Tord y Tom seguían encerrados en el baño sin poder hablar y sin la mínima posibilidad de escapar. Estaban tan cerca el uno del otro, en ese sitio tan estrecho y horriblemente incómodo que el noruego podía sentir la respiración del británico.
Incluso pudo ver qué tenía unas profundas, cautivadoras y misteriosas cuencas en vez de ojos, con un que otro pelo que se caía por la gravedad de color miel café, no como el suyo que parecía de café amargo.
De pronto, en medio del susto, a Tord le pareció que el contrario era muy lindo. Y, aunque en ese momento no lo sabía, ese rostro no desaparecería de su mente.
El profesor de Desarrollo personal esperaba afuera, sentado sobre sus propias piernas junto a la puerta del baño, tarareando una canción de Andrew Huang. Estaba tan tranquilo el profesor con su canción que estaba claro que no tenía en mente marcharse.
- No podremos escapar. - Le susurro al oido con angustia al muchacho que lo dejo cautivado.
- Salvó que te lance dentro del baño y viajes por una alcantarilla. - respondió.
- Eso no suena muy amable de tu parte.
- Vale, pero te lo mereces. - frunció su ceño. - Me lanzaste yogur en la cara.
- Es que no sabía ...
- ¡Cállate! - alzó la voz, aún susurrando. - No quiero saber nada de tí.
Tord revivió la escena por milésima vez en su mente y se sintió igual de avergonzando como cuando descubrió que Tom era el hermano de la niña de primero.
- Perdón, ha sido mi culpa... Es que no soporto a los idiotas que tratan mal a los niños de primero y les roban la comida.
Tom hizo una mueca confundida. - ¿Eso fue lo que pensaste?
- ¡Si! Pero yo... No sabía que esa niña era tu hermanita. Lo siento de verdad...
Tom se quedó en silencio, dió una sonrisa ladina y hablo: - Bueno, yo no me porte mejor que tú.
Se miraron fijamente y se sonrieron con vergüenza.
- Bueno, hoy no es mi día más cool.. pero tampoco el tuyo. - rio bajito. - ¡Tienes yogur de durazno entre las pestañas!
Ambos sonrieron y Tord le extendió con nervios su mano derecha.
- Soy Tord Larksoon, estoy en noveno grado y me encanta lanzarle yogurt en la cara a la gente. Hyggelig å møte deg...
Tom lo miro extrañado con la misma sonrisa de antes. - Encantado. Yo soy Thomas Rickwell, estoy en decimo y me gusta conocer personas en los baños, aunque hayan comido pescado.
Ambos se dieron un fuerte apretón de manos como si fueran los únicos en aquel cuarto de baño.
Tord dejo de agarrar la mano ajena y con pena hablo. - Supongo que estás furioso conmigo.
- Debería, pero te has salvado por un pelo.
- ¿Por qué?
- Porque en un principio no entendí nada de lo que hacías, y me pareció que eras el típico inútil que se cree un superhéroe. Pero si lo que pretendías era cuidar a mi hermana, eso lo cambia todo.
- Pero ahora estamos metidos en este lío.. De verdad lo lamento.
Tord miro la sudadera sucia de Tom y de allí se le ocurrió algo.
- ¡Puedo darte mi chaleco! - Sonrió y sin esperar respuesta se sacó su prenda negra y se la puso al muchacho confundido.
- Eh, gracias pero...
- Tómalo como mis disculpas. Después me la devuelves.
Una razón para volver a encontrarse, nice.
Tom sonrió. - No importa, estás perdonado. Y si en algún otro momento ves a un idiota molestando a mi hermanita y quitándole la comida, te autorizo a qué le hagas lo mismo que me hiciste a mí.
Antes de decir algo. Jon volvió a tocar con violencia la puerta del cubículo, harto de tanto esperar.
- Bien, Larksoon. Tu tiempo termino, si no sales en exactamente dos minutos tendré que pedirle al director y que él mismo te lo exiga.
- ¡No puede hacer eso!
- Claro que puedo. Dos minutos, Larksoon, estaré afuera esperándote. ¡Dos minutos!
Tord empezó a rezar en silencio.
- Faen, espero que el profesor Jon reciba una llamada a su celular, y que en esa llamada le anuncien que...
Tom le interrumpió. - ¡Que se ha ganado un viaje a París y cien mil dólares para gastos!
- ¡Eso! - río. - Y que él salga corriendo, pase por la oficina del director y pida un escape entre los dos.
- ¡Si! Y que ambos se besen pero que el director lo rechacé, y que el profesor llore enfrente de él.
Ambos se sonrieron y Tord juro sentir su rostro y cuerpo hormigueando.
- Tengo que salir, Tom. Él no se atreverá a entrar al baño con todo lo que supuestamente comí, no querrá ser testigo visual ni olfativo de los hechos. Intentaré distraerlo en el camino y tú podrás escapar.
- ¡Pero no puedes ir solo! El director te va a achacar a ti toda la culpa... ¡Te van a caer cien años de pena con trabajos forzados! Si yo voy contigo quizás nos dividan el castigo.
- ¿Ir conmigo cuando estamos encerrados, los dos, solos, en el baño? - puso sus ojos en blanco. - Será mejor que me vaya, adiós.
Tord accionó la válvula de la cisterna, el agua corrió escandalosamente sobre las paredes del sanitario y salió del cubículo de inmediato. Cerró la puerta con firmeza y se lavo las manos como si nada hubiera pasado.
- Muy bien, profesor Jon, ya hice lo que tenía que hacer. Ahora, ¿de verdad me va a llevar a la oficina del director? ¿Cree que sea necesario? Él debe estar muy ocupado y deberíamos dejar que trabaje por el bien de nuestro amado Colegio, ¿no le parece?
Mientras hablaba, hacia muecas tan falsas y un gesto de voz que parecía hasta verdad lo que quería decir, intentando convencer.
El profesor río maliciosamente. - Si, Larksoon, quizas tengas razón, pero el director me ha dado una orden y yo la voy a cumplir. Además, tienes que saber que luego de diez años como maestro, siempre me ha encantado llevarlos al despacho del director.
Tord se secó las manos con una toalla de papel y cruzo la puerta del baño, muerto de angustia. No sabía que hacer para evitar lo que se le avecinaba.
- Una pregunta, ¿usted piensa que cuando muera va a ir al cielo o al infierno?
- Al cielo, no hay duda
- ¿Por qué está tan seguro?
- ¡Porque habré ayudado a nuestro amado director a qué descubra quien le lanzó una manzana asesina! - hablo con ilusión y una sonrisa imposible de negar. - Ahora cállate y camina.
En ese mismo instante, Tom, que de tanto esperar con las piernas recogidas sobre el sanitario ya casi no las sentía, intento bajar y prepararse para su escape. Pero lo hizo tan mal que por culpa de sus músculos adormecidos, la tapa del depósito de agua se deslizó y cayó al suelo, haciendo un ruido bestial.
El profesor Jon dió media vuelta, regresó al baño y empujó la puerta que Tord acababa de cerrar, y de allí descubrió a un adolescente con el cabello puntiagudo como si un rayo le hubiese caído en ese entonces, con una sustancia extraña de color ámbar que se le había endurecido entre las pestañas, las orejas y en las fosas nasales.
Y sobre todo que tenía el chaleco que siempre portaba Larksoon.
- ¡Qué tal! - dijo. - Lindo día, ¿no?
Jon lo saco de la muñeca y al rato los tres ponían pies en la oficina del gobernador Ratcliffe .
Ya nada podía salvarlos más que sus palabras.
Y ni eso.
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Yogur en la cara. - Tomtord
RomanceADAPTACION / YELC - ¿Te imaginas amar tanto a alguien solamente porque te echo yogur en la cara por un error? - Fanfic FUERTEMENTE inspirado en: "Yo nunca digo adiós" de María Fernanda Heredia. @owkiss___