𝕰𝖑 𝖈𝖍𝖆𝖗𝖈𝖔 𝖉𝖊 𝖉𝖗𝖔𝖌𝖆𝖘 𝖞 𝖑𝖆𝖌𝖗𝖎𝖒𝖆𝖘

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El diván donde encontré que Bébeme... Perdón, Tee estaba acostado cuando retiré la cortina negra andrajosa, tiene una pequeña puerta al lado del tamaño perfecto para que quepa una pelota de béisbol. 

En los libros originales de Alicia, ella bebe la botella de BÉBEME y se encoge hasta el tamaño perfecto.Que esté esperando que aquí ocurra lo mismo solo demuestra lo mal que estoy de la cabeza.—Entonces —digo, deteniéndome y manteniendo la mirada enfocada en la pared de rayas burdeos frente a mí. Tiene rayas verticales en columnas alternas de pintura brillante y mate. 

Para mí parece sangre. Sangre en la parte trasera de las gafas de un chico, sangre en todo mi vestido... Me arriesgo a mirar sobre mi hombro y descubro que ambos gemelos finalmentese han puesto sus pantalones, sus hermosas pollas escondidas y nunca más serán vistas por mí.Porque no tengo interés en volver a verlas.—¿Y qué? —pregunta Tee, escarbando en su bolsillo y sacando un teléfono.Mierda.Estaba diciendo la verdad... tiene un teléfono. Y se parece... un poco al mío, también. Pulsa un botón en el lateral y la pantalla se ilumina.—¿No querías hacer una llamada? —pregunta mientras me acerco rápidamente y se lo arrebato de su mano extendida. Mientras lo hago, las puntas de mis dedos se deslizan por su palma y sus ojos color amatista se enfrentan a los míos, el calor se enrosca en mi brazo y se acurruca en mi pecho. Echo el brazo hacia atrás y hago como si no fuera nada.

Porque no era nada. 

Nada en absoluto.

Mirando hacia abajo, encuentro tres aplicaciones simples en un fondo negro sencillo, una para hacer llamadas, otra para enviar mensajes de texto... y algo con el símbolo de una bomba como icono. 

Ni siquiera voy a preguntar sobre eso. Cuando giro el teléfono para inspeccionarlo, veo que está dentro de una caja de cristal con engranajes y piñones de oro y cobre, girando y haciendo tictac bajo la superficie. 

Huh. 

Le doy la vuelta y empiezo a marcar el número de Edith.—Aunque si intentas llamar fuera de Underland —continúa Tee mientras Dee mira a su hermano molesto—. Estarás muy decepcionada. No hay servicio fuera de Underland. 

Siento que mi boca se frunce con fastidio cuando le devuelvo el teléfono y veo la comisura de sus labios inclinada hacia arriba con unapequeña sonrisa de satisfacción. Qué maldito imbécil, hombre. Sostiene la palma de la mano abierta para que deposite el teléfono, pero lo lanzo en su dirección y observo cómo lucha para evitar que caiga al suelo.—¿Esta es la puerta por la que vamos a pasar? —pregunto mientras Tee me mira y Dee sonríe como un modelo de anime gótico de GQ drogado.—Lo es —dice mientras me arrodillo y, como la Alicia original de los libros, miro a través de la cerradura al jardín—. Los jardines personales del rey —continúa Dee mientras parpadeo y trato de darle sentido a lo que veo. 

Un castillo blanco y rojo se eleva sobre una serie de setos, jardines de flores y... malditos hongos gigantes. Son del tamaño de los árboles.Parpadeo estúpidamente y me acerco más, apenas escuchando a Dee mientras habla.—Solo hay una forma de salir de Underland y es a través del espejo, pero necesitas el permiso del rey para usarlo. Y esta puerta de aquí, es el único portal directo al jardín o a cualquier lugar cerca de los terrenos del castillo. 

Mientras observo, un hombre, otro ridículamente guapo espécimen de masculinidad, marcha por el camino de grava blanca como si estuviera en una misión, deteniéndose ante el crujido de un arbusto cercano y parando en un cruce, junto a un banco blanco cubierto de corazones rojos.Basándome en la corona que lleva, la cruel mueca de su rostro, y el duro brillo de sus ojos... no hace falta ser un genio para hacer la conexión... ¿El Rey de Corazones entonces?—Puedo ver al rey —digo de golpe y escucho a Tee refunfuñando a mis espaldas.—Puedo ver tu ropa interior —añade, y aprieto los dientes, echando mano a la falda para cubrirme el trasero.

 No ayuda mucho, pero no puedo apartarme de lo que estoy viendo. Por los arbustos que crujen... aparece el asesino de orejas de conejo. 

No puedo entender lo que dice, pero miro fascinada mientras se arrodilla ante el rey, con un par de guantes blancos en una mano y un cuchillo en la otra. Ofrece la hoja en su palma extendida, con la barbilla hundida en deferencia. El cruel rey estira la mano y despeina el oscuro cabello del chico con orejas de conejo, casi de forma burlona.

"Órdenes del rey". 

Eso es lo que dijo justo antes de disparar a Brandon. Así que ¿de alguna manera, mi compañero de clase, el friki rey de los nerds y mi enamoramiento de último año, Brandon Carmichael, estaba mezclado en todo esto de Underland? No veo cómo, pero tampoco imaginé que le dispararan en una fiesta de instituto. Las cosas no son siempre lo que parecen, ¿verdad? 

Pero que me maldigan si puedo apartar la mirada del rostro del rey. No creo haber visto nunca un hombre tan hermoso como ese, tanto infalible como... defectuoso. Es un extraño enigma: su cabello perfecto, rojo como la sangre, su ropa perfecta... y esa cicatriz irregular que se extiende desde el labio inferior hasta el mentón, pasando por el cuello. Es como si le hubieran cortado la garganta en algún momento, como si alguien hubiera intentado arrancarle la cabeza. 

—¡Oh! ¡El duque, el duque! ¡Oh! ¿No estará salvaje si lo hemos hecho esperar? —dice una voz, mucho más clara que el murmullo del rey y su conejo. Un pie se pone delante de la puerta, bloqueando mi vista de los dos hombres etéreos. Quienquiera que sea sigue delante y noto que él tambiéntiene cola y orejas de conejo.

¿Qué diablos? 

Me aparto del ojo de la cerradura y me levanto, rozando con mis manos las rodillas de mis medias con dibujos de arlequín. Hay pequeñas salpicaduras rojas de sangre en el blanco, pero lo ignoro por el momento. El asesino de Brandon está al otro lado de esta puerta, me encontraré con él muy pronto. Pero, francamente, pasaré de largo si eso significa salir de aquí.

—Entonces, ¿dónde están las otras botellas de "BÉBEME"? —pregunto, cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras Dee se mueve, ahora vestido con una camisa a rayas blancas y negras... con todos los botones desabrochados, así como botas de combate con hebillas. Como el asesino de orejas de conejo, estas también tienen corazones en las puntas. Se arrodilla y recoge una llave diminuta que pasé por alto antes, tan pequeña que tiene que mojarse la punta del dedo con la lengua y tocar el brillo del metal para que se pegue. Se pone de pie y la mete en el bolsillo de supantalón negro. Está tan apretado que parece jodidamente pintado—.Encojámonos a la medida y terminemos con esto.

𝕬𝖑𝖑𝖎𝖘𝖔𝖓'𝖘 𝕬𝖉𝖛𝖊𝖓𝖙𝖚𝖗𝖊𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora