Una sola naranja

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Los dos días restantes Priya estuvo pensando minuciosamente cada detalle, cada palabra que usaría para su cita con Amandla.
Cuando llegó el sábado se levantó temprano, el sol no entraba por su ventana aún. Se asomó observando que las calles se veían azuladas, eran sobre las 8 de la mañana. Acto seguido, fue a tomar una ducha. Ya limpia se puso perfume y cepilló su cabello, sentía que no necesitaba nada más que eso.

Con su mirada fija en su desayuno cayó en la cuenta de que había quedado con Amandla a las 12 de medio día, aún quedaban muchas horas. De todas formas no habría podido dormir mucho más. Para despejar su mente se puso a leer uno de sus libros como habituaba a hacer. Una hora después decidió limpiar. Mientras limpiaba el suelo fue sorprendida por Kashifa, la que acababa de despertar.

Kashifa: ¡ Buenos días, Priya !

Priya: Hola, pequeña - la saluda dejando de barrer por un momento -

Kashifa: ¿ No te ibas con Amandla ?

Priya: Me voy en un rato, así que aproveché para ir limpiando un poco la casa. Ahora hay muchos pelos de gatito , hehe.

Kashifa: Espero que te vaya bien en la cita, Priya. Te doy todos mis ánimos - la abraza con cariño -.

Priya: Muchas gracias, siempre estás ahí para apoyarme - acaricia su cabeza -.

Kashifa: Claro, por algo somos familia.

Priya: - Sonríe - Eso es.

Kashifa: Bueno, déjare que sigas limpiando. En cuanto vengas dime cómo ha ido todo.

Priya: Te contaré, no lo dudes. Ah sí - recuerda algo - Dile a las chicas que estaré prácticamente fuera casi todo el día.

Kashifa: De acuerdo. Adiós, Priya.

Priya: Adiós, Kashifa.

Sin perder más el tiempo la hindú se fue a buscar a Amandla, la esperaba en la puerta de su casa. Cuando vio a Priya acercase con la moto la saludó energéticamente, su lenguaje corporal indicaba felicidad. Se saludaron algo apresuradas y la africana subió, Priya tenía reserva en un restaurante y no quería llegar tarde. La frutera la llevó a un local hindú al que proveía de frutas, allí la recibieron con gusto.
Se sentaron en una mesa alejada y pidieron su comida, Amandla estaba un poco avergonzada.

Amandla: Priya, no es necesario que vayas a pagar mi comida... Ya has hecho mucho por mí.

Priya: Yo decidí traerte, por lo tanto yo invito. Tú come tranquila y disfruta, los dueños de este restaurante cocinan de maravilla. Hacen fusión de gastronomía hindú con la sudafricana.

Amandla: ¡ Suena bien ! - toma la carta - Hay muchos platos que nunca he visto.

Priya observaba feliz como su enamorada miraba la carta, se notaba en su ilusión que no solía frecuentar restaurantes.

Priya: Por cierto, no te lo dije por las prisas. Te ves muy guapa.

Amandla: - De inmediato tapa su cara con la carta - Gracias, Priya , aunque voy como siempre.

Priya: Hehe, no creas , es notorio que le dedicaste más tiempo a tu cabello y que tomaste una ducha.

Amandla: Sí que te fijas. Estás en lo cierto, me arreglé un poco.

Priya: La belleza femenina no se debe ignorar.

El camarero sirvió en la mesa su comida. Las mujeres continuaron charlando mientras desgustaban los diferentes platos. Para Priya todo aquello eran sabores habituales, sin embargo para Amandla no, cada uno de ellos era una experiencia nueva. El postre le resultó aún más interesante, algunos de ellos estaba elaborados con las frutas de su amiga. Esta última presumía de cómo sus productos le daban mejor sabor a todo, la sudafricana le dió la razón.

La media naranja de la esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora