CAPÍTULO 10

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Se miró en el espejo del cuarto de baño. Soltó un profundo suspiro.

El hombre de ojos azules que lo miraba desde el espejo era el Louis que había mantenido oculto a ojos de todo el mundo durante tres años. El Louis que tanto anhelaba creer en el amor y en los finales felices. El hombre que se había construido sus propios sueños, sus fantasías particulares.

Pero aquella noche no había fantasía alguna, sino la pura realidad. Y él estaba dispuesta a vivirla.

Antes de abrir la caja de Victoria's Secret, había esperado lencería abiertamente erótica, que no dejara nada a la imaginación. Pero, en su lugar, lo que encontró fue algo infinitamente más sugerente. La delicada pieza de encaje rezumaba romanticismo e inocencia, elegancia y sensualidad, y se adaptaba perfectamente a la forma de sus glúteos.

Se cubrió con una bata de toalla, abrió la puerta y salió al dormitorio. Más velas habían sido encendidas, bañándolo con un resplandor dorado. La cama estaba preparada, con las sábanas salpicadas de algunos pétalos de rosa.

Un movimiento llamó su atención. De repente encontró a Harry sentado en la chaise longue [sillón alargado], con las piernas extendidas. Su mirada recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies, derritiéndolo por dentro.

No sabía qué hacer.

No sabía lo que un hombre tan sensual como Harry podía esperar de él. Su limitada experiencia con el sexo apenas consistía en haber perdido la virginidad con un compañero de universidad, en un rápido revolcón en el asiento trasero de un coche. Y luego estaba Luke, que había complaciendo sus propios deseos, pero no los de él.

— Estás nervioso — observó Harry.

— Un poco — admitió —. Ha pasado mucho tiempo.

— Sí, también para mí — esbozó una sonrisa dulce, tierna —. Pero definitivamente ha merecido la espera. ¿Confías en mí?

— He venido, ¿no?

— Sí, pero lo que va a suceder esta noche va a cambiar muchas cosas entre nosotros. Y antes de que empecemos, quiero oírte decir que estás de acuerdo en hacer esto.

— Estoy... de acuerdo — pronunció con una mezcla de deseo y aprehensión.

— Bien. Entonces desátate el lazo de la bata.

— Harry, yo...

La elección era suya. Podía detener aquel erótico juego en ese preciso momento, consciente de que después se arrepentiría, o ser partícipe de esa fantasía...

De repente, se evaporó todo temor, toda inhibición. Se desató lentamente el lazo mientras sus pezones se tensaban contra la tela.

Creyó haber oído un gemido, pero no estaba seguro. Levantó el rostro y deslizó la mirada por el torso desnudo de Harry, que parecía expandirse rítmicamente, cada vez más rápido. La visión de un gran bulto en su entrepierna le sugirió una sensación de poder que jamás antes había experimentado.

En aquel instante, tomó conciencia de que él también tenía parte de poder en aquel juego. Y decidió utilizarlo.

Una sonrisa confiada en su propia sensualidad se dibujó en sus labios. Sin esperar instrucciones, se quitó la bata lentamente. La lencería de encaje se amoldaba a sus caderas y sus muslos, mostrando al frente también un bulto. Esta vez el gemido de Harry se escuchó muy claro.

¿Qué le había hecho pensar que aquella delicada prenda podía tener algo de inocente? Atrevido, Louis empezó a girar suavemente... hasta quedar de espalda, mostrándole su voluptuoso trasero... una súbita punzada de pudor le impidió desnudarse del todo.

FANTASÍAS (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora