CAPÍTULO 7

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— ¿Qué te parece este tono para los asientos? Es el mismo verde oscuro de las ventanas que elegiste. Encajaría perfectamente, ¿no te parece?

Harry oyó las palabras de Louis como si vinieran de muy lejos, porque en algún momento de la última media hora su mente había volado a la fantasía que había estado leyendo la noche anterior... y a las posibilidades que pudiera tener de realizarla.

Lo miró mientras seguía hablando de las ventajas de aquel verde oscuro. Estaban sentados en una apartada mesa de La Oveja Negra, rodeados de muestras de tejidos, libros de diseños y catálogos de toda clase de accesorios. Realmente Louis conocía su trabajo y tenía un talento especial para el diseño. Había seguido al pie de la letra la mayor parte de sus recomendaciones.

Dado que era sábado, y hacía calor, llevaba una fresca camisola blanca, pantalones casuales y calzaba cómodos tenis. Parecía tan fresco y natural como el aroma a melocotón que llevaba impregnado en la piel.

— ¿Y bien? ¿Qué me dices del color? — inquirió, expectante.

Se habría quedado asombrado si hubiera sabido lo que su vecino estaba pensando.

Imaginándose la suave piel bajo sus dedos, los firmes muslos bajo sus yemas...

— ¿Harry?

Él parpadeó varias veces.

— Oh, sí, estupendo — se esforzó por volver a la realidad.

— No estás prestando atención — frunció el ceño —. ¿Te encuentras bien? Parece como si no estuvieras aquí.

— Perdona, es que ayer cerramos muy tarde y aún estoy padeciendo los efectos — se dijo que eso, al menos, sí que era cierto.

Louis le dio unas palmaditas en la mano, simulando una expresión compasiva.

— Pobrecito.

— No te imaginas cuánto — masculló casi para sus adentros.

— ¿Perdón?

— Nada. Eh... ¿qué me estabas diciendo?

— Que quizás necesitemos un descanso — sonriendo, cerró su cuaderno de notas —. Llevamos tres horas reunidos y ya hemos trabajado bastante. Lo principal ya está. Los detalles se irán resolviendo sobre la marcha.

— ¿Y si comemos? — le propuso Harry, reacio a dejarlo marchar. Desde que lo visitó en la oficina, no habían tenido tiempo para otra cosa que no fuera trabajar —. No puedo consentir que te vayas sin haber comido antes. Cerca de aquí hay una tienda muy buena. Podemos pedir por teléfono unos sándwiches y comérnoslos aquí.

De repente a Louis le sonó oportunamente el estómago, y los dos se echaron a reír.

— Un sándwich de pavo estaría bien. Con mostaza.

— ¡Saliendo un sándwich de pavo con mostaza! — Harry se levantó de la mesa y se dirigió a la barra para telefonear a la tienda. Al encargo añadió una bolsa de patatas fritas y, de postre, macedonia de frutas.

Mientras esperaban a que llegara la comida, lo ayudó a recoger los catálogos y los libros para guardarlos en el maletero de su pequeño utilitario. Cuando por fin llegaron sus sándwiches, comieron en la barra, sentados en los taburetes.

— ¿Sabes? Creo que esas nuevas lámparas de cristal que has encargado para las mesas de billar quedarán maravillosamente bien —Louis parecía muy satisfecho, ya que se las había sugerido él. Después de lamerse una mancha de mostaza del pulgar, miró a su alrededor —. Conozco a un equipo de profesionales que podrían encargarse de rematar los suelos y la barra. Lo primero que haré el lunes será llamarlos. Vendrán por las mañanas, así que no te molestarán.

FANTASÍAS (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora