5. BITCH

620 33 14
                                    

— Todavía me parece increíble que tengas un auto y yo no — confesó el moreno haciendo un puchero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Todavía me parece increíble que tengas un auto y yo no — confesó el moreno haciendo un puchero.

Osvaldo soltó una risita.

— Algún día tendrás un auto, Aldito.

— Ese es el apoyo que necesito. — exclamó, riéndose solo.— Mis padres y Rocio creen que no soy lo suficientemente responsable para tener un auto. — murmuró con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

— Deberías darles razones para que te consideren una persona responsable entonces. — razonó el mayor.

— Supongo. — murmuró Aldo.

Observó el masculino perfil de Osvaldo, cuan sencillas serían las cosas si el pelinegro no fuera la cosa más virginal que Aldo había conocido en su vida. Debía admitir que, con el tiempo, se fue dando cuenta que Osvaldo era una persona muy bella. No solamente tenía un gran atributo ahí abajo, sino también tenía una linda sonrisa brillante y unos ojos encantadores escondidos detrás de unos lentes dorados gruesísimos (en serio, si creía que él mismo estaba ciego, Osvaldo lo estaba aún más.). Podía admitir sin temores que le gustaba... pero el chico probablemente moriría de la vergüenza si se lo decía, y ni hablar de darse un beso o algo parecido.

Así que las cosas eran más complicadas de lo que se vía a simple vista.

Al parecer sus padres tenían razón. No era fanático de cargar con responsabilidades demasiado pesadas, y salir con Osvaldo implicaba darle tiempo a acostumbrarse a la situación y hacerle entender que no debía cohibirse por cualquier cosa.

Aldo no contaba con paciencia suficiente para estar en una situación en la que Osvaldo fuese su novio y no poder tocarle o hacer con él lo que en sus fantasías se presentaba con tanta frecuencia. A pesar de el comienzo de aquella amistad, las disculpas y la amabilidad, todo fue por un enfermizo deseo de obtener la polla del mayor, Aldo estaba empezando a darse cuenta de que su plan no tenía fundamentos y mucho menos una razón válida de existir.

Se podría decir que estaba empezando a considerar la idea de rendirse, pero era de esas cosas en las que no quería profundizar, pues tampoco deseaba alejarse de Osvaldo.
Quizá... debería empezar a considerar la idea de que "sólo amigos" no era tan malo después de todo.

— ¿Es aquí, Aldo?

La voz del dueño de su maraña mental interrumpió el flujo de sus pensamientos con aquella pregunta y tuvo que mirar a su alrededor para ver en donde se encontraban, pues se había perdido del todo.

— Eh... sí — murmuró no muy seguro, observando el nombre del club al que Molly les había invitado aquella noche.

Osvaldo se dirigió hasta donde se podía observar una hilera de autos estacionados y se detuvo en el final, donde apagó el motor.

Aldo estuvo a punto de salir hasta que se percató de que el mayor no se movía, así que le miró.

— ¿Te pasa algo, Valdo? — preguntó Aldo, acercando su mano hasta el cabello del pelinegro y lo revolvió levemente.

Falofilia // Adaptación Aldoriana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora