𝐅𝐄𝐕𝐄𝐑 𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌 | 𝑇𝑜𝑚 𝐾𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧.

TWO.

　
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Chi la fa, l’aspetti.
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— ¿Vamos? — La pelirroja había notado la mirada de los contrarios, eran como un imán. Y por eso mismo estaría ahí para proteger el corazón de su mejor amiga.

— Claro. — Bill pasó su mano alrededor de la cintura de su chica para caminar en dirección al cine más cercano, donde habían quedado para la cita.

Una cita un tanto extraña teniendo en cuenta que ahora había más gente de la planeada.

— Oye Robyn, ¿y sí compramos palomitas para la película? — Biersack sugirió mirándola de forma cómplice, se notaba realmente serio.

— Mmh, claro porque no. — La ojihazel le sonrió de vuelta guiñándole un ojo.

— ¿Qué película verán? — Axl concretó mirando de reojo a su mejor amigo el cual abrazaba a la ceniza.

— Creo que la de “Two souls collide”. — Le contestó el ojioceánico. Kurt se encontraba protegiendo a su chica, sabía quien era ese imbécil de Tom y por las miradas de ambos se notaba que aún había una pequeña chispa de deseo.

— Kurkito, ¿me darás alguna golosina? — La ojiesmeralda pronunció con cierto tono coqueto, en claro gesto de doble sentido.

— Relajen las hormonas que estamos en un lugar público. — Axl vireó sus ojos con un ligero chasqueo de su lengua, como odiaba que esos dos estuviesen siempre tan pegados. Kurt era solamente suyo.

— Parecen llevarse como perro y gato. — El de trenzas les dirigió una mirada burlesca, luego posó sus ojos sobre la fémina. Hoy haría algo.

— Amor, ¿quieres alguna bebida? — Bill la miró con una sonrisa, a lo que la chica asintió con gesto eufórico.

— Claro, ¿irías a por una para mí? — La pelirroja lo tomó de las mejillas y plantó un adorable beso sobre estos, algo que hacia derretir al más alto.

Bill hundió sus manos alrededor de su cintura, entre sus prendas. Luego capturó su labio inferior en un cálido gesto.
Para así encaminarse a por las bebidas para ambos.
Tom no se perdió ni un ápice de aquello, para él esa fémina jugaba claramente con su hermano.
Parecía manipularlo con tanta facilidad que le hacia odiarla.
Porque él había sido igual tiempo atrás con Christina.

— Eso fue fácil. — La ceniza le susurró en su oído haciendo que la pelirroja le sonriera de vuelta.

— Iré a acompañarlo. — Axl se dirigió hacia el bar para tratar de apartar su mirada de la acaramelada pareja, sentía demasiados celos de aquel par, él anhelaba estar del mismo modo con Kurt.

— Amor, ¿podrías traerme algo para comer? — La ojiesmeralda miró a su chico mientras posaba su mano sobre su delicado mentón, Cobain era hermoso y eso ella lo sabía a la perfección.

— Claro, ahora vuelvo. — El cenizo suspiró no muy convencido de dejarlos a solas, pero sabía que estaban tanto la fémina como Biersack así que trató de no preocuparse tanto.

Luego se fue hacia donde se encontraban Axl y Bill.

— ¿Hace cuánto que estás con Robyn? — El cenizo preguntó con aire curioso.

— Desde hace ya cuatro años y medio. Aunque nos conocemos de mucho antes. — El pelinegro suspiró recordando aquello con melancolía. — Las cosas antes iban mejor, pero bueno, al menos puedo agradecer que aún seguimos juntos.

— Pues a mí parecer su relación es un tanto extraña, pareces no darte cuenta de su manipulación. Lo mismo contigo Kurt, esas chicas son inteligentes. — Axl bufó mientras pedía su propia bebida, molesto con la situación.

— Axl, ya hemos hablado de esto antes. — Kurt suspiró con enojo, su mejor amigo a veces podía resultar algo irritante.

— Ella no es así, eso lo dalo por seguro. — Bill contestó convencido.

En el otro lado de la tienda en ese justo momento se encontraban aquellos cuatro, la rubia le dedicó una mirada a su amiga y se separaron en dos grupos.

Robyn se llevó a Andrew hacia las tiendas para comprarse algo y aprovechar a entrar al vestidor.

Donde la pasión cobró vida.

— Estoy cansado de ver cómo ese imbécil dice llamarte de su propiedad, cuando soy yo el que te hace tiritar. — El ojioceánico la atrajo en un apasionado beso, dejando que la fémina enredara sus piernas alrededor de su cintura.

— Sabes que esto es solamente momentáneo, luego terminaré con él una vez Christina haya logrado su cometido. — Collins respondió con una sonrisa traviesa.

Y en ese mismo momento a unos cuantos metros se encontraban la pareja de enemigos.

— Parece que el destino siempre nos quiere dejar a solas. — El azabache se mofó con sarcasmo. Disfrutaba de ver cómo la fémina trataba de intimidarle y tentarle.

— Parece que siempre sabes que decir Tom. — Evans se burló, luego se acercó hacia el de trenzas y lo acorraló. — ¿Quieres qué te diga que esto lo he planeado yo misma? Pues sí, es cierto. Y acabó resultando cómo yo quería.

— Cómo siempre tan astuta y voraz. — El ojiónix chasqueó su lengua para virear sus ojos en un gesto vacilón.

— Yo siempre gano Tom. — Sonrió maliciosamente.

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