Tristes Días del Pasado

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Esa noche, Kayn no podía dormir. Se sentía verdaderamente nervioso. Había dormido en lugares horripilantes. Desde una nauseabunda alcantarilla e incluso atado de pies y manos por secuestradores que bien podrían haberlo matado. Había dormido bajo la lluvia en las ramas de un viejo árbol. Lleno de hormigas donde no podía hacer ruido porque lo estaban buscando. Él sí que había dormido en situaciones de pesadilla... Pero... Esa noche él sentía que su vida se encontraba ahí. Durmiendo sobre él. Y baboseando su pecho mientras lo hacía.

Sí. Kayn tenía miedo... Miedo de que Moon estuviera en peligro. Ekko le había asegurado que nadie más sabía sobre ella pero... Eso no le era suficiente. Kayn quería saber más. Quería saberlo todo. Si supiera quién era ese tipo sería muy sencillo... Ir y acabar con él. De una vez.

Yone.

Fue lo primero que se le vino a la cabeza.

Aquel día que lo conoció...

Fue único.

Era un día soleado. Kayn caminaba por el centro de la ciudad. Era una zona que no frecuentaba en ese entonces. Porque prescisamente él podía escuchar a la gente a su alrededor susurrar. Los niños lo señalaban y la gente se reía de él, observandolo de arriba abajo como si fuera un animal. Caminaba por delante de las lujosas tiendas con hermosos abrigos y ropa que él jamás podría costearse. Sus prendas andrajosas delataban que el muchacho no pertenecía ahí. Una de sus zapatillas agujereada permitía ver los dedos de su pie cuando caminaba.

Él nunca iba a ese lado de la ciudad a menos que fuera a vender algo robado. Algo antiguo que siempre era bien recibido en la casa de empeño del lugar. Por unas monedas... Entregaba los objetos que les quitaba a sus víctimas. Y eso era lo que acababa de hacer en aquel lugar. Ahora solo quedaba largarse.

Pero ese día... Ese día bajo el brillante sol una persona se le acercó. Un muchacho de cabello gris tocó su espalda con un codo. Kayn volteó a verlo con mucha frustración por la situación. Quería salir de ese lugar, cuánto antes. Él sabía que no pertenecía ahí.

- Oye, chico... Disculpa... ¿Podrías ayudarme a llevar estos papeles...?- Preguntó aquel elegante muchacho. Él cargaba con una pila de papeles en un brazo y varios envases de café en el otro. Kayn, al ver esta situación claramente no quiso saber nada de aquella persona. Él frunció el ceño:

-Pudrete, idiota.- Contestó para voltear y continuar su camino. Pero al darse la vuelta escuchó un golpe y cuando devolvió la vista hacía atrás vió que ese chico yacía en el suelo. Bajo el sol. Los papeles que traía en su brazo estaban ahora esparcidos por el suelo. Kayn no pudo evitar reírse de la situación.

Su risa se detuvo cuando vió que el muchacho no reaccionaba. Lo que le hizo reaccionar fue ver como la gente pasaba a su lado sin importarle en lo más mínimo. Entonces Kayn se acercó al chico y lo sacudió con sus manos. Se encontraba completamente sudado y traía un aspecto espeluznante. Pese a su ropa de terciopelo y su apariencia claramente él no se encontraba bien. Kayn le llamó:

- Hey... Despiértate...- Lo sacudio con fuerza. Yone abrió los ojos y se sentó en el suelo observando su alrededor.

- ¿Qué pasó?- Dijo tocando su cabeza como si le doliera.

- Te caíste.- Explicó Kayn.

- No... Viktor va a matarme...- Dijo Yone mientras observaba los papeles y el cafe esparcidos por el piso.

- Oh vamos, supéralo son sólo un montón de papeles.- Dijo Kayn mientras revoleaba los ojos:- No seas idiota.- Pero entonces los ojos de Yone se pusieron vidriosos.

- Sí, soy un idiota... Lo arruiné...- Habló Yone con un hilo de voz:- Tenía que estar todo para las doce... Y ya solo faltan veinte minutos... No llegaré a pedir el cafe... Mucho menos si tengo que re-imprimir los papeles... No sirvo para nada...-

Heartsteel Y EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora