a su esposo. Sabía que Toto estaría trabajando como el adicto que es y porque se pondria nervioso ya que estaria faltando a un gran premio. (Y con razón, tuvo que dar ordenes durante la carrera estando en casa) y cuando su madre le dijera que Toto si estaba trabajando, Christian seguramente enviaría otro mensaje a su esposo diciendo: "Oye, maldito idiota, deja de ser un adicto al trabajo. Recuerda que tienes una incapacidad".
Finalmente, cuando regresó a casa, Christian pasó mucho tiempo mimando a su marido, y a Toto le encantó. Ambos se habían extrañado mucho. Les hubiese gustado celebrar el nuevo campeonato de Christian a su manera pero eso no importaba.
Ahora estaban juntos nuevamente, y cuando Christian preparaba el desayuno cuando sintió unos fuertes brazos rodeando su cintura.
"Buenos días", dijo mientras sonreía.
"No estabas en la cama", comentó Toto, apoyando la barbilla en el hombro de Christian.
"Bueno, tenía que hacer el desayuno", respondió mientras sacaba un panqueque de la sartén y apagaba la cocina.
"Yo quiero desayunar algo...", murmuró Toto, mordiendo suavemente la oreja de Christian.
"Cariño", advirtió Christian, mientras comenzaba a sentir los besos y lamidas en su cuello. "Dios... cualquiera diría que no hemos hecho nada en meses".
"Una semana se sintió como un mes", dijo Toto mientras movía sus manos por debajo de la camisa de Christian.
"Sí...", jadeó mientras Toto lo acorralaba más en la cocina.
Podía sentir las manos de Toto jugando con sus pezones y poniéndolos duros lentamente. Christian giró la cabeza en busca de los labios de su esposo, y este respondió rápidamente. Fue un beso desordenado, un frenesí de lenguas y dientes.
"No... tu... tu rodilla...", dijo Christian, sintiendo que su marido ya estaba duro detrás de él.
"No importa... podrías montarme...", respondió Toto, metiendo las manos en el elástico de los pantalones de pijama que usaba su esposo.
"Joder... Toto...", Christian dijo mordiéndose el labio. Sabía que cuando su esposo tenía un objetivo, lo cumpliría cueste lo que cueste.
"Además... no te he felicitado adecuadamente por tu campeonato", añadió Toto, dándole una suave palmada en el trasero, lo que hizo reír a Christian.
"Mmm... pero debes tener cuidado...", dijo Christian, tratando de mantener la coherencia y no caer en la tentación, aunque sus piernas ya estuvieran fallando.
"No pongas en duda mi resistencia física, cariño. Ven..." dijo Toto dándole otra palmada.
"Impaciente...", susurró Christian.
Y Christian cedió a la tentación, porque su marido sabía cómo convencerlo y porque no importaba si no llegaban a su dormitorio; estaban en casa y podían hacerlo donde quisieran.
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Nuestros dulces momentos
RomanceCortos realmente cortos, de Hornywolff/Wolffner, siendo unos dulces esposos.