4. MIERDA, OSVALDO.

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Molly y Ama no tardaron nada en empezar a murmurar cuando divisaron a Aldo ingresando en la cafetería acompañado de nada más y nada menos que Osvaldo

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Molly y Ama no tardaron nada en empezar a murmurar cuando divisaron a Aldo ingresando en la cafetería acompañado de nada más y nada menos que Osvaldo.

— ¿Qué mierda les pasa a ustedes dos? Parecen viejas chismosas. — Se quejó Patty, dirigiendo su mirada hacia sus extrañas amigas quienes le miraron estupefactas y segundos después señalaron hacia donde Aldo se encontraba, acompañado por el tímido futbolista en la fila por algo para almorzar.

— Oh, Aldo está con el chico anaconda. — Molly soltó una carcajada.

— ¿Le contaste a Patty? —preguntó Ama, mirando acusadoramente a la de pelo rosa.

— De hecho fue el mismo Aldo quien me contó, estaba tan desesperado porque el chico anaconda lo perdonara, que me contó su romántica primera charla. — respondió sarcástica la pelirroja.

— Hola, chicas. — saludó Aldo, sonriendo con un poco de tensión. Sabía que sus amigas podían ser algo... extrañas. A él no le importaba, sólo que, no quería asustar al pelinegro por segunda vez. — Eh, él es Osvaldo Palacios y  va a ser nuestro amigo ahora.

Molly, Ama y Patty se miraron entre sí con un poco de sorpresa.

— Yo soy Ama Garza, encantada de conocerte. — saludó la mayor del grupo.

— Un gusto. — murmuró, correspondiendo el saludo con timidez.

— Mi nombre es Molly,  — exclamó con una enorme sonrisa— Aldito es el menor de todos, así que espero nos ayudes a cuidar bien de nuestro pendegeo.

— Ah, sí... c-claro.

— Patty Meza. —Se presentó, encogiéndose de hombros. — Así que, tu eres el chico anaco- — Las palabras de la imprudente de su amiga fueron interrumpidas por las rápidas manos de Molly sobre su boca y las nada disimuladas carcajadas de Ama.

—No le hagas caso a Patty, no sabe lo que dice — aseguró Ama al jugador, sonriendo tranquila. — Y dime, ¿qué estudias?

Casi se muere de un infarto. Si no fuese por Molly, la estúpida de Patty habría dicho algo verdaderamente estúpido e imprudente, lo que hubiese desencadenado un ataque de pánico en Osvaldo y de seguro habría huido como parecía ser su costumbre.

Iba a ser complicado que Osvaldo  y sus amigas se llevasen bien, pero esas idiotas estaban advertidas; tenían que ayudarle a entrar en confianza con el tímido chico para conseguir su objetivo o se vería obligadas a pasar vergüenzas frente a sus novios, ya que ser el consejero de todas sus amigas y su cofre de secretos tenía algunas ventajas que olían a chantaje.

{***}

— Oh si... — De nuevo Osvaldo empujaba en su interior, más duro, más rápido. Oh, joder, podía sentir todas y cada una de las hinchadas venas sobresaltando y palpitando por la carne caliente... o al menos eso era lo que se imaginaba.

Falofilia // Adaptación Aldoriana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora