Capitúlo 8

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Hoy es el primer día de visita programada de Manjiro.

Este estaba emocionado. Pues, como era bien sabido, gracias al contrato, podría probar la deliciosa comida de Hanemiya. 

Y claro, podría ver a su hija luego de cinco días. Ya que había estado ocupado con el trabajo.

Se había vestido bien, y eso lo notaron los sirvientes de la casa, que al ver el hermoso traje que usaba su Jefe, lo alabaron.

Camino a paso seguro a la habitación del joven de mechas rubias.

Bajo las escaleras, hasta llegar al cuarto piso. Camino por el pasillo saludando con la mano a las dos empleadas que estaban limpiando, las cuales se sonrojaron al verlo e hicieron una reverencia como saludo.

Hasta que al fin llego a su destino. Inhalo profundamente, y éxalo, para luego golpear la puerta dos veces.

Esta sin titubeo fue abierta, dejando ver al joven de ojos dorados, con su usual gesto serio, el cual observo de pies a cabeza a Manjiro, e hizo una mueca de disgusto. 

¿Acaso piensas que esto es un restaurante? ¿Porque esa ropa?

Pero, la felicidad lamentablemente, dura muy poco.

Mikey hizo una mueca.

¿Que tiene de malo? Solo quise vestirme bien para venir.

— ¿Así piensas que puedes cuidar de un bebé? No vas a uno de tus elegantes eventos, vas a cuidar a tu hija.

Kazutora estaba vistiendo un conjunto deportivo, una remera que era visible a travez de la campera abierta que usaba y unos pantalones negros. Al igual que la campera, aunque la remera es blanca y dice "kill me" en rojo.

El de ojos dorados hizo una mueca, soltó un suspiro y se hizo a un lado.

Ya pasa de una vez. Y más te vale no hacer ruido, Hana aún duerme.

Habló mientras Manjiro entraba viendo toda la habitación, Kazu cerró la puerta, se arremango las mangas de la campera, y se coloco frente a la cocina para comenzar a hacer cosas que Mikey no entendió.

Sano se acerco a la cuna donde la pequeña rubia dormía plácidamente con una remera y una calza fina, pues no hacía frío. Eran las doce del medio día.

Parece un angel cuando duerme.  — susurró para si mismo.

Observó a la bebé detenidamente. Notando como se removia, al parecer estaba despertando. Y abrió los ojos, con su mirada fija en el techo, movío sus ojitos hacia los lados, como si buscara algo, y de pronto fijo sus ojos en el rubió, ambos se miraron fijamente.

Buen dia, Nozomi.

Saludo con una pequeña sonrisa a la pequeña, pero rapidá mente se le borro al notar como los ojos negros de ella se volvían cristalinos, y su respiración se volvía levemente agitada, logrando que el alzara ambas manos negando.

No no, no llor— pero fue muy tarde.

Waaaa Waaaa

Su llanto se escucho en toda la habitación. Comenzó a zapatear con sus pequeñas piernitas y sus pequeñas manitos de la niña se apretaron con fuerza en su remera rosada al mismo tiempo que sus mejillas rosadas se llenaban de sus lagrimas y caían sobre aquella sabana con flores dibujadas en ella.

Manjiro la tomo cuidadosamente por debajo de sus brazitos para levantar la y arruyarla en sus brazos en un intento de consuelo, pero no había caso, la pequeña tenia los ojos cerrados mientras lloraba y gritaba aún más que antes.

La Hija de Manjiro.   ~Pequeña Esperanza~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora