Capítulo 9: La segunda estrella que se fue a Gryffindor.

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Hermione miró a su alrededor, su postura más tensa de lo que le gustaría mientras sus ojos brillaban con ansiedad mientras avanzaban. Había tenido un largo día y no fue el mejor, especialmente no después del comentario de aquel niño pelirrojo junto a Harry Potter en el vagón del tren. Así que no podían culparla por estar nerviosa como lo estaba. Lo único bueno fue que ella no se vio derrotada como el resto de los niños-a excepción de algunos que Hermione recordaba provenían de familias distinguidas-, su padre le había inculcado desde que ella tenía uso de razón cuál era el comportamiento adecuado de una dama, por lo que al menos tenía eso a su favor y evitaría cometer errores terribles.

Minerva McGonagall, por otro lado, fue una mujer más intimidante de lo que su padre describió. Era alta y de mirada severa, a ella le asustó un poco. La mujer era mucho más intimidante que el vecino militar de enfrente y eso era decir mucho, especialmente porque el hombre era viejo y huraño y nunca le sonreía a Hermione cuando ella lo saludaba. Aunque a veces el anciano era amable también, incluso si no sonreía. ¿Minerva McGonagall sería igual? Era probable, según lo que su padre le había contado.

"No estés nerviosa." Una niña pálida y de cabellera negra hasta los hombros le dijo, mirándola con desdén. Hermione la miró con sorpresa. La niña puso los ojos en blanco y señaló discretamente sus labios.

Oh.

Hermione se había estado mordiendo el labio por los nervios.

"Gracias." Le susurró a la niña. "Mi nombre es Hermione, ¿y usted es?"

"Pansy."

Hermione abrió la boca para decir algo, pero el canto del sombrero la interrumpió. La niña comenzó a sentirse aun mas nerviosa, pero hizo todo lo posible para esconder esos pequeños tics que podrían verse como una debilidad. Sus ojos escanearon a su alrededor sutilmente. Su padre le había dicho que Hogwarts se sentiría como en casa, pero Hermione no lo sentía de esa manera en ese momento. Se sentía fuera de lugar.

"¡Hermione Granger!"

La profesora de pronto gritó su nombre y Hermione se acercó nerviosa. Ella se sentó dejando que el sombrero se posara sobre su cabeza.

Pensamientos al azar se movieron en la mente de la niña. ¿Qué debería hacer? ¿Cómo el sombrero era capaz de leer su mente? ¿Qué preguntas le haría? Oh, el sombrero dijo algo sobre la sed de conocimiento. Similar a su padre con respecto a eso, aseguró el sombrero. A Hermione le gustó, ella quiso saber más de su padre. Tenía mucha curiosidad.

¿Conocimiento? A Hermione le importaba mucho eso. Era importante aprender. Hermione odiaba no saber algo. Oh, ¿Ella era tan similar a su padre con respecto a eso? El sombrero parecía saber muchas cosas.

¿Podría hacer cualquier cosa para obtener lo que quiere? Eso fue fácil. Ella lo haría. Siempre y cuando nadie saliera lastimado, ella haría cualquier cosa para lograr sus objetivos. Su abuela le enseñó eso y la mujer siempre tenía razón.

¿Amistad? Oh, Hermione creyó que eso era importante. Muy importante. La lealtad también lo era.

¿Lealtad o conocimiento? Difícil de responder. Hermione lo medito unos segundos. La lealtad era más importante.

¿Ella defendería a un amigo o a un familiar sin importar nada? Por supuesto que ella lo haría. ¿Por qué el sombrero preguntaba esas cosas? Defender a tus amigos, a tu familia, y estar con ellos, incluso acompañarlos en momentos difíciles o peligrosas para asegurarse de que estuvieran a salvo... eso era algo que los amigos hacían, ¿no? ¡Ella lo haría sin dudar!

¿Se lanzaría a la aventura si era necesario? Si. Pero ella sería cuidadosa. Su padre le había enseñado mejor que simplemente ser un tonta sin sentido de conservación.

La estrella más brillante entre las constelaciones |Regulus Black|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora