Déjame amarte (NaruSasuNaru)

11. Noche

La luz de la luna los iluminaba, despertando así un sentimiento enterrado que provocó una sensación de intensa hambre.

Naruto, sin separarse, metió las llaves que ya tenía preparadas en la mano en el cerrojo y las giro velozmente para así entrar a su vacía casa.

Arrastró a Sasuke con el, quien no impuso resistencia a aquella acción al improvisto.

Naruto cerró la puerta detrás de ellos, siguiendo el juego de besos y lenguas que ambos estaban comenzando a crear.

Los dos entendieron que iba a pasar, y aún así, se dejaron llevar.

Cuidadosamente, subieron las escaleras, continuando con lo que estaban haciendo. Un beso por cada escalón que subían. Ahora parecía un reto. Un reto de saber quien rompía el vínculo antes que el otro. Un reto que ninguna palabra del mundo podía describir.

Naruto llevó a Sasuke a trompicones hacia su habitación. Su respiración entrecortada. Estaba empezando a tomar las riendas de la relación. Abrió la puerta, casi desesperado y guió ciegamente a Sasuke hacia su cama. Estando allí, lo empujó levemente sin hacerle daño y se montó sobre el, con sus brazos a los lados de los hombros de Sasuke, y una de sus piernas entre las del azabache. Sorprendentemente sin haber roto nunca aquel vínculo que ahora habían creado. Sasuke se separó de el, ya sin poder aguantar más la respiración, que ahora hacía que de ambos salieran respiraciones entrecortadas y jadeos que significaban la búsqueda de aire otra vez.

Ya habiendo recuperado un poco la respiración, Naruto hablo a Sasuke.

Naruto: Tu siempre te has esforzado, ahora es tiempo de que yo haga algo por ti también, ademas, tú te separaste primero.

Sasuke no formuló palabra alguna, y en cambio, se quedó admirando el bello rostro con una expresión de ansias y en sus ojos lujuria que nunca creyó poder ver de él. Con un sonrojo, observó su cabello que no perdía su deslumbrante brillo incluso después de que cayera la noche, y que ninguna luz estuviera allí para iluminar la oscura casa. Algunos mechones caían frente a su cara debido al ángulo de su cabeza, los cuales le daban un toque aún más atractivo a su rostro y lo hacía ver más dominante. Sus ojos brillaban más que nunca, reflejando un profundo océano sin fin, un despejado cielo, un hermoso color similar al de una lobelia y una combinación de emociones que él no podía descifrar. Lo observaba tan bellamente, sin juzgarlo, que creyó por un momento que podría pasar toda la eternidad asombrado por esos zafiros, más brillantes que un propio diamante.

La luz de la luna chocaba contra el costado de su cara, iluminando su bronceada piel y sus pequeñas marcas de nacimiento en sus sonrojadas mejillas.

Él podía verlo, podía ver cuanto lo deseaba, cuanto lo quería y todo el arrepentimiento que ahora estaba intentando enmendar. Ese sentimiento de que le pertenecía a alguien, y que esa persona le pertenecía a él llenó el vacío que había sentido el último mes debido a la ausencia de aquel rubio.

Se quedaron mirando el uno al otro, memorizando cada pequeño rasgo que lograban atisbar entre la oscuridad de aquella habitación, que solo era ligeramente iluminada por la hermosa brillantez que generaba la luna.

Sasuke, sin aguantar más, levantó sus brazos para sostener el cuello del otro, y lentamente se acercó a él, uniéndolos en un hermoso beso acompañado por la tranquila atmósfera que habían creado, en la que se sentía todo el deseo que contenían en su interior. Movió sus labios, al principio tímidos como el primer contacto que habían compartido, y lentamente empezó a abrirlos más para dejar paso a la lengua de Naruto, la cual empezó a explorar su cavidad bucal que no había podido sentir por la poca profundidad de los besos que habían tenido minutos antes. Sasuke le correspondió sin resistencia, extasiado por aquellos labios que lo besaban tan suave pero ferozmente como si de un animal se tratase. Amaba aquel contacto, como sus labios encajaban perfectamente con los del otro, como si hubieran sido hechos exactamente el uno para el otro. Deseaba que nunca se separaran.