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                                 Donghae

La primera vez que lo conocí,
había estado disfrazado, vestido
con un elegante traje negro,
hecho para parecer que él era
uno de nosotros. Pero aunque
las capas de tela fina cubrían
sus muchos tatuajes, no podían
ocultar su verdadera naturaleza.
Brillaba a través de él,
peligrosa y fria.

En aquel entonces jamás habría
pensado que lo llegaría a
conocer a él y al monstruo que
tiene dentro mejor que a nadie
más, y que volvería toda mi vida
al revés. Que cambiaría todo mi
ser desde mi propio núcleo.

-No puedo creer que te dejen ir
con ellos -murmuró Yuqi.

Di la espalda al espejo para
mirarla. Estaba sentada con las
piernas cruzadas en mi silla
de escritorio, vestida con
sus pantalones de correr más
andrajosos, y su largo cabello
castaño amontonado encima de su
cabeza en un moño desordenado.
Su camiseta, una cosa gris
desteñida y llena de agujeros
y manchas, llevaría a nuestra
madre a una crisis.
Yuqi sonrió tristemente cuando
siguió mi mirada.

- No es como si tuviera que
vestirme bien para nadie, sabes.

-Hay una diferencia entre no
vestirse bien y lo que estás
haciendo -dije con un toque de
desaprobación.

En realidad, no estaba molesto
porque mi hermana llevase
Su ropa más andrajosa, pero
sabía que su único propósito
era irritar a mamá, y era
un escenario probable dada
la tendencia de madre al
perfeccionismo y a reaccionar de
forma exagerada.

Realmente no queria que su
estado de ánimo se tornara agrio
tan pronto antes del baile.
Sería el que lo sufriria dado
que padre estaba definitivamente
fuera de cuestión a la hora
de convertirse en el blanco
favorito de madre. Madre tenia
la tendencia a tomárselo como
algo personal si Yuqi o yo no
éramos perfectos.

-Estoy haciendo un punto -dijo
Yuqi con un pequeño encogimiento
de hombros.
Suspiré.

-No, estás siendo egoísta e
infantil.

-Soy una niña, demasiado joven
para una reunión social en la
mansión Falcone -entonó Yuqi en
su mejor imitación al tono de
reproche de madre.

-Es un evento para adultos. La
mayoria de las personas tendrán
dieciocho o mucho más. Madre
tiene razón. No tendrías a nadie
con quien hablar y alguien
tendria que mantenerte vigilada
toda la noche.

-Tengo quince años, no seis.
Y solo eres cuatro años mayor
que yo, así que no actúes
tan adulto -dijo indignada,
levantándose de la silla de
escritorio, dejándola girando
detrás de ella, y avanzando
hacia mí. Me miró de lleno, el
desafío inconfundible en sus
ojos-. Probablemente le dijiste
a madre que no me lleve contigo
porque te preocupaba tener que
vigilarme y que te avergonzara
ante tus oh-tan-perfectos
amigos.

La fulminé con la mirada.

-Estás siendo ridícula. -Sin
embargo, un destello de
culpabilidad pasó por mí ante
las palabras de Yuqi.

No había hablado con madre para
que dejase a Yuqi en casa
pero en realidad tampoco había
luchado mucho para que mi
hermana se uniera a nosotros.

Yuqi tenía razón. Había estado
preocupado por tener que estar
Con ella toda la noche. Mis
amigos la toleraban cuando
estábamos en casa, pero ser
visto con una chica cuatro años
más joven en una reunión oficial
no les sentaría bien. Una fiesta
en casa de Falcone significaba
siempre la mejor oportunidad de
conocer a partidos elegibles y
tener que cuidar a la hermana de
tu amigo realmente no ayudaba
con esa labor. Quería que esta
noche sea especial.
Algo de mi tren de pensamientos
debe haberse mostrado en mi cara
porque Yuqi resopló.

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