VII

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Lo siento, pero obtuve una C en gimnasia el último trimestre, específicamente porque me negué a intentar escalar esa maldita cuerda. Tengo miedo a las alturas.

_¿Oh? ¿De ahí es de donde vienes? _ dice bébeme, haciéndome saltar mientras dejo caer mi mirada y me alejo de él, manteniendo a ambos gemelos en mi vista, me agacho y recojo el arma que deje caer, la que tiene la mecha. Puede que no tenga nada para encenderla, pero ello no lo saben. Con mi otra mano, saco mi teléfono y descubro que tengo cero servicio.

Por supuesto que no tengo ningún servicio porque, ¿qué heroína en cualquier historia lo hace?

Enciendo la aplicación de la linterna y giro para enfrentar a los gemelos, y, honestamente, no soy estúpida, me imagino que estos tienen que ser tararí y tarara, aunque no se supone que aparezcan hasta el libro dos, a través del espejo, y lo que Alicia encontró allí. Oye, si algo que sí conozco, son los libros.

_ Retrocede, esta cosa es tan poderosa que puede quemar la carne de tus huesos. —Me imagino que, si no estoy en el jardín de la fiesta, echando espuma por la boca y teniendo una mala reacción a alguna droga que Edith me ha dado, entonces me voy a zambullir en este mundo mágico. Y apuesto a que estos imbéciles nunca han visto un teléfono móvil antes.—¿Tu teléfono tiene el poder de quemar la carne? —pregunta Cómeme, parece que se esfuerza al máximo por contener una risa—. Bueno, ¿quién está siendo el ridículo ahora? —Agita su cabello azul y negro con los dedos e inclina la cabeza hacia mí—. Si necesitas hacer una llamada, miteléfono está atrás, en el bolsillo de mi pantalón.Vuelvo a bajar la mano y me quedo mirando a los dos hombres desnudos, haciendo lo posible por mantener mis ojos por encima de sus cinturas. 

Es difícil ignorar que ambos están completamente erectos. De todos modos, ¿por qué diablos están sentados desnudos en este extraño pasillo?Al diablo, voy a preguntar.—¿Por qué están los dos desnudos?Los gemelos se miran el uno al otro, claramente aturdidos por el estado de mi confusión.Cuando me miran, Cómeme tiene una amplia sonrisa que se extiende por toda su boca, su lengua se desliza por su labio inferior haciéndolobrillante y rosado.

No puedo apartar la mirada.—Somos regalos para Alicia —dice, mientras Bébeme me sonríe, un poco cáustico—. Regalos para ti. El rey nos ha enviado.—¿El rey? —pregunto, pero ya puedo ver a dónde va esto. Soy una chica inteligente. Puedo hacer saltos de lógica—. ¿El Rey... de Corazones?La sonrisa de Bébeme o, espera, ¿es Tararí o Tarará? Se vuelve un poco más real. 

—Sí, el Rey de Corazones te está esperando. 

Meto mi teléfono en el bolsillo del horrible vestido de Edith y cruzo los brazos sobre mi pecho, todavía sosteniendo la extraña pistola. Puede que no sea capaz de disparar con ella, pero podría golpear a estos tipos en la cabeza si tuviera que hacerlo.—Lo siento, pero creo que me has confundido con otra persona. Mira, estaba en una fiesta, estaba corriendo y me caí. —Miro hacia abajo y veo la sangre en la parte delantera de mi vestido, la bilis subiendo por mi garganta mientras revivo la muerte de Brandon una y otra vez. Ese hijo de puta con orejas de conejo...

—No necesito ningún regalo, no necesito ver a ningún rey. Todo lo que necesito es volver a subir allí.Señalo el agujero con un solo dedo y Bébeme suspira, como si fuera la persona más tonta que ha conocido en toda su vida. Esto lo dice un tipo que está parado ahí desnudo, con un letrero de Bébeme colgando de su maldito cuello. Como, ¿en serio? Hablando de tirar piedras en casas de cristal.—La Madriguera del Conejo solo va en una dirección, Alicia. 

—Allison —repito, y Bébeme suspira, poniendo ambas manos en su rostro y arrastrándolas hacia abajo.

—Sé que tu nombre es Allison, pero tú eres la Alicia. La única e irrepetible —se burla y se da la vuelta, negando, con su cabello de rayas púrpuras y negras cayendo sobre su frente—. No puedo creer que te pertenezcamos ahora. Qué ridículo.

—Lo siento, ¿qué? —pregunto mientras Cómeme da unos pasos adelante y me ofrece su mano—. ¿Me perteneces? La gente no puede pertenecer a la gente.—Somos regalos del rey —repite Cómeme, como si fuera un hecho de la vida, la delicadeza de su voz nunca cambia—. Somos tuyos ahora. Si no quieres verlo, es tu elección. Todo lo que podemos hacer es lo que nos pidas. Pero Tee tiene razón, la Madriguera del Conejo solo lleva a Underland, no a la salida. Si quieres salir, tienes que empezar en el jardín.

—¿Tee? —pregunto, levantando las cejas. No voy a tomar la mano del bicho raro desnudo, ni siquiera si es el sueño húmedo de toda mujer con sus ojos de zafiro, su cabello artísticamente despeinado y esa cuidadosa sonrisa en su rostro.—Ese es Tee —continúa Cómeme, haciendo un gesto en dirección a su hermano con la barbilla.

Cuando deja caer su mano a un lado, no parece decepcionado. No, se ve jodidamente intrigado, como si yo fuera una especie de desafío. Ese hijo de puta...—. Y yo soy Dee.—

Es fácil de recordar —continúa Bébeme, echando una mirada a su hermano y extendiendo la mano para desatar la cinta púrpura en su garganta, dejando que el pequeño cartel en su cuello se deslice hacia el suelo cerca de la pila de huesos. Ahora que estoy parada aquí mirándolos, todo tiene sentido. Apuesto a que son los cuerpos de animales que vagaban por la maleza, cayendo por el agujero como yo... pero que no tenían un asesino con orejas de conejo para atraparlos—. Fácil porque Dee es un imbécil.Tee cruza sus brazos sobre su pecho y me mira desafiante.

—¿No son Tararí y Tarará? —pregunto, porque todavía estoy indecisasobre todo el viaje de LSD-realidad. Y si está sucediendo, entonces... probablemente estoy en estado de shock, porque no siento nada.

No es tan sorprendente, considerando que hace mucho tiempo que no siento nada. No desde que mi madre fue condenada por asesinato el año pasado. No, desde entonces no he sentido mucho. ¿Por qué debería hacerlo? Todo lo que hace es doler. Cuando dejas que el mundo entre, te corta y te hace sangrar.Froto las palmas sudorosas en el fajín de mi cintura, tratando de quitar las últimas manchas rojizas de la sangre de Brandon.

—Solo si así es como quieres llamarnos —dice Dee, alias Cómeme, mientras tira de un mechón de su cabello. Me sonríe de nuevo, como si no estuviéramos todos en un túnel sin salida junto a una pila de huesos y colmillos.—¿Y esto no es... el País de las Maravillas? —Me arriesgo, pero debería haberlo sabido.¿El asesino con el arma? ¿El montón de cadáveres? ¿El candelabro con los cráneos?He leído, observado y jugado suficientes versiones jodidas de Aliciacomo para darme cuenta.Siempre hay problemas en el paraíso.De lo contrario, no estaría aquí, ¿verdad?—El País de las Maravillas... —dice Tee después de un momento, sorprendiéndome al hablar. Se gira y veo que toda su parte trasera, desde el cuello hasta los tobillos, está cubierta de tatuajes... y cicatrices. Dos grandes alas de ángel color berenjena envueltas en cadenas ocupan cada centímetro de espacio disponible, incluso la parte posterior de sus brazos—. Hmm —se burla al final de un suspiro, mirándome por encima del hombro.

Su sonrisa, cuando la da, es nada menos que devastadora, tan bella como melancólica, todo en una sola—. Ya no más

𝕬𝖑𝖑𝖎𝖘𝖔𝖓'𝖘 𝕬𝖉𝖛𝖊𝖓𝖙𝖚𝖗𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora