Era una mañana como cualquier otra. En una habitación de una casa cualquiera, alguien se hallaba en una cama, durmiendo tan plácidamente. Dormir es un sentimiento placentero, y nunca queremos despertar por la mañana. Sin embargo, había algo que estaba a punto de poner fin a aquel momento.
Una música de samba empezó a sonar de repente. Una chica de unos catorce años vestida con uniforme escolar blanco y una falda azul marino apareció de repente en la habitación y se puso a bailar. Tenía los ojos y el pelo rosa, este último recogido en dos coletas que llevaba sujetas por cintas para el pelo blancas.
Acto seguido, mientras seguía bailando, se subió a la cama. Su ocupante estaba empezando a salir de su letargo.
–¿Qué...? –preguntó con una voz somnolienta.
–¿Qué pasa, mi querido Onii-chan?
–¿Quién...? –preguntó la misma voz somnolienta.
La chica de repente pegó un salto y aterrizó con el pie en el estómago del ocupante de aquella cama.
–¡Uaaaaaag! –gritó este despertándose de repente por el dolor.
La chica empezó a reírse. Sin embargo, el chico que acababa de ser pisoteado puso una expresión desconcertada.
–¿Qu... quién eres tú? –preguntó asustado–. ¿Qué haces en mi habitación?
La chica le miró con ojos curiosos.
–¿Qué te ocurre, Onii-chan? ¿Todavía estás dormido? –preguntó preocupada.
–¿Onii-chan? –preguntó él–. ¿Pero de qué me estás...?
Este miró sus manos, y la habitación donde estaban. Por último miró a aquella chica. Y entonces puso un gesto de sorpresa.
–Espera. Tú... Tú eres Kotori.
–Menos mal, tenía miedo de que hubieses perdido la memoria, Onii-chan –dijo ella con gesto aliviado.
–Entonces, si tú eres Kotori, eso significa... que yo soy Shido.
La chica suspiró.
–Ya era hora de que te dieras cuenta –dijo molesta–. Vamos, Onii-chan, levántate.
Este se incorporó. Era un chico de dieciséis años, con el pelo azul y los ojos marrones. En ese momento llevaba un pijama gris oscuro.
Kotori bajó de la cama. Mientras tanto, él se puso a pensar.
–Baja tú. Ahora mismo iré a hacer el desayuno.
–¡No te retrases, Onii-chan! –exclamó la chica mientras se daba la vuelta y bajaba las escaleras corriendo.
Una vez se quedó solo, el chico se incorporó.
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El Jugador y las Espíritus
FanfictionMichael, un jugador de videojuegos y fan de los animes y mangas, se despierta un día en el universo de Date a Live ¡como Itsuka Shido! Para sobrevivir deberá actuar como él con los conocimientos de que dispone de ese mundo, que no son demasiados. En...