Hermione parpadeó mirando al hombre frente a ella. Severus Snape. Profesor de Pociones. Jefe de la Casa Slytherin. Este hombre pudo haber sido su jefe de casa si ella realmente se hubiera empeñado en ir a Slytherin como su padre. Pero ella no lo hizo y ahora él era simplemente su profesor. Y era...
Era un imbécil total.
Su cabello era grasiento, sus dientes amarillentos (¡su papá estaría tan horrorizado!), no parecía ser agradable en lo más mínimo y su ropa era un desastre para la dignidad de una persona. No tenía estilo. Ni un ápice de color o glamour. Era solo... negro. ¡Fue absolutamente ridículo! Pero sin embargo... él hombre era, indudablemente, inteligente. Parecía saber lo que hacía o decía cuando hablaba de las pociones y tenía un léxico ciertamente agradable de oír. Pero eso era todo. Severus Snape no parecía saber enseñar a niños. No estaba al nivel necesario de un buen profesor, no al nivel de su papá al menos. Su padre le había enseñado a Hermione cosas mágicas cuando se enteró de que ella tenía magia, fue un buen profesor. Sabía como explicar las cosas más difíciles con las palabras adecuadas y generalmente solía adecuar su enseñanza conforme su capacidad de aprendizaje.
Ahora bien, Hermione sabia que no todos podían ser iguales, pero esperaba que fueran un poco similares. Flitwick parecía serlo. McGonagall también. Sin embargo, ¿Snape? A él le faltaban algunas cosas. Inspirar miedo no era lo ideal durante la enseñanza, ¿pero que sabía ella? Solo era una niña. Lo mejor iba a ser que se guardara sus opiniones para sí misma hasta que fuera momento de expresarlas de la mejor manera posible.
Por otro lado, ¿Su padre fue amigo de este hombre? Ella lo dudaba. Si lo había mencionado, había sido una o dos veces y no fue lo suficientemente importante como para que ella lo recordara. Sin embargo, aquí estaba ahora. Observándolo. Fría, calculadora y analítica. Buscando y reconociendo tanto habilidades como debilidades. Fue una cosa un poco fácil de hacer mientras estaban en clases. Ella era buena observando. Lo había aprendido de su papá, quien siempre le había aconsejado mirar y luego actuar conforme a como resultara más beneficioso para uno.
"Granger."
Hermione miró al niño a su lado. Era Blaise Zabini. Un niño de Slytherin, de ascendencia italiana y de apariencia agradable.
"¿Deseas algo?" Le preguntó al niño.
"Esos aretes en tus oídos son bonitos." Blaise le dijo. "¿Dónde los conseguiste?"
"Herencia familiar." Fue todo lo que Hermione respondió antes de prestar atención a las palabras escritas en los libros.
Los ojos del niño brillaron inteligentemente mientras miraba a la niña, pareciendo analizarla.
Su mirada punzante fue demasiado para Hermione, quien no estaba acostumbrada a interactuar con otros niños de una forma que terminara amigable para ella. Generalmente nunca terminaba bien cuando hablaba con otros niños. Su padre solía decir que era porque ella había heredado las mismas habilidades sociales que él poseía, lo que aparentemente no era algo muy bueno. Aunque Hermione no entendía por qué.
"¿Por qué me miras?" Hermione le preguntó, frunciéndole el ceño. Sus ojos marrones chocando con los suyos que eran de un tono similar.
"¿De qué familia provienes?" Blaise le preguntó.
Hermione la miró inquisitivamente. "¿Por qué preguntas?"
"Tengo curiosidad."
"Ah." Hermione musitó, antes de comenzar a aplastar colmillos de serpiente con cuidado. Su padre le había dicho antes que ella no le dijera a nadie que era una Black, especialmente porque eso traería muchos problemas. "Soy de la familia Granger."
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La estrella más brillante entre las constelaciones |Regulus Black|
FanfictionDonde un joven Regulus Black vive y es un padre soltero adolescente de dieciocho años que está criando de una niña solo y está aprendiendo a vivir en el mundo muggle sin magia, mientras trata de ignorar todos sus miedos, sus arrepentimientos y el he...