Tee llega al botón de su vaquero negro y lo abre antes que se me ocurra protestar. Tiene la cremallera bajada antes que pueda recordar cómo decir palabras.

 —¡¿Qué coño estás haciendo?! —espeto, moviéndome y agarrándolo por las muñecas. Mis dedos se sienten como si estuvieran ardiendo en todos los lugares que tocamos y mi respiración se acelera, el corazón truena cuando mi garganta se estrecha y me cuesta tragar—. Te acabas de poner el pantalón, así que ¿por qué demonios te lo quitarías otra vez? Ya te he dicho que no me interesan los regalos del rey y no me interesa la esclavitud humana, ¿de acuerdo? Este es el siglo XXI; esa mierda es una barbaridad. 

Dee se ríe, como si todo esto fuera un tonto malentendido. 

—Necesitamos encogernos, Alicia —dice, señalando la pequeña puerta—. Y Conejo bebió la última poción y rompió el resto, ¿recuerdas? 

Pero está bien, nos tienes a nosotros. 

Oh. 

Dee había dicho eso.

 ¿No? 

Pero, ¿qué coño tiene eso que ver con que Tee se haya quitado el pantalón? 

Como si pudiera leer mi mente, Dee se señala primero. 

—Cómeme —dice y luego mueve el dedo hacia su hermano— Bébeme

Me quedo ahí un momento y miro fijamente, boquiabierta por la conmoción. Tan pronto como las implicaciones de esas frases me golpean, mis manos en la muñeca de Tee se sienten... casi lascivas. Sacudiéndome hacia atrás, me alejo de los gemelos y me choco con el sofá, casi cayendo sobre mi trasero. Me las arreglo para mantenerme en pie y me encuentro en una especie de extraña posición en cuclillas, como si me estuviera preparando para una pelea. Una mano descansa sobre el gran bolsillo del vestido que sostiene el arma. 

—No estás insinuando lo que creo que estás insinuando... ¿Verdad?—pregunto, mi voz ronca, tranquila y peligrosa. Puede que sea un poco nerd, un poco más en los libros que en persona... pero todavía sé cómo patear algunos traseros cuando es necesario—. ¿Me estás pidiendo que te la chupe? 

—El anterior Rey de Corazones masacró a nuestra gente. —Tee se quiebra, y... ¡¿sus mejillas se están volviendo ligeramente rosadas?!—. ¿Por qué crees que somos los únicos que quedan? 

—Pista: no son solo estos rostros bonitos —dice Dee, sonriendo maníacamente y luego tose, juntando sus pies con botas y uniendo las manos en su espalda—. Tararí y Tarará acordaron pelearse —canta, y su hermano gime, soltando la sujeción de su pantalón, pero sin molestarse, en abotonarlos o subirse la cremallera—. Porque Tararí dijo que Tarará había jodido su sábado por la noche. Justo entonces bajó volando una bruja monstruosa, que había presenciado toda su pelea. Una perra bastante poderosa, pero juiciosa, los maldijo a ambos por ser inmorales. 

 —¡¿Qué... qué demonios significa eso?! —pregunto, y me doy cuenta de que probablemente he hecho esta pregunta unas cien veces en los últimos diez minutos, pero... ¡Vamos! 

—Fuimos maldecidos con... Bueno, la misma magia que los panaderos del rey pusieron en sus tinturas y pasteles. Tee puede hacerte tan pequeña como un ratón. —Dee hace un gesto hacia la puerta y luego señala su pecho desnudo, sus músculos visibles entre las líneas de su camisa de vestir ligeramente arrugada—. Y puedo hacerte tan grande como una casa. 

—Una casa y un ratón —repite Tee, retomando el espeluznante manto gemelo—. Ahora mismo necesitas ser un ratón, así que... 

—¿Bébeme es literal? —Me quiebro porque es jodidamente asqueroso—. Vaya, amigo, estás muy equivocado si crees que eso va a pasar en este momento. No voy a darle una mamada a un tipo solo para poder pasar por una estúpida puerta. ¿Eres idiota? 

El rostro de Tee se arruga de rabia y Dee suspira.—Bueno, no tienes que darle una mamada per se. —Comienza Dee, pero ya puedo ver hacia dónde va esto. Bébeme, ¿eh? Bueno, no voy a beber nada relacionado con estos gemelos, sus pollas, o cualquier otra cosa para el caso. 

—No. 

Solo una palabra, simple y concisa. Con las fosas nasales dilatadas me levanto de mi posición de batalla y les lanzo dagas con los ojos a los chicos. 

—Si no pasamos por los jardines, tendremos que ir por el camino más largo... —Dee musita mientras Tee se abotona y cierra su pantalón. 

—Sé lo que estás pensando, pero no es así, ni de broma —gruñe Tee. 

—Al contrario —continúa Dee, sus ojos brillan con malicia mientras me estudia. Podría encontrarlo lindo si no me hubiera pedido que le chupara la polla a su hermano y lo tragara. Qué asco—. Si fuera así, podría serlo; y si lo fuera, lo sería; pero como no lo es, no lo es. Esa es la lógica. 

Haciendo caso omiso de sus bromas sin sentido, decido añadir mis propios dos centavos. 

—¿No podemos pasar el brazo por esa puertecita y saludar hasta que alguien nos vea? Pueden pasar algunas pociones desde el otro lado y voilà, problema resuelto.

Tee resopla y yo lo fulmino con la mirada

𝕬𝖑𝖑𝖎𝖘𝖔𝖓'𝖘 𝕬𝖉𝖛𝖊𝖓𝖙𝖚𝖗𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora