4. Rojitas las orejas

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La semana pasó más rápido de lo que todos los estudiantes que componían la facultad de filología esperábamos: nos habíamos entretenido tanto con los trabajos, las prácticas acumuladas que han culminado en una suma de conocimientos que antes no sabíamos, los nuevos autores que hemos aprendido y algunas características... Típico contenido que un filólogo debe de prepararse para su próximo parcial.

Perdí la noción del tiempo, y sin darme cuenta ya nos hallábamos en un cálido viernes, con intervalos nubosos. Pararse a describir el tiempo cuando te hallasen un estado emocional agradable es lo mejor que puedes hacer en la vida.

Me pasé la tarde entera pasando apuntes a limpio de literatura, y entre descansos, leyendo con mi botella de agua con la típica frase que te manda tu tía para despertar con alegría. Mi descanso fue interrumpido cuando una silueta me tapó los ojos.

-¿Claire?- supuse mientras no podía ver nada más que el color gris.

-Hola- me dijo una voz masculina demasiado familiar. Me di la vuelta y no pude evitar sonreír. ¡Por fin me escuchó y me habla cuando me hallo menos estresada y menos cargada! 

Dan agarró una silla y se sentó a mi lado, apartando mi libro para poder apoyar sus brazos:

-Si te molesto, no me quedaré a charlar, pero sólo quería lanzarte un recordatorio, y es que mañana en un principio hemos quedado en reunirnos para pasarla juntos. ¿Sigue en pie o te echas para atrás?

Es verdad, mañana teníamos una especie de reunión juntos. No lo quería llamar cita porque no estamos en ámbito profesional y tampoco somos novios. ¿Salir con Dan? Pff, sería una locura, pensándolo bien.

-Pues no me he echado para atrás todavía, y si sigues así, probablemente no lo haga. ¿Dónde está tu piso? Es para tenerlo todo controlado.

-Mañana te recogeré aquí en la facultad de matemáticas y ciencias y te llevaré andando, para que así tengamos más tiempo juntos. Me gustaría hablar contigo antes de tener que estar más pendientes a la película o a iniciar una guerra mientras jugamos videojuegos- me miró fijamente a los ojos. No entiendo por qué razón pero su mirada tenía algo particular que me hacía mirarle también y me atrapaba. 

Asentí ante su propuesta, y proseguí con el último documento de mis apuntes mientras él iba en búsqueda de un lugar cercano a mí para poder hacer sus apuntes a limpio de sus asignaturas cuyo contenido nunca podré entender.

Las horas pasaban, el sol se ponía y yo continuaba en la biblioteca leyendo la continuación de la trilogía que me saqué aquí en la biblioteca. Hace una hora y media que había perdido de vista  a Dan, pero al pensar en él justo aparece detrás de mí.

- ¿Te está gustando el libro que te ayudé a obtener?- dijo sacando la lengua, haciéndose el graciosito como de costumbre.

- Primero, el libro me está gustando mucho, y segundo, tú sólo me ayudaste a que acabase en mis manos, porque perfectamente lo podría haber hecho yo solita, guapo.

Sus ojos castaños miraron hacia mi libro, y pasó la página. Vio un post it que había colocado en una página donde había una frase que me había llamado la atención, sólo porque me gusta hacerle fotos a lo que leo para que le dé un toque más aesthetic. 

- Veo que eres de esas chicas fanáticas de poner post it a todo aquello que la atrapa y la encandila - respondió líricamente. ¿Pero y este lado Shakesperiano de este chaval?

- Relaja la raja, que ni le pisas los talones a Isabel Allende con tu manera de expresarte. Y sí, soy de esas chicas que añaden post it a los libros porque algo me llama la atención. Y por si fuera poco, también hago fotos con filtros y la subo a mi instagram para que queden mejor todavía y presumir de que soy lectora. 

Besos escondidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora