Un Tesoro de Cartas - Lawlu

14: La conversación de dos pecadores

Sin embargo, antes de que pueda llegar a ninguna conclusión plausible, siente una sensación como de pluma contra su cuello. Lo siente una, dos veces, hasta que su cerebro finalmente descarta los pensamientos sobre la declaración de Luffy y en su lugar procesa la sensación de los labios de Luffy trazando un camino de besos en su cuello

Oh.

Luffy y Law redefinen lo que es una conversación en su noche de bodas.

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Silencio.

Law se golpea la nuca contra la puerta de su habitación y la de Luffy mientras exhala un suspiro de alivio. Cierra los ojos un segundo y respira hondo, encontrando alivio al escuchar por fin la tranquilidad. Se oye el débil sonido de la lluvia golpeando la cubierta del Thousand Sunny y las olas golpeando la orilla donde está anclado el barco. Pero en comparación con el caos que se está produciendo en el centro de Dressrosa, estos sonidos no son más que el tipo de tranquilidad que ha estado deseando.

Después de todo, han pasado dieciocho horas de la medianoche, dieciocho horas desde el caos de la primera boda de Law y Luffy.

Se le escapa una pequeña sonrisa al pensar en ello. Ya han pasado dieciocho horas desde que intercambiaron sus votos delante de su tripulación y su pequeña familia, dieciocho horas desde que sus promesas se sellaron con el roce de sus labios, y dieciocho horas desde que Shanks los anunció oficialmente como casados.

Busquemos un lugar donde establecernos.

Luffy lo declaró con tanto regocijo cuando Law le preguntó qué sería la siguiente estupidez que harían los dos. Realmente, qué estupidez para el Rey Pirata y un Emperador encontrar un lugar donde los dos pudieran formar su propia marca de paz. No hay lugar inmediato que cruzó por su mente. No hay un calendario inmediato de cuándo podrían empezar a buscar un lugar, y es ciertamente extraño, piensa Law, cómo ni siquiera siente un poco de incertidumbre por no tener planes inmediatos sobre su futuro.

Tal vez hace tiempo que esto debería haber ocurrido. Quizá Law tenga derecho al menos a esto después de todo lo que ha pasado. Quizá Law pueda permitirse por fin hacer esto, simplemente disfrutar de la vida.

Justo después de la ceremonia, a medianoche, Law y Luffy pasaron sus pequeñas horas con su familia, comiendo, bebiendo y bailando toda la noche junto a las luciérnagas en medio del vasto campo como los dos locos enamorados que realmente son. Pasaron las primeras horas escuchando el sonido del violín de Brook, que zumbaba tranquilamente en medio del frío de la noche, las bromas y risas de su familia y las interminables bromas de sus respectivas tripulaciones sobre su futura vida de casados.

Eran casi las cuatro de la madrugada cuando Brook tocó por fin la última nota de su violín. La mayor parte de su tripulación ya se había colado en el interior de la pequeña casa situada en medio del campo de flores, ocupando cualquier rincón libre mientras el sueño se apoderaba finalmente de ellos. Brook les había dado respetuosamente las buenas noches, pero Law y Luffy se quedaron al lado de la casita, justo en el lugar donde Law escribió su carta a Cora-san después de todo el fiasco entre él y Doflamingo.

Law y Luffy estaban sentados uno al lado del otro, con los dedos entrelazados, y la única fuente de luz era la de la luna y el cielo repleto de estrellitas. Luffy observaba las constelaciones con asombro, como siempre lo hacía, como si lo viera por primera vez, como si no estuviera tan familiarizado con todos esos componentes fundamentales de las galaxias como para poder señalarlas y nombrarlas una por una aunque las deidades decidieran dejarle ciego.

Law observaba las constelaciones con asombro mirando su reflejo a través de esos ojos de cuervo, como siempre hacía, como si lo viera por primera vez, como si no estuviera demasiado familiarizado con la visión de la estrella más grande admirando todas las demás estrellas que Law podría pintar esta misma visión aunque las deidades decidieran dejarle ciego.