seis

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Haerin estaba tan avergonzada consigo misma cuando preguntó el por qué la mayor reaccionó así con lo escrito en la etiqueta.

"Estúpida, no debí saltarme las clases de inglés" pensó para regañarse al llegar a su casa.

Pisoteó el piso para desquitarse, le gritó al perro por una pelota que chilló al morderla, aventó una almohada a su esposa en la cara por decirle el significado pero luego la besó disculpándose.

Incluso denunció la página de Internet con la excusa de que el contenido era un total fraude al ponerlo en práctica y se peleó con una señora en Facebook al postear lo ocurrido en un perfil secundario que usaba para stalkear a una actriz que le gustaba mucho o para molestar a Hanni.

En su defensa, la mujer pudo haber sido sincera y amable en su perspectiva del asunto pero en cambio utilizó palabras ofensivas que la hicieron enojar y acabó con un bloqueo en su cuenta por decirle vieja pioja.

Acabó por llamar a Hanni para pedirle una caja de donas que su esposa vendía en la pastelería que tenían juntas, la pelirrosa no preguntó para qué las necesitaba (porque a Haerin las donas glaseadas le daban asco) debido a que estaba más dormida que despierta a las dos de la mañana.

Decidió esta vez escribir en su propio idioma en la parte interna de la tapa que protegía los postres "Mamá no quiere ser la única con pancita" refiriéndose a sí misma como una madre. Sonrió acariciando su vientre.

Colocó el empaque en la mesa de la sala y preparó leche con chocolate porque sabía que Danielle amaba ingerir un montón de azúcar, tanto que estaba pensando llevarla al médico para revisarle la glucosa y que no acabe diabética. El timbre sonó a lo lejos y extrañada fue a abrir encontrando a su esposa del otro lado.

-Olvidé las llaves de la casa─dijo para justificar su cometido.

─Oh, no te preocupes, sabes que siempre te abriré la puerta de la casa y de mi corazón─intentó sonar romántica recibiendo un beso en la mejilla.

Cerró la puerta ayudando a la más alta en quitarse el saco y la corbata que parecía ahorcarla. Pero a pesar que Danielle pensaba que su esposa amaba atenderla, Haerin aprovechaba para olfatear como un sabueso y corroborar que ninguna chica se intente sobrepasar con su mujer.

En el pasado, una chica se atrevió a coquetear con Danielle en sus narices y le molestó muchísimo porque la mayor no parecía apartarla, así que la tomó de los cabellos para arrastrarla a otro lado gritando que nadie le hacía ojitos a su novia.

─En la sala te dejé algunas cosas, descansa ─dijo tomando la maleta negra y llevándola a la habitación que comparten.

Danielle se sentó en el sofá encendiendo el televisor para buscar algún programa interesante que pueda ver, bajó la mirada observando la caja de donas y sonrió para agarrarla.

Levantó la tapa leyendo las palabras escritas y chilló emocionada para comenzar a comer como desesperada sin importar mancharse la cara.

─Más despacio, no quiero que mueras y me dejes viuda ─la menor se sentó a su lado.

─¿Puedes decirle a tu madre que agradezco su regalo? ─miró a su esposa con ojos brillantes─ A ti también te agradezco, por la leche chocolatada.

Haerin abrió la boca para decir algo pero la cerró negando con la cabeza, nuevamente había fallado. Bueno, lo que había escrito podía interpretarse como si su madre lo hubiera mandado bromeando sobre su peso.

─¿Sabes por qué me gustan las donas? Son tan deliciosas, el glaseado es estupendo y si tienen relleno son mejores y..-

La menor la tomó del cuello de la camiseta y la acercó a sí misma antes de que comience a parlotear sobre las donas.

─Cállate y bésame.

𝗨𝗡𝗡𝗜𝗘 𝗜'𝗠 𝗣𝗥𝗘𝗚𝗡𝗔𝗡𝗧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora