Capítulo V

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En la madrugada unos jalones suaves en su ropa de dormir la hicieron despertar.

—¿Hermanita? —escuchó de la voz de Aki—. Quiero ir al baño…

Se desperezó, buscó su linterna y la encendió, aunque le sorprendía que la llamara a ella y no a su madre tampoco le molestaba. Sin embargo, se dió cuenta que ni su madre, ni su padre estaban en la casa de campaña, quizás su madre también había necesitado una escapada al baño en medio de la noche.

Antes de salir llamó a Hideki para que se hiciera cargo de cuidar a sus hermanos.

Su padre le había enseñado el camino a los baños de día, quedaba bastante cerca del río, solo necesitaba cuidar sus pasos. Al llegar notó que sus padres no estaban ahí, tampoco los había visto de camino.

Se concentró en ayudar a Aki, luego podría preocuparse por sus padres.

Fue en el camino de regreso que notó los sonidos extraños de voces amortiguadas.

—¿Los fantasmas vienen por nosotras? —susurró Aki enterrándose en su pecho.

—No nena, tranquila, yo te cuido.

Abrazó a su hermana contra su pecho y siguió las voces. Cuando reconoció el tono de su padre su curiosidad pudo más que su razón. Encontró una luz en la orilla del río, decidió esconderse en uno de los árboles y escuchó con atención.

—Kacchan, esto es una locura, el agua está helada —susurró su madre.

—Vamos, aquí corremos menos riesgo de que nos atrapen.

—Eres un tonto alfa.

Los vió meterse al río, quejándose por lo frío del agua. Sabía que tenía que irse. Solo cuando su descarado padre le arrancó la playera a su madre entendió que tenía que alejarse si no quería traumarse y traumar a Aki.

Cuando volvió a la tienda y cerró bruscamente consiguió asustar a Hideki.

—¿Pasó algo?, ¿dónde están papá y mamá?

—No preguntes. No quieres saber, yo no quiero saber, vuelve a dormir —dijo acomodando a Aki en su lugar.

[...]

Los despertó el sol matutino, ambos padres estaban tan acostumbrados a la vida tan agitada que fue inevitable que se levantarán temprano. Katsuki fue a comprar madera con los trabajadores del parque, Izuku se entretuvo buscando los ingredientes para el desayuno mientras sus hijos dormían un poco más.

El sonido de un bostezo llamó su atención, se giró solo para encontrar a Aki y Yuudai parados fuera de la tienda, con el cabello revuelto y la saliva aún pegada al rostro.

—Despierten a Nat para que los acompañe a lavarse la cara. —La única respuesta que obtuvo fue un balbuceo, sus hijos aún estaban medio dormidos.

—¡Mamá! ¡Los duendes si vinieron, el chocolate ya no está! —gritó Yuudai emocionado.

Se acercó a ver lo que señalaba su hijo, sonrió cuando notó que del chocolate y las golosinas que él mismo puso no quedaron ni las migajas.

—Hay que dejar más por si vienen en el día —sugirió, y sus pequeños festejaron la idea.

—¡Hey!, buenos días vecinos —saludó una voz animada.

Se trataba del chico alfa que conocieron en la pequeña granja el día anterior, acompañado por otros dos alfas, una chica y un chico. Al verlos Aki se escondió instintivamente detrás de su mamá.

—Buenos días —saludó Izuku con una sonrisa—, ¿qué los trae por aquí?

Los alfas buscaron su sitio en el campamento como si fuera suyo, preguntando cosas sobre Izuku, su nombre, su edad, dónde estaba su alfa. Algo en ellos fue extraño para los niños. Cuando la mujer alfa saludó con esa extraña sonrisa Yuudai no dudó en esconderse en la casa de campaña.

Mamá [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora