La noche caía sobre el horizonte, teñiendo el cielo con tonos dorados y púrpuras. Sam, después de tantos años de lucha, se encontraba en la plenitud de su vida. Sin embargo, la batalla no solo dejó cicatrices físicas, sino también huellas indelebles en su alma.
Sam reflexionaba en su despacho, mirando por la ventana. El zumbido lejano de las naves espaciales resonaba en el aire, recordándole que, incluso en tiempos de paz, la galaxia no dejaba de palpitar con vida.
Belfast entró suavemente, iluminando la habitación con su presencia. Se acercó a Sam y posó una mano en su hombro, compartiendo ese momento de silenciosa conexión. Ambos sabían que el tiempo no era infinito, y las sombras del pasado aún se cernían sobre ellos.
Mientras tanto, Ayla y la pequeña Iztac jugaban en el jardín. Las risas inocentes resonaban como melodías en el viento. Ayla, aunque no entendía completamente la magnitud de las batallas libradas por Sam, sabía que su padre era un héroe. La pequeña Iztac, con ojos curiosos, absorbería las historias que su familia había tejido a lo largo de los años.
Los días pasaron, cada uno un pequeño capítulo en la historia que estaban construyendo. Ayla, con el tiempo, creció para convertirse en una valiente líder, siguiendo los pasos de su padre. Iztac, heredera de la fuerza y la sabiduría de Sam, floreció como una prometedora joven.
Sin embargo, el tiempo no dejó de avanzar, implacable. La vejez tocó su puerta, y Sam, aunque lleno de sabiduría y experiencias, comenzó a sentir el peso de los años. La galaxia cambió, evolucionó, pero su lucha nunca fue olvidada.
Un día, Sam se encontró sentado bajo la sombra de un viejo roble en el jardín. Las risas de Ayla y Iztac ya no resonaban como antes; ahora, eran sus propias familias las que llenaban la casa con alegría. Belfast estaba a su lado, sosteniendo su mano con ternura.
Sam cerró los ojos, recordando los días de batallas y victorias, pero también de pérdidas y sacrificios. La galaxia era un lugar diferente ahora, y él había dejado su marca en ella. Se despidió en silencio de las estrellas que una vez defendió con fervor.
Finalmente, llegó el momento inevitable. Sam partió en paz, su legado quedando en manos de aquellos que continuarían la lucha por la libertad y la justicia. En su funeral, la galaxia entera pareció rendir homenaje a un héroe caído.
Belfast, Ayla e Iztac, junto con aliados y amigos, despidieron a Sam con lágrimas y sonrisas melancólicas. El último héroe, el último capítulo de una epopeya que marcó la historia del cosmos.
Y así, en la inmensidad del universo, la leyenda de Sam perduró, recordándonos que, incluso en la oscuridad, siempre habrá una luz que guíe a aquellos dispuestos a luchar por la libertad.
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Miren quien vino viernes a dónde vivo Bv
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Azur Lane: The Evolution of The Kansenkos | Original
Fanficno sé muchas cosas sobre Azur Lane Haci que les valga ver- si escribo algo que no cuadre Bv