Cartas

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Clay es un chico de secundaria,él está enamorado perdidamente por uno de sus compañeros de clase,llamado George.

El hace cartas expresando su amor sincero a George, pero no tiene las agallas para entregarle alguna.

Hasta que algunas cartas se cuelan en el casillero de George...haciendo que este tome curiosidad y averígue quien fue el autor.

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El rubio despertó con el suave maullido de su gata, la cual se encontraba en su pecho mirándolo bastante de cerca.

—Hola pequeña—Dijo con la voz ronca entregándole una sonrisa a la gatita.

—¿Quieres comer?—Preguntó levantándose de la cama mirando a la gata que maulló en respuesta.

Antes de irse dio una mirada a aquella caja donde se encontraban las cartas donde había dejado su amor y alma en esas. Suspiro pesadamente al sentir que nunca se las podría entregar, mayormente no lo hacía por miedo al rechazo y quedar en ridículo.

Sin darse cuenta lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, sus ojos se tornaron cristalinos y sus mejillas rojas. Sintió que algo suave y peludo acariciaba su pierna, bajó la mirada encontrándose con la gata que tanto amaba.

Se agachó a su altura para así empezar a acariciar suavemente su lomo con las yemas de sus dedos. La gata empezó a ronronear haciéndole sacar una risita al rubio.

—Ven, vamos a comer—Dijo levantándose secándose las lagrimas y respirando profundo.

Fue a la cocina ya que un fuerte olor invadía su hogar. Era bastante agradable, tanto que te empalagaba.

Al entrar a la cocina encontró a su madre cocinando algo bastante intrigante. La encimera era un desastre; crema batida por todos lados, masa de pastel en la encimera y cubiertos sucios donde sea.

—¡Buenos días!—Saludó Puffy dándole una cálida sonrisa a el rubio.

—Buenos días, ¿Que huele tan bien?—Preguntó Clay sentándose en una silla.

—Estoy haciendo un pastel para una amiga de trabajo, hoy es su cumpleaños—Respondió sonriente mirando a su obra maestra.

—Si que se te da bien la gastronomía, ¿Por qué no vendes comida?—Preguntó solamente para distraerla. Con la cautela que tenía en todo su ser, dirigió su mano hacia donde se encontraba la crema, estaba a tan solo centímetros hasta que sintió como algo rápidamente pegaba su mano haciendo que la aparte.

—Ve a cambiarte, hoy iremos a entregarle su pastel—Dijo Puffy sin apartar la mirada del horno donde se encontraba el postre. El rubio asintió en respuesta dirigiéndose a el baño.

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Cuando terminó de bañarse se puso unos pantalones negros con una camiseta gris. Era simple,pero combinaban muy bien.

Cuando bajó las escaleras se encontró a su madre sentada en el sofá en una llamada.

—Si, ya iremos en camino—Se escuchó decir.

—Noo, seguramente se llevarán bien

—Bien, nos vemos.—Se escuchó como su madre colgaba la llamada. Al separar el teléfono de su oído, vio a el rubio justo al final de las escaleras mirándola fijamente.

—¿Nos vamos?

—Vámonos—Respondió parándose del sillón dirigiéndose a la puerta, mientras el rubio la seguía atento.

"My Boy" [DNF One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora