Hoy es el primer día de visita programada de Manjiro.
Este estaba emocionado. Pues, como era bien sabido, gracias al contrato, podría probar la deliciosa comida de Hanemiya.
Y claro, podría ver a su hija luego de cinco días. Ya que había estado ocupado con el trabajo.
Se había vestido bien, y eso lo notaron los sirvientes de la casa, que al ver el hermoso traje que usaba su Jefe, lo alabaron.
Camino a paso seguro a la habitación del joven de mechas rubias.
Bajo las escaleras, hasta llegar al cuarto piso. Camino por el pasillo saludando con la mano a las dos empleadas que estaban limpiando, las cuales se sonrojaron al verlo e hicieron una reverencia como saludo.
Hasta que al fin llego a su destino. Inhalo profundamente, y éxalo, para luego golpear la puerta dos veces.
Esta sin titubeo fue abierta, dejando ver al joven de ojos dorados, con su usual gesto serio, el cual observo de pies a cabeza a Manjiro, e hizo una mueca de disgusto.
— ¿Acaso piensas que esto es un restaurante? ¿Porque esa ropa?
Pero, la felicidad lamentablemente, dura muy poco.
Mikey hizo una mueca.
— ¿Que tiene de malo? Solo quise vestirme bien para venir.
— ¿Así piensas que puedes cuidar de un bebé? No vas a uno de tus elegantes eventos, vas a cuidar a tu hija.
Kazutora estaba vistiendo un conjunto deportivo, una remera que era visible a travez de la campera abierta que usaba y unos pantalones negros. Al igual que la campera, aunque la remera es blanca y dice "kill me" en rojo.
El de ojos dorados hizo una mueca, soltó un suspiro y se hizo a un lado.
— Ya pasa de una vez. Y más te vale no hacer ruido, Hana aún duerme.
Habló mientras Manjiro entraba viendo toda la habitación, Kazu cerró la puerta, se arremango las mangas de la campera, y se coloco frente a la cocina para comenzar a hacer cosas que Mikey no entendió.
Sano se acerco a la cuna donde la pequeña rubia dormía plácidamente con una remera y una calza fina, pues no hacía frío. Eran las doce del medio día.
— Parece un angel cuando duerme. — susurró para si mismo.
Observó a la bebé detenidamente. Notando como se removia, al parecer estaba despertando. Y abrió los ojos, con su mirada fija en el techo, movío sus ojitos hacia los lados, como si buscara algo, y de pronto fijo sus ojos en el rubió, ambos se miraron fijamente.
— Buen dia, Nozomi.
Saludo con una pequeña sonrisa a la pequeña, pero rapidá mente se le borro al notar como los ojos negros de ella se volvían cristalinos, y su respiración se volvía levemente agitada, logrando que el alzara ambas manos negando.
— No no, no llor— pero fue muy tarde.
— Waaaa Waaaa
Su llanto se escucho en toda la habitación. Comenzó a zapatear con sus pequeñas piernitas y sus pequeñas manitos de la niña se apretaron con fuerza en su remera rosada al mismo tiempo que sus mejillas rosadas se llenaban de sus lagrimas y caían sobre aquella sabana con flores dibujadas en ella.
Manjiro la tomo cuidadosamente por debajo de sus brazitos para levantar la y arruyarla en sus brazos en un intento de consuelo, pero no había caso, la pequeña tenia los ojos cerrados mientras lloraba y gritaba aún más que antes.