Si no hubiera matado a mi compañero de clase, habría considerado invitarlo a salir.

_ Tú... disparaste a Brandon _ digo, y el chico me deja caer bruscamente en un montón de huesos y cosas muertas, su carne despojada, dejando nada más que miedo y muerte _¿Qué... Él... donde...? 

Ni siquiera puedo terminar la pregunta; estoy demasiado horrorizada por la pila de cadáveres que hay debajo de mí.

_ voy a vomitar._ Gimoteo, me levanto y retrocedo a trompicones hasta golpeo la pared de la tierra de la caverna. Me cubro la boca con la mano mientras miro al chico, sus ojos rojos se enfocan en mí, sus orejas se mueven como si estuvieran vivas.

Lleva un chaleco rojo de manga corta con un botón negro, un pantalón bien ajustado y unos Oxford negros de corazones rojos en las puntas.

Mientras estoy allí, se ajusta los puños de su camisa y hace un gesto con la barbilla hacia el arma.

_ Buena elección. Buen agarre, no hay mucho retroceso. Podrías derribar a un jabberwock con esa cosa.

La boca carnosa del chico se retuerce en una especie de sonrisa sinuosa, nada parecido a lo que esperaría ver en el rostro de un adolescente con orejas de conejo y un chaleco.

_ Bueno, será mejor que me vaya _ dice con un pequeño saludo con su mano enguantada. El movimiento hace que los músculos de sus brazos se marquen, destacando el hecho de que está literalmente cubierto de tinta, brillantes enjambres de tatuajes que no puedo distinguir en las sombras _. Adiós, maldita sea, señorita Alicia. _ hace una pausa antes de darse la vuelta, con los zapatos brillantes rozando el sucio suelo de piedra debajo de nuestros pies _. Intenta no morir antes de encontrarnos de nuevo.

Desaparece por la esquina mientras yo me quedo ahí parada mientras el largo y oscuro pasillo, con el arma prestada en mi mano temblorosa. Levantándola, me doy cuneta de que esta... no es una pistola moderna. Hay una mecha en ella con la que no tengo ni la más remota idea de que hacer.

_¡Espera!_ Grito mientras dejo caer el arma, y aunque sé que estoy persiguiendo a un asesino, también quiero salir de este lugar, donde sea que este.

Bajo tierra en un barrio suburbano de lujo, al parecer. Siempre supe que esa gente con altos honorarios y vallas blancas escondían algo...

Al doblar la esquina, me encuentro un largo pasillo con baldosas de arlequín, muy parecidas a mis medias. A ambos lados hay puertas con grandes cerraduras. Y colgando del techo sobre mi cabeza, cráneos con velas parpadeando dentro de sus bocas.

_¿Qué nuevo infierno es este? _ susurro mientras voy más despacio y camino con cuidado, mis botas raspando fuertemente contra el azulejo _ ¿Chico conejo?_ digo, mordiéndome el labio inferior e intentando evitar la espeluznante sensación de déjà vu que me invade.

No es que no haya leído las aventuras del país de las maravillas de Lewis Carroll. No se me han escapado las similitudes. Frunciendo el ceño, trato de recordar lo que pasa después... y como Alicia saliendo de esa pesadilla final.

O si alguna vez lo hizo.

_ mierda, he leído demasiados libros._ maldigo, buscando en mi bolsillo mi teléfono. Por mi vida, no puedo recordar lo que pasa en las aventuras de la verdadera Alicia. He leído tantas adaptaciones, jugando tantos juegos, visto tantas películas y programas de televisión...

Pero entonces me tropiezo con una mesa de cristal, rota en pedazos y esparcida por el suelo.

Bien, ahora recuerdo, pienso mientras miro una pequeña botella rota con las palabras BÉBEME, garabateadas en la etiqueta.

Agachándome, coloco mi falda azul y blanca bajo mis muslos y rebusco entre los fragmentos de cristal, buscando una pequeña llave dorada.

_ aunque es igual de probable que sea una llave maestra en esta pesadilla _ murmuro, con el corazón en la garganta, el sudor deslizándose por mi columna como pequeñas arañas. sé lo jodida que es toda esta situación. Y soy más que consiente de que Edith probablemente me dio un poco de LSD antes de salir de casa _ nunca he rechazado tanto por las alucinaciones en toda mi vida.

Cortando mi dedo con un pedazo de vidrio, maldigo y me levanto hasta mis labios, preparándome para chuparlo.

Pero me detengo cuando recuerdo que no toda es mi sangre.

_ Maldita sea, Brandon._ maldigo mientras me levanto y pateo los pedazos inútiles con mi pie.

No hay ninguna llave aquí

y sé con certeza que había una en mi libro original.

_ esto lo confirma _ digo con una sonrisa histérica _ estoy perdiendo la maldita razón. Ha sido Edith. Tiene que serlo. 

Continuo por el pasillo y me detengo frente a una larga cortina negra colgada en jirones de la pared. Detrás de esto, debería haber una pequeña puerta, ¿verdad? ¿Una en la que apenas puedo meter la cabeza?

𝕬𝖑𝖑𝖎𝖘𝖔𝖓'𝖘 𝕬𝖉𝖛𝖊𝖓𝖙𝖚𝖗𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora