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Después de la guerra de Hogwarts contra el señor tenebroso y los mortifagos la mayoría de los jóvenes hizo su último año y a pesar de las perdidas todos intentaban estar bien y mostrar su mejor sonrisa ya que de ese modo los pasillos no eran abrumadores, el comedor no era sofocante, las clases no eran tormentosas y los dormitorios no eran vacíos por aquellas risas faltantes que tanto anhelaban volver a escuchar.

Pero, había algunos que simplemente no se mostraban débiles, muy pocas veces mostraban una risa ya que solo estaban ahí sin decir ni opinar, callaban ante los demás y en su soledad lloraban sin consuelo tanto que a veces incluso olvidaban porque razón lloraban tal vez por las muertes de quienes fueron sus compañeros, tal vez por no haber sido lo suficientemente valientes, y solo tal vez por llevar una marca o una cicatriz que recordaba la tormenta y el infierno vivido en carne propia.

La verdad no había razón ni motivo para recordar tan horribles momentos, pero a veces cuando más callados es cuando más ruido hacemos y ese había sido el error de muchos, pero sobre todo de dos personas en específico; El gran Harry Potter el niño que vivió y venció al señor tenebroso y el gran Draco Malfoy un mortifago y claro un traidor.

Ellos estaban dolidos, perdidos y rotos no por fuera, pero si por dentro tanto que ni ellos mismos se podían encontrar y les horrorizaba el solo hecho de verse en un reflejo ver su cuerpo o su rostro lleno de cicatriz unas más grandes que otras, pero ahí estaban, pero lo que más les dolía era ver su propia alma a través de sus ojos apagados.

Tan solo habían sido unos niños cuando todo empezó y claro ambos eran los elegidos, pero para algo completamente diferente uno para vencer, salvar y derrotar y el otro para impedirlo. Ninguno de los dos escogió ese destino, pero al final terminaron siguiéndolo no porque querían si no porque no tenían otra opción.

Y a veces las personas tristes, perdidas y rotas se refugian en ellos mismos o buscan algo o alguien en dónde hacerlo para callar o olvidar su tristeza.

Harry se refugió en Ginny una chica alegre, inteligente, segura y fuerte que le daba su apoyo y lo escuchaba, el se enamoro de ella y ella lo quería

Draco se refugió en Astoria una chica amable, simpática, alegre y segura que sabia como sacarle una sonrisa y lo apoyaba, pero sobre todo lo escuchaba, y claro él se enamoró de ella y ella de él.

Pero a veces el destino es cruel y doloroso cuando crees que ya por fin habías mejorado y podías tener tu final feliz vuelves a caer en el mismo vacío del que antes luchabas por escapar.

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El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora