𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧 | 𝐅𝐈𝐕𝐄 𝐗 𝐎𝐂

FIVE

Una cama.

Resumen: Después de una misión fallida con la comisión, tanto tú como Five encuentran un hotel para descansar. El único problema es que tendrán que compartir cama. ¡Envejecido!

Advertencias: obscenidades, maldiciones, menciones de dolores de cabeza.

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"¡Maldita sea!" Gemiste, apoyándote en tus rodillas, con el pecho agitado. Volviste a ser tú mismo. Feliz de estar de vuelta en tu cuerpo en lugar de un hombre muy peludo y cojo. Te martilleaba la cabeza, deberías haber tenido más cuidado. Después de apenas haber dormido anoche, deberías haber sabido que no debías esforzarte en tus habilidades. Tosiste y escupiste bilis en el pavimento frente a ti. Un crujido de luz azul apareció a tu lado antes de que Cinco saliera volando del portal. Estaba igualmente sin aliento.

"¿A dónde fueron?" Se volvió hacia ti y levantó las manos.

"No lo sé", escupes mirándolo con las emociones a flor de piel, "desapareció". Saludaste frente a ti. Tus pulmones gritaron, bebiendo oxígeno en respiraciones profundas, dejando que tus pulmones se inflaran hasta su límite antes de exhalar nuevamente. 

“¿Desaparecido?” Gritó, moviendo la cabeza para mirarte. Su cabello cayéndose de su ordenada raya lateral. Se pasó una mano por el pelo y dejó escapar un grito ahogado.

"¿Dónde estabas, eh?" Siseaste, entrecerrando los ojos. "¡Podrías haber parpadeado tras él si estuvieras aquí!" Te fulminó con la mirada, con el rostro arrugado en una expresión amarga.

"¡Dios, eres increíble!" Él gimió, apretando los puños. Sus manos brillaron de color azul antes de apagarse, "¡Me esforcé demasiado, apenas logré regresar contigo!" Resopló poniendo los ojos en blanco. Pelear no te llevaría a ninguna parte, a Cinco le encantaba discutir. Cuando se encendía un fuego en él, era una llama eterna que ardía durante días y días. Una vez le robaste su taza de café favorita, sin más motivo que haber dicho algo que te cabreara. Esa fue una semana de infierno que nunca quisiste revivir.

"Mira", respiraste, "Ambos estamos cansados, busquemos un hotel y descansemos un poco". Levantas las manos en señal de derrota.

Apretó la mandíbula y el músculo se tensó. Resopló mirando a su alrededor.

"Bien, pero seguirás mi plan mañana, ¿entendido?" Te señaló con el dedo. No sabías si era su edad, pero la forma en que te regañaba como a un niño te volvía loca. 

"Bien." Dijiste con los dientes apretados. "¿Debemos?" Preguntaste señalando tu auto estacionado. Pasó a tu lado y te golpeó el hombro al pasar. Suspiraste siguiéndolo, el dolor floreciendo en tu pecho. Agachaste la cabeza mientras caminabas hacia el auto.

Se detuvo y se volvió para mirarte. No tenías la mejor cara de póquer, al menos no con él. Miraste al suelo, negándote a mirarlo a los ojos. Se mordió el labio, la culpa lo invadió en oleadas. 

Cinco siempre había estado de acuerdo consigo mismo, al estar solo en el apocalipsis no había lugar para dudas. Era vivir o morir cada segundo de cada día. Cuando una simple infección causada por un corte con papel podría haberlo matado tan fácilmente como un hueso roto, Cinco siempre estaba pensando diez pasos por delante. Incluso después de que la comisión lo detuviera, sus instintos de supervivencia no habían desaparecido por completo. Ya sea que estuviera en el campo o no, sus instintos primarios todavía lo hacían tomar decisiones rápidamente y sin lugar a la reflexión. Ésa era su forma de vida: aprender la distribución de las oficinas y las rutas de escape más cercanas. Hasta que irrumpiste en su vida.