Con el muchacho en medio del patio - que se llamaba Tom. - bañado en yogur de durazno y la niña gritándole maldiciones. Tord se dió cuenta de que su detector de tontos había fallado. Aunque quizás solo un poco. Porque estaba claro que el tonto había sido él.
Las risas de todos retumbaron en el patio del colegio y en sus tímpanos. Todos los dedos del patio señalaban la escena, haciendo que empiece a temblar de miedo y vergüenza.
El chico se intentó limpiar la cara con las manos pero solo consiguió verse más patético y sucio. El yogur se les había ingeniado para introducir sus pequeños trocitos de durazno en los pliegues internos de las orejas y sus fosas nasales.
Tord sintió que se desvanecía, la vergüenza lo estaba consumiendo vivo.
La niña seguía tirándole maldiciones que ya se estaba quedando sin respiración.
Tord no entendió nada más qué, su mamá enviaba a diario dos vasos de yogur, uno para ella y otro para su hermano.
Tord estaba sumamente apenado, sonrojado hasta el cuello. - Lo siento. - dijo él con una voz tan suave que nadie, ni siquiera él mismo se escuchó.
Tom no le quitaba los ojos de encima, su rabia se le desbordaba por el mentón tenso. ¡Su amada sudadera de color azul estaba completamente seco con trocos de durazno, calcio, vitamina C y de un horrible color ámbar!
- Perdona... - intento hablar. - Yo pensé que...
-¡No pensaste nada! ¡Tu no sabes pensar! - dijo y de inmediato se volteó, tomó el otro vasito de yogurt que aún permanencia en la lonchera de su hermana, desgarro rápidamente la lámina de aluminio y se lo lanzó en plena cara a Tord.
Por cómo quedó su cara, se podría deducir que Tom tenía buena puntería.
Lo que ocurrió a continuación quedó grabado en la memoria colectiva de los estudiantes del Colegio de Inglaterra.
El gran espectáculo que lanzaron Tom y Tord acababa de ofrecer una extraña cadena y todos los estudiantes que estaban en sus propios asuntos, comenzaron a lanzarse unos a otros lo que tenían en sus manos: Gaseosas, helados, frutas, bocadillos, dulces, etc...
Incluso los de primer año abrían sus termos de jugo y agua para derramarla sobre las cabezas de sus compañeros. Las galletas de chocolate remojadas en gaseosa de convertían en municiones de armas que cruzaban de un lado a otro del patio, hasta aterrizar en el rostro de su víctima.
Era todo un caos, un caos que él había provocado.
Hasta que, de manera inesperada, apareció entre la multitud el director del colegio dando frutos para que la disciplina vuelva dónde pertenece. Era un señor español con barba y traje verde.
- ¡Basta, Basta! - cruzo el patio tan rápido que una manzana lanzada por una mano anónima le cayó en la boca y le arrancó un diente de conejo.
Reino el silencio.

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Yogur en la cara. - Tomtord
Roman d'amourADAPTACION / YELC - ¿Te imaginas amar tanto a alguien solamente porque te echo yogur en la cara por un error? - Fanfic FUERTEMENTE inspirado en: "Yo nunca digo adiós" de María Fernanda Heredia. @owkiss___