5. Inefable

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La sonrisa de Dan era difícil de describir con adjetivos aprendidos en la escuela: sus dientes blancos recién lavados, sus ojos que brillaban como diamantes pulidos. Nunca había visto semejante mirada, excepto la mía cada vez que veo a Taylor Swift.

 - Siempre estuve en mi pueblo, llevando la vida como una risa y un chiste. No sabía que tú y yo coincidíamos en muchas cosas-le dije mientras miraba su habitación y echaba un vistazo detalladamente a todos los estantes que tenía-, y veo que coincidimos también en algunos juegos como Mario Bros y algunos similares. Creo que te juzgué mal al principio, vaya.

- Uy, la pequeña se está arrepintiendo de lo que pensó-se burló por quinta vez de mí en un mismo día.

- Cierra el pico, cabeza de hurraca, antes de que me arrepienta de haberte soltado semejantes palabras de mi boca.

Sin saber por qué, me dí cuenta de que la mirada de Dan hacia mí había cambiado: de pasar a un bully con ganas de molestar aunque sea cariñosamente ahora se ha vuelto más amigable, y más entusiasmado a la hora de entablar conversaciones conmigo.

- Bueno, antes de ocasionar una guerra, ¿te gustaría verte conmigo toda la saga de Marvel? Si no quieres, podemos optar por ver una serie de Netflix random.

- Claro, no me supone ningún problema. De hecho, me encantaría- colgué mi abrigo en el perchero que se encontraba al lado de una silla de escritorio y me quité los zapatos para mi comodidad y con previo permiso concedido.

Dan corrió como un correcaminos a preparar algunos snacks y bebidas para nuestro maratón de películas de cine, y coger bandejas para que así nos facilitaramos el trabajo. De mientras, yo encendía el proyector y me encargaba de conectarlo para así ayudarle. Tenía conocimientos de esto ya que solía ver pelis con mi madre los sábados que me quedaba en casa, y poníamos el proyector en nuestra terraza. 

-Ea, finiquitado. Ahora a ponernos modo cinéfilos, jeje.

Nos pasamos viendo durante dos horas y media viendo ''Capitán América'' y después ''Capitana América'', de acuerdo con el orden cronológico de una página para poder entender la saga. Estuvimos comentando todo tipo de cosas, sin parar, criticando algunas escenas, y alucinando con los efectos especiales empleados en las películas.

-Wow, después de ver esta peli me encantaría tener superpoderes. ¿No te lo has planteado alguna vez tenerlos, Dan?

- Pues sinceramente... Sí, como el de leer mentes- me dijo sonriendo con una ceja encarnada.

- Suena interesante, pero necesito razones válidas...

- A veces necesito saber lo que piensa uno de verdad, o sólo por mera curiosidad.

- Entonces no existiría el concepto de ''privacidad'' en tu vida, so payaso.

- Me tiemblan los pies, a su lado.

-Me dice que estoy descolorioooo- le seguía la corriente.

Ya lo que faltaba, que a este chico le gustase también Extremoduro. Lo he escuchado recientemente y sinceramente, me ha gustado, así que se puede decir que es un grupo que se asocia con una parte de mi ensalada de gustos musicales. No me está gustando el panorama, porque este chico ha pasado de ser un parguela obsesionado a un coqueto amistoso.

Paramos de cantar, y nos miramos por un momento durante unos cuantos segundos fijamente, a los ojos y apenas parpadeos de por medio. Empecé a notar cómo se aproximaba hacia mí lentamente, y mi cuerpo decidió quedarse más tieso que un roble. Más se acercaba, más mis ojos dirigían la vista a sus dos labios del color de las rosas. 

Una sensación extraña había dominado la habitación entera, y mi cuerpo y mis sentimientos la estaban experimentando. Mis ojos testiguaban su cercanía y cómo sus manos se posaban en mis hombros, impulsándolos hacia su cuerpo. Apartó un mechón de mi pelo con delicadeza, y me miró a los ojos, para entrecerrarlos y dirigir los labios hacia los míos.

- ¿Dan?-dije para preguntar a qué se debe toda esta situación. Mi cuerpo no negaba nada de lo que él hacía cada segundo, y mi cerebro no respondía.

- Bella...-dijo mi nombre con una voz baja, acercando sus labios a los míos y con la intención de posarlos, sostuvo mi mandíbula con sus dedos.

Tal sensación desapareció cuando alguien llamó a la puerta del piso, y apartó rápidamente su cuerpo de la cercanía que nos unía. Por primera vez, en toda la semana, había sentido lo que era de verdad coraje.

¿Bella? Es sólo tu amigo, no pierdas esa linda amistad de la universidad.

Me negaba a hacerle caso a mi conciencia, así que miré para otro lado y esperé a que Dan volviera.

Dos minutos después, regresó con un pack de leche. 

-Perdón, es que la vecina suele traerme los sábados leche que le pago a la semana, porque aquí en el piso se gasta demasiado pronto entre los tres que convivimos-se rió.-En fin, ¿por dónde íbamos?

-Emm... Querías ver otra película, ¿no?-dije para cambiar rápidamente de tema, sin hacer alusión al momento anterior.

Asintió con la cabeza y le dió al botón de reproducir. No obstante, en esta película, lo noté más centrado en sus pensamientos que en ella. Cuando comentaba algo acerca de la película, solía contestar con monosílabos, o asentir o negar, o incluso encogerse de hombros. 

Para cambiar el tema, decidí pausar el vídeo. Él se preguntó el por qué de dicha acción, pero me abalancé hacia él y le hice cosquillas con toda la confianza del mundo.

-¡Oye!- decía sin parar de reírse y de moverse ante mis dedos tocando sus caderas. 

Procedió él a agarrar mis caderas, lo cual me sorprendió bastante. Empezó a hacer el mismo movimiento que hice de manera repetitiva, hasta conseguir que yo quedase tumbada y él encima de mí.

Un silencio impregnó en todo el cuarto, y nuestras miradas volvieron a cruzarse. 

- Yo creo que estamos algo raros ahora mismo, ¿no?

Pero él no dijo nada. Cuando intenté levantarme, él me empujó de nuevo hacia la almohada, y acariciando con su pulgar mis mejillas dijo:

-Bella, no me entiendes...

Y, dichas estas tres palabras, agachó la cabeza, apartando mis mechones de pelo como un caballero. Posó sus labios en los míos y comenzó a moverlos al mismo ritmo que los míos.

No fue un simple beso, no. Fue algo inefable, algo que no se podría expresar con palabras. Fue algo que sin duda volvería a repetir más de una vez.

- Dan...

- Tus ojos me dicen todo, Bella... Aparte de lo preciosa que te ves.


Besos escondidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora