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Sus manitas inspeccionaban el arbusto de flores amarillas tocando sus pétalos con las yemas de sus dedos. Sus pestañas aleteaban en conjunto con el viento mientras que sus pupilas se dilataban viendo a un punto fijo.
Sin darse cuenta una de las espinas se coló en su mano izquierda sacándole un chirrido de dolor. Empezó a sobarse la mano con los ojos cristalizados a punto de soltar una lágrima.
―Oye, Clay. ¿Estás bien?―El pelinegro asomó su cabeza de las flores.
―S...Sí, sólo me corté―Su voz estaba entre cortada por las lágrimas que bajaban de sus ojos hasta sus mejillas.
―¡¿Estás bien?!, ¡¿te duele algo?!―Se paró de inmediato del pasto recién cortado yendo a auxiliar al rubio.
―M...me duele el dedo―Sobó su nariz con la palma de su manita ahora soltando algunos sollozos.
―¡Voy a buscar a la señorita Violet, espera aquí!―El pelinegro salió corriendo en busca de una de las empleadas del orfanato.
Corría con todas sus fuerzas por los angostos pasillos del lugar. Estaba procupado por su amigo, normalmente veía muy atento a ese mismo arbusto. Le sorprendía que se hubiera lastimado, pero no lo pensó más, sólo tienen cinco años.
Al llegar en frente de una gran puerta de mármol la abrió de golpe sorprendiendo a todos los presentes.
―¿Sucedió algo, George?―La señorita Violet, la encargada de ambos. Miraba curiosa al infante tan preocupado.
―¡Clay se lastimó con una espina y le duele mucho!―Sin decir mucho más agarró a la mujer de la muñeca y la estiró con fuerza al pasillo.
Ambos empezaron a correr, el niño agarrándola del brazo sin soltarla.
Al llegar al patio logró ver al otro infante sentado en la hierba viendo fijamente al arbusto de flores. Aún soltaba uno que otro sollozo, seguía sobando su mano izquierda pero ahora más lentamente.
Se dio la vuelta a sentir unas pisadas atrás suyo encontrándose con su cuidadora.
―¿Estás bien, Clay?―Violet se agachó a su altura sobando su mano―¿Te duele mucho?.
―No mucho.―Seguía sin despegar su mirada de las flores, inconscientemente le recordaban a George. Ambos eran bastante alegres pero hermosos al mismo tiempo, además, ambos eran sus favoritos.
Sintió cómo unos brazos rodeaban su cuerpo pegándose a él separándose unos segundos después.
―Ven, te llevaré a la habitación para que duermas, George vendrá contigo, ¿sí?―Él asintió extendiendo sus brazos a la chica haciendo que esta lo cargue.
Envolvió sus piernas por su cadera e reposando la cabeza por su hombro cayendo lentamente en los brazos de Morfeo.
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Ambos volvieron a el jardín después de su siesta. Clay seguía semi dormido mientras que George estaba de muy buen ánimo cómo siempre.
―¡Apúrate Clay!―Gritó el pelinegro corriendo por el amplio terreno siendo perseguido por el rubio.
―¡Estoy cansado!.―Dijo de mala gana volviendo a correr detrás del contario.
―¡Pero si dormiste mucho!, ¿cómo siempre tienes sueño?―Se dejó caer en el pastizal siendo seguido por el menor.
―No sé, quiero domir.
Envolvió sus brazos por el cuerpo de George sintiendo palmaditas en su espalda volviendo a sentír sueño, pero ahora estaba a negándose a dormir, primero debía hacer algo.
―Tengo un regalo para ti.―Sintió cómo el pelinegro soltaba un jadeo de emoción seguido por varias risitas.
―¡¿En serio?!
―Sí, espera aquí.―Se separó del agarre recibiendo un resoplido ajeno.
Corrió hacia el arbusto de plantas recogiendo un pequeño ramo de distintas flores que logró hacer con la ayuda de Violet mientras George aún dormía.
Su corazóncito palpitaba con fuerza en su lugar, todavía no sabía por qué cuando George sonreía sentía que su corazón saldría de su pecho, o por qué sentía cómo unas alas aleteaban en su estómago.
Al llegar con George colocó las flores en su espalda haciéndole imposible ver al contrario.
Sus mejillas estaban llenas de el color rosado claro, sus labios estaban hechos un puchero y las manos le temblaban.
―Toma, para ti.―Apartó la vista entregándole el ramo sin atreverse a mirarle a los ojos.
Vio cómo George examinaba con una sonrisa tierna en su rostro las flores, con su dulce tacto tocaba los pétalos con miedo de que se desprendan.
―Son muy lindas...―Dijo con una sonrisa.
―Te las quise regalar porque me recordaban a ti...―Seguía sin poder mirarle a los ojos de la vergüenza, sus cachetes estaban fuertemente colorados al igual que sus orejas camuflando a sus pecas.
Con ayuda de sus manos se levantó del pasto dirigiéndose al contrario abalanzándose sobre él.
―Te quiero.―George susurró.
―Yo también.
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Hola, cómo andan?
Se me ocurrió hacerles a ambos así chiquitos pq re tierno, voy a hacer más de George y Dream chiquitos-
Imaginense así a las flores pero más chico:
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Byeee-
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"My Boy" [DNF One-Shots]
FanfictionEstos son DNF one shots. Cada capítulo es una historia distinta, no tienen relación alguna, a menos de que sea alguna continuación. Son historias que se me ocurren de la nada en medio de la noche, por lo que no esperes una trama súper bien desarroll...