CAPÍTULO 6

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— Estás soñando despierto otra vez.

Louis se sobresaltó al escuchar la voz de Lottie y se volvió hacia la puerta de su despacho, desde donde su hermana lo contemplaba con expresión divertida. La palabra «soñar despierto» no hacía justicia a la deliciosa fantasía que acababa de tejer su imaginación.

Se puso a remover unos papeles para disimular, fingiendo estar ocupado con algo, pero no conseguía recordar lo que había estado haciendo hasta que Harry invadió sus pensamientos. Iba a tener que tomar alguna medida si no quería terminar completamente obsesionado con su vecino y con su propuesta de aventura...

— Yo, eh... sólo estaba pensando.

Lottie entró en su despacho con una hoja de papel en la mano.

— Parece que estás pensando mucho últimamente. ¿En Harry Styles, por casualidad? — inquirió con una sonrisa burlona.

¿Tan transparente era? Louis cambió de postura en su sillón, incómodo.

— ¿Por qué lo dices?

— Por esto — le puso el papel en la mano.

Enfrentándose a lo inevitable, él lanzó una mirada indiferente al familiar nombre que figuraba en el contrato.

— Ah, eso.

— Sí, eso — repuso ella, algo exasperada —. ¿Por qué no me dijiste que teníamos a tu vecino como cliente?

— Sabía que terminarías viendo una copia del contrato... — se encogió de hombros.

— Podrías haberme informado personalmente — le recordó su hermana, cruzando los brazos sobre el pecho.

— ¿Para qué? — Louis esbozó una sonrisa —. ¿Para que me sometieras a un interrogatorio?

— Habría sido lo lógico, ¿no? La última vez que hablé contigo del tema, no querías saber nada de él. De repente, varias semanas después, descubro un contrato por el que te comprometes a rediseñar su bar y a decorar su nuevo restaurante, y todo por una cantidad ciertamente importante para un negocio como el nuestro. Es normal que sienta una cierta curiosidad, ¿no te parece?

— Es sólo otro contrato más, Lottie — de cierta manera, su aventura también lo era: un contrato basado en una atracción y un deseo mutuos. Una vez que la pasión se apagase, cada uno seguiría su camino. Algo que, según sus cálculos, sucedería para cuando hubiera terminado de redecorarle el restaurante.

— Desde luego — murmuró ella, sentándose frente a su hermano —. Lo de La Oveja Negra es ciertamente un contrato. Pero yo quiero saber qué es lo que está pasando entre ustedes dos a nivel personal. Y espero de verdad que sea algo más que un negocio.

Louis se recostó en su sillón, reflexionando sobre el comentario de su hermana. Dudaba que llegara a entender la decisión que había tomado sobre tener una aventura con su vecino. Ella creía firmemente en el compromiso y el amor. Nunca aceptaría una caprichosa aventura dictada únicamente por el placer físico.

Experimentó de pronto una punzada de tristeza.

Una vez, hacía mucho tiempo, él también había creído en las relaciones con compromiso. Pero la dura lección que había recibido lo había convertido en un cínico. «Maldito seas, Luke», pronunció para sus adentros, detestando que aquel episodio de su vida pudiera continuar condicionando de alguna manera su presente.

Por mucho que afirmara no desear ni necesitar una pareja en su vida, aquella solitaria y vacía parte de su ser seguía ansiando encontrar a alguien especial. Alguien firme, fuerte y tierno a la vez, de confianza. Alguien que le diera libertad para hacer lo que quisiera, y que no le exigiera más de lo que él fuera capaz de darle. Alguien que lo aceptara como el hombre que era realmente.

FANTASÍAS (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora