Injusticia

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— ¡No es lo que parece! — dijo Tord con angustia, sudando levemente desde el cuello hasta la espalda.

— ¡No te he autorizado para que hables! — dijo el director.

El de mayor autoridad dió pasos sobre la tarima, mirando a todos los alumnos que encontraron fuera de sus salones detenidamente.

— Ahora no tengo tiempo para resolver sus problemas, pero más adelante los llamaré a ustedes dos y a sus padres para que me expliquen que rayos hacían allí.

Tom lanzo una mirada a Tord diciendo telepáticamente: De está no salimos vivos.

— Hoy. — continuo el director. — estamos todos aquí para hablar de lo ocurrido está mañana en el colegio, cuando se desató un caos sin precedentes en la historia de esta institución. ¡Lo que ocurrió fue un atentado contra la disciplina y los modales! —hablo dramáticamente. — Como producto de este vandalismo infantil yo mismo resulte herido. ¡Pude haber perdido el ojo! - alzó la voz con sorna. — Pero Dios ha querido que yo siga aquí. Y como no soy un hombre vengativo, rencoroso, envenenado, déspota, ruin, tirano, insensible, sádico...

Todos los presentes se miraron uno a los otros, sin prestar atención a todas las mentiras del español.

— Ni un canalla malévolo, si no todo lo contrario. Pretendo encontrar a la persona que inició está tontería. Tengo mis sospechas, pero prefiero darles un minuto para que lo piensen, y luego, quiero que el, la o los responsables den un paso adelante.

Un minuto entero transcurrió en medio del silencio. Mil ideas atropellaban la cabeza del nórdico.

¿Será él sospechoso? ¿Que pasaría si se delataba? ¿Cuál sería su castigo? ¿Y si culpaba a Tom? No, él no tiene la culpa de nada. ¿Y si lo echan del colegio? ¿Y si lo niega todo hasta que se quede seco? Si, eso hará. Tord no tiene la culpa de nada, ¡él no arrancó el diente!

Todos supieron que el tiempo se había agotado cuando el adulto dió un manotazo a la mesa. Volviendo a Tord a la realidad.

— ¿Y bien? — pregunto. — Ahora quiero que el culpable de un paso al frente.

Nadie se movió ni para pestañear, todos con la cara aún pegajosa de tanta comida que se habían lanzando, parecía que todos pretendían salvar su vida a la fuerza.

Jon miraba con mucha emoción el espectáculo.

— No deberían tener miedo. — dijo el director. — Sólo pretendo que sean responsables y que admitan que han cometido un GRAN error, pero que no lo volverán a hacer. — sonrió. — Así estaré satisfecho.

Nadie creyó ese discurso de puras mentiras. Él no descansará hasta encontrar un culpable que haría papilla. No por nada el director tenía el apodo de "Chernabog" Ya que él era conocido históricamente por todas las promociones del colegio por su "bondad" Es así que en vez de llamarlo por su nombre. Eduardo, todos lo conocían como: El demonio Chernabog. Y justo decir que, efectivamente, tenía cara de ser de todo menos amable.

Como nadie dió un paso al frente, él comenzó a dar golpecitos en la mesa.

— Parece que todos ustedes son inocentes, ¿verdad? — nadie dijo nada ni hizo nada. — En ese caso, el equivocado soy yo e injustamente los he traído a mi oficina para que pierdan su tiempo y clases. Les ruego, por favor, que me perdonen. Si ninguno de ustedes se declara culpable tendré que pedirle que regresen tranquilos y en paz a sus salones a continuar con un excelente día de clases.

Todos se miraron con impresión. El director, aquel demonio Europeo apodado Chernabog, estaba dando señales de empatía humana y eso sí que era algo inusual. Hasta los profesores cruzaron miradas de confusión.

Antes que todos se retiraran del despacho, el director les dirigió unas últimas con gentileza.

— Les había comentado que tenía una sospecha, y creo que no me he equivocado. Ella recibirá todo el peso del castigo. Ustedes, bueno, pueden quedarse tranquilos. Un pajarito me informó que quien inició todo este desastre fue...

Eduardo se acercó a la puerta lateral de su oficina que daba a una sala de juntas, la abrió y allí, de pie, con la cara roja y temblando, estaba la niña de primer año, la hermanita de Tom, con su lonchera vacía.

Yogur en la cara. - TomtordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora