1. Taylor Swift

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- Bella, vas a llegar tarde a tu primer día de universidad y, como te conozco de sobra, vas a lamentarlo.

El pan de todos los días: mi madre tratando de despertarme para que me ponga las pilas y salga corriendo como loca hacia la cocina para prepararme el desayuno. Lo tengo tan generalizado que ya ni me molesta. 

Me limito a volver los ojos en blanco, agarrar una rebanada de pan y untar el paté con el cuchillo de metal que se hallaba en la mesa. Mi madre me miraba con una ceja encarnada y una medio sonrisa mientras estaba checando el teléfono. Ver vídeos de perros salchicha eran parte de mi rutina diaria.

La música de mis auriculares se escuchaba tan fuerte que hasta los del vecindario de las 2 escuadras podían escuchar los lyrics de la petarda de Taylor Swift hablando de sus relaciones pasadas o de algún tema en particular muy común entre los adolescentes. Y, para aclarar: amo a Taylor Swift, pero parece que cada día que me pasa algo y que marca mucho en mi vida, al día siguiente Tay ha sacado una canción en relación a lo que me ocurre. En fin, cosas de la vida.

No me percaté de que mi madre me estaba silbando hace un rato:

- Mamá, estoy con cascos. ¿No puedes esperar a que al menos levante la cabeza? - me quejé, lo que suelo hacer en esta vida.

- Estás escuchando siempre a esa rubia con ondas a todo volumen, que ya no sé cuando pausarte sin que me vuelvas esos ojos heredados de tu padre - tiene la manía de sacar siempre a mi padre en discusiones o en charlas. Llevan separados desde que tengo 5 años, y bien que hicieron, la verdad.

- Bueno, mamá... ¿Qué querías decirme?

- Sólo quería desearte un buen día hoy en tu nuevo piso de estudiantes y en tu facultad, con tus nuevos compañeros, lo típico que le desearía una madre a su hija que va a abandonar ya el nido - mi madre se ahorró las lágrimas y me envolvió en un abrazo que duró 30 segundos.

No pude evitar emocionarme un poquito, pero tampoco fue para tanto, porque iba a verla para navidades y para algún que otro puente iba a coger el tren para regresar a verla. Agarré mi equipaje ultra minimalista, mi mochila negra diseñada para incluso cargar el teléfono y la computadora, y me dispuse a coger un bus que me dirigiese hacia la estación de tren, para marchar a mi nuevo hogar estudiantil. 

El álbum que estaba reproduciendo de Taylor Swift desde mi Spotify encajaba con la vibra del clima: Evermore. Me hallaba en un escenario real de hojas en transición al color otoñal, brisa otoñal que provenía  de la costa, y un cielo no tan despejado cuyas nubes cubrían los rayos de sol en ciertos momentos. 

Al picar mi bono de tren, me senté pegada a una ventana translúcida, y reproducí alguna canción del álbum antes mencionado para poder encontrar una vía escapatoria de mi realidad. Comenzó a sonar Tolerate it, y los recuerdos comenzaron a apoderarse de mi mente debido al significado que contiene esa canción, pero traté de ignorarlo y centrarme más en el instrumental que en la letra.

La letra trata de como la cantante se sentía subvalorada por parte de su pareja, la desconexión y la falta de compromiso. Por otra parte, en el estribillo y más adelante se adentra en cuestiones del amor, así que mi cerebro decidió enfocarse en otra cosa que no sea en el lirismo que emplea Taylor en sus canciones.

Me la pasé viendo vídeos o leyendo en el trayecto del tren que se me pasó la hora y media de viaje pronto, y llegué a mi piso en nada más cinco minutos siguiendo las indicaciones del correo del casero que, descaradamente, me envió a las 5 de la mañana y me despertó. De hecho, no sé por qué me estoy quejando internamente si tenía que defecar

Una chica estaba en la cola de la recepción hablando con quien supuestamente debe de ser nuestro casero. Llevaba un moño recogido en su pelo moreno, era muy delgada y más bajita que yo. Llevaba ropa que parecía un atuendo de profesora de filosofía, pues el vestido de flores y las manoletinas de esparto me recordaban a mi profesora de filosofía de antes de acabar la secundaria. Fijó sus ojos del color de la Coca cola en mí, y sonrió:

- ¡Oh, tú! - corrió hacia mí con un gran entusiasmo, como si fuera yo la Belén Esteban- Tú debes de ser mi compañera Bella, ¿no?

- Ehh... Sí, sí soy. Tú debes de ser la chica de la que también he oído hablar, que se llamaba... ehh...

- ¡Claire! Soy Claire, y espero que nos llevemos demasiado bien como para ir juntas a conferencias en clase, jaja...- miró hacia mi teléfono, el cual parecía estar encendido, y sus ojos se abrieron como dos platos del IKEA- ¿Escuchas Taylor Swift? Por favor, dime que eres Swiftie sin ser Swiftie...

Mis expectativas sobre esta chica al parecer no son tan malas como pude haber pensado anteriormente, así que sonreír y le dije, sacado del álbum Folklore:

- I want you to know, I'm a mirrorball: I'll show you every version of yourself tonight- y procedí a enseñarle una foto que tengo en mi cuenta de instagram privada donde aparece Taylor Swift con el cuerpo de una bola de discoteca. 

Claire soltó una sonrisita muy dulce y me dijo que quería seguir hablando conmigo arriba en el piso. Me resultó al principio algo bizarra su actitud tan positiva y súper saltada hacia mí, pero es una chica muy agradable. 

Mientras subíamos escaleras, le decidí hacer preguntas para poder conocerla y romper el hielo:

-Oye, ¿puedo saber que estudias? 

-Pues, estudio estudios ingleses en esta facultad de al lado, ¿y tú? - me miró de soslayo.

- ¡Estudiamos lo mismo! - respondí con un tono amistoso. No sabía que mi compañera y yo nos podríamos ayudar mutuamente durante esta carrera. De hecho, tenía ganas de conocer a alguien que de verdad estuviera interesada en mí y en esta carrera. 

Nuestra charla se basó todo el tiempo en los libros que nos gustan, toda la discografía de Taylor Swift (en especial, Reputation), las actitudes de algunas personas que ya hemos conocido y que nos van a acompañar durante nuestra trayectoria en la facultad, puesto que asisitimos a una reunión on-line previamente para poder conocernos algunos, y algunos ya se pasaban de presumidos y pijos por el tono de su habla. 

El reloj marcaba las 5 de la tarde, y Claire y yo bajamos hacia la cantina de la facultad, donde te hacían un descuento especial por ser estudiante en la facultad tan sólo presentando tu número de teléfono que insertaste en tu matrícula. El olor a cruasán crujiente, calentito, recién salido del horno impregnó en toda la sala, y mi conciencia pedía a gritos un café con leche con dos cucharadas grandes de azúcar acompañado de un dulce cruasán bañadito en chocolate. Además, le conté a Claire la idea y, aparentemente, pensaba igual que yo.

Nos sentamos justo al lado de los contenedores para facilitar el reciclaje después, y continuamos hablando de nuestras cosas, de los proyectos de cinéfila que ha realizado Claire durante el año y especialmente estos tres meses anteriormente por Europa. La verdad no tenía mala pinta la vida de esta chica, y eso que la acabo de conocer en cuanto a gustos y alguna faceta de su personalidad.

- Este año nos centramos más en el feminismo y en el colectivo como temas principales en el cine, y la verdad hemos recibido buenísimas críticas. Si quieres unirte algún día, sólo dime y te haré la prueba de inglés y te introduciré al mundo del cine más a fondo, jeje.

- Mmm... Lo probaré un día, pero espero caerle bien a la gente, jeje...- ella asintió con la cabeza y juntando los dos labios como una afirmación a lo que acabo de decir, y tras esto, comencé a contarle sobre lo poco que hice en el verano.

No comenzamos mal el primer día, así que no me siento mal la verdad. Todo iba bien como yo creía hasta que vino un chaval vestido de la equipación del Betis directo hacia nosotras. Lo raro es que no sé cómo es que se dirigió hacia nosotras en específico, pero probablemente me esté rayando la cabeza.

- ¿S-sabéis donde está el baño, chicas?


Besos escondidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora