Mi incrédulo gemelo.

No me dijiste tu nombre...

Mi nombre es Bill Kaulitz, tengo 18 años y está es mi historia...

A los 3 años mi papá me abandono junto con mi madre dejándonos en la calle, habían discutido y fue como conllevó a mi padre a tomar esa decisión de echarnos como perros a los que puedes abandonar y nunca volver a saber sobre ellos.

Tenía tan solo 7 años cuando mi mamá conoció a otra persona, se enamoraron y de tanto tiempo de relación decidieron dar el siguiente paso, CASARSE, me costó bastante aceptar que ella tenía que rehacer su vida pues yo la quería cerca de mi papá no de otro hombre, pero claro...era muy pequeño en ese entonces para saber sobre los problemas en un matrimonio.

Mi mamá hasta el momento me sigue tratando como un niño, es muy empalagosa cosa que no me gusta, ya estoy grandecito para escuchar varios de sus apodos, entiendo que soy su único hijo y por eso también suele tratarme así.

Estudio en una de las mejores universidades de Alemania, la gente aquí es demasiado agradable, madura, no critica por el aspecto físico o al menos tengo la vibra de que así es.

Tengo varios amigos y amigas, hace poco terminé una relación de 2 años con una de las chicas más populares de la universidad, aún me duele haber cortado pero todo era porque teníamos cosas que sanar, era mejor mantenernos distanciados a hacernos más daño.

[...]

Estaba en un bar intentando distraerme, intentando librar mi mente de los pensamientos negativos que suelo tener, no me gusta pensar cosas malas y peor aún no me gusta pensar en la chica con la que ahora mantengo contacto cero.

Quise tomarme un par de copas, una...dos...tres...cuatro botellas llenas del alcohol, no podía entender como seguía consciente, parecía recordarlo todo mejor dicho ni si quiera me sentía ebrio, a lo lejos, pude ver un chico bastante guapo, muy alto, ropa holgada y de rastas acercándose a mi mesa.

─¿Puedo sentarme a hacerte compañía?─ no espero mi respuesta y se sentó frente a mi, frunci el ceño ante su acto pues me había enfurecido un poco, no tanto como para pelear o algo por el estilo.

─Ya estas sentado, mejor ni me hubieras preguntado─ escupi intentando sonar molesto, el solo río ante mi respuesta parecía ser un tipo de esos que por más guapo que estén siempre quieren ser el centro de atención para todos.

─Que mal genio te cargas─ se quedó callado por unos segundos pero luego comenzó a hablar de nuevo, ─A lo lejos pude verte triste, se nota bastante, Bill Kaulitz─

Quedé atónito al escuchar como decía mi nombre con todas sus letras, ¿de donde me conoce este tipo? ese enfurecimiento se convirtió en pánico y desconfianza pero por supuesto, como no tener desconfianza si estoy sentado en un lugar donde frente a mi hay un chico guapo sentado que parece conocerme de algún lado.

─Tranquilo, no tengas miedo, te conozco y se muchas cosas sobre ti, se que soy un extraño para ti pero tu para mi eres un conocido─ parecía que quería decirme algo más pero esas fueron sus últimas palabras antes de que yo comenzará a hablar.

─¿De dónde me conoces? porque no te conozco ni de la universidad, ni de la colonia de mi casa, no te conozco de ningún lado ni si quiera te he visto hasta apenas ahorita─ escupi intentando que me dijera algo más pero no fue así.

Se levantó rápido de su asiento dándome la espalda, antes de eso me miró de reojo, ─me tengo que ir, ya no tomes, Bill─ sin más que decir salió apresurado del lugar como si estuviera en peligro o siendo perseguido por alguien.

─¡Espera! no me dijiste tu nombre...─fue demasiado tarde pues el ya había salido del lugar, ni si quiera me dijo ni su nombre ni su edad, que tipo tan más raro.