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Jimin.

Salí del departamento sin hacer algún tipo de ruido, no quería despertar a las chicas, a pesar de que fuesen las 5:00 de la tarde; No quería que me preguntaran a dónde iba, porque ni siquiera yo lo sabía.

Dejé que mis pies me guiaran durante todo el camino, solo visualicé todo a mi alrededor, tratando de conocer o simplemente de recordar las calles o cada edificio. El día realmente se había tornado lindo después de una tormentosa noche, la oscuridad le dio paso a un reluciente sol y admiré cada pequeña cosa al irme adentrando en aquel conocido parque, en el cual jugué innumerables veces con ella...

En ese momento recordé cuando sin querer tropecé con Minjeong mientras jugábamos, la vi caer al suelo de una forma algo brusca, por un momento me asusté, pero ella simplemente se levantó y me miró de una manera enojada, antes de cambiar su expresión y darle paso a la risa más hermosa de todas. Afortunadamente no se hizo daño, pero me sorprendió que nunca se enojara conmigo.

Las cosas sin duda cambiaron tanto, antes no podíamos estar la una sin la otra y ahora, aunque quisiéramos permanecer juntas, ya ninguna luchaba por mantener un mínimo de cercanía. Cuando éramos niñas el orgullo no existía en nosotras, solo éramos cariño durante horas, mejores amigas, las más inseparables.

— Las cosas no debieron terminar así. —musite de manera baja al suspirar.

Sin darme cuenta mis pies se detuvieron frente a una cafetería, admito que amaba esos lugares. Opté por entrar y elegí la mesa más alejada de todas, donde no existía tanto ruido. Esperé mi pedido y comencé a trazar algunas líneas en mi libreta de dibujos, por alguna razón no quise salir sin ella y ahora me encontraba dibujando el más hermoso recuerdo que tenía en mi cabeza.

Minjeong.

Su cuerpo, su piel blanca y suave, sus finos labios, sus lunares, aquellos que siempre me parecieron hermosos, la forma en la que sus ojos se cierran cuando sonríe, su risa ligeramente ronca y su dulce voz al decir mi nombre. Minjeong era... Perfecta. Una Diosa.

El sonido de una silla arrastrándose me sacó de mis pensamientos y cerré mi libreta rápidamente al mirar a la persona frente a mí, un poco asustada de su repentina presencia y mis ojos se abrieron como platos.

— Ah... Es una lástima, realmente lo es. —dijo con pesar al mirarme— No tenía dudas de que tu equipo ganaría.

— P-profesora Kim Taeyeon...

— ¿Es tu novia? —preguntó y al no obtener alguna respuesta de mi parte sonrió— Lamento ser tan imprudente, pero me sorprendió lo que dibujabas.

Abrí mi cuaderno nuevamente y miré aquel dibujo completamente sorprendida, era el cuerpo de Minjeong... ¡Semidesnudo! ¿Realmente logró verlo? Sentí vergüenza de que me pillara.

— N-no es mi novia... Solo... —bajé saliva y suspiré sin poder continuar.

— Los dibujos en tu blog son buenos, pero verlos realmente es impresionante.

— ¿Usted...?

— Sí, te he seguido. —me interrumpió mediante una sonrisa— Después de todo, admiro que jóvenes como tú sigan el arte, muchos no son capaces de hacerlo aunque quisieran, eso me demuestra cuánto amas lo que haces.

— Yo... —sonreí de manera tímida, ¿Realmente estuvo al pendiente de todos mis dibujos? Era impresionante, no podía creerlo. Junté mis manos y volví a mirarla antes de preguntar— Disculpe, ¿Qué hace aquí?

— Solo vine por un café, ¿No es obvio?

— Pero...

— Te vi y quise venir a saludar a mi prometedora alumna.

— ¿Alumna? —pregunté, estaba realmente perdida.

— ¿Por qué decidiste marcharte antes de que terminar la exposición?

— Es que... No le mentiré, odié cada segundo allí dentro... Después de lo que pasó yo...

— El profesor Choi dijo que fuiste tú. —me interrumpió nuevamente y luego ladeó un poco su cabeza— Es algo... Imposible de creer, sé que tú no caerías tan bajo.

— Realmente no lo hice, no sé quién pudo atreverse a hacer algo así...

— Es entendible. —suspiró.

Volví a quedarme en silencio. En ese momento una chica dejó nuestro café y miró a la profesora Kim por más tiempo de lo debido, sin siquiera disimular. Sí, es una mujer hermosa, te entiendo. Kim mantuvo la mirada puesta en su celular, ajena a lo sucedido y aquella muchacha se fue, casi de una manera decaída al no obtener la atención que quería. Yo solo oculté mi risa.

— Yu, quisiera pedirte un favor.

— L-lo que sea. —dije de inmediato.

— Nunca dejes lo que tanto amas. —respondió al mirarme.

— ¿Qué?

— Tu pasión al dibujar es realmente admirable, por favor, acepta mi petición para ingresar a mi escuela de arte.

¿Qué? ¿Acabo de escuchar bien?

— ¿Qué dice?

— Lo que escuchaste. Sé que lo hiciste.

— P-pero... —bajé la mirada y jugué durante un momento con mis dedos, demasiado pensativa ante sus palabras.

— Puedes mejorar, aumentar tu potencial y convertirte en la mejor, Jimin. —me alentó y escuché una pequeña risa de su parte— Acaso... ¿No te gustaría?

— No sé si pueda, no después de lo que pasó... ¿Qué pensarán mis compañeros? —pregunté sin poder evitarlo.

— Yu, olvida lo que pasó, te hubiese buscado de todas formas gracias a tu blog.

— ¿De verdad?

— No tengo por qué mentirte.

La miré, buscando algún indicio de broma pero como era de esperarse, no encontré nada. Realmente quería aceptar, pero la reacción de mis compañeros era a lo que más temía, ¿Qué iban a pensar realmente de mí? Sería la traición más grande sin duda, pero también... La oportunidad más valiosa de mi vida.

— Está bien, de acuerdo... Dejaré que lo pienses. —dijo sin más al levantarse y tomó su café, me regaló una pequeña sonrisa antes de salir y mantuve la mirada en la puerta sin poder evitarlo.

¿Debía pensarlo tanto? ¿Y si tardaba demasiado y se arrepentía? Esperen... Si aceptaba, eso significaba que no podría volver a Francia, tendría que quedarme para asistir a la escuela y eso quería decir que todavía... Permanecería cerca de Minjeong.

Además, si Yeji se enteraba de esto, insistiría hasta tal punto de llamar a mis padres y obviamente, ellos iban a querer que aceptara y que lograra aquel sueño que desde pequeña siempre quise alcanzar.

Pero, esperen, lo más importante... ¡Ya lo arruiné todo con Minjeong! ¿Qué iba a decirle ahora? ¿Adivina quién se quedará? ¿Adivina quién sufrió en vano? ¡Menuda idiota, Yu Jimin! Ahora no podía interponerme entre ellos, no después de todo lo que le hice, no quiero que sufra más.

Soy muy egoísta... Debes ser feliz y yo solo te he lastimado desde mi llegada.

— Maldita sea, soy tan idiota... —musité al cubrir mi rostro con ambas manos.

black&white / winrina ࣪𖤐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora