Vergüenza

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Cuando llegó al colegio, el recuerdo del beso fallido seguía en su cabeza y le atormentaba como mil y un explosiones en su cuerpo.

Estaba pensando en eso mientras iba camino a su salón de clases, cuando de pronto cruzó miradas con ese muchacho de cuencas misteriosas y pelos parados que tanto amaba.

Al verlo, la vergüenza del día anterior se apoderó de él. Lo vio pasar por uno de los patios y justo en ese momento sonó el primer timbre de la mañana, el que anunciaba que en cinco minutos todos deberían estar en sus salones de clases.

Él aceleró el paso para alejarse de Tom, porque sintió que sus mejillas estaban calientes, mientras que Tom, esquivó las decenas de niños que corrían a sus salones.

— ¡Tord!

Él volteo. — Hola. — respondió nervioso. — Voy a mi clase.

— ¡Espera! Tengo algo para ti, pero no puede verlo nadie.

Lo condujo hasta el patio de primaria de la muñeca de su brazo derecho, dónde había un viejo eucalipto de tronco grueso y extrajo de su mochila una bolsa de papel.

— ¿Qué es eso? — agarro con confusión la bolsa de papel.

— Lo he robado de la biblioteca para ti, es que pareció que te gustaban mucho y, como estaba en la repisa de los libros abandonados que se convertirán en papel reciclado, supuse que no habría problema en que yo me lo llevará.

Tord abrio la bolsa con entusiasmo y de allí extrajo un libro.

Se quedó pasmado, furioso, ofendido. Tenía que ser una broma de muy mal gusto. Ese libro era la biografía de Cristóbal Colón, con su cara gigante en la portada.

Miro a Tom con indignación.

— Es que ayer me dió la impresión de que te había gustado mucho. — sonrió. — He visto a mis compañeras derretirse ante las fotos de artistas o deportistas, pero tú eres el único que vi que se lanzó con pasión a darle un beso a Cristóbal. ¡Sí quieres puedo conseguirte imágenes de Platón, de Washington o de Darwin!

Tord, molesto, se dió media vuelta y quiso salir corriendo para su salón de clases.

Eso fue lo que quiso, pero no lo consiguió porque un tirón en el brazo lo detuvo.

Era Tom, que lo atrajo con firmeza, acercó su rostro al suyo y le dió un beso suave y cálido justamente en ese espacio sin nombre que se ubica en la comisura del labio y la mejilla.

Yogur en la cara. - TomtordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora